Franco Bonavena lleva el deporte en la sangre. Aunque la sombra de su abuelo, el inigualable Oscar ‘Ringo’ Bonavena, lo persiguió durante toda la vida, el joven de 29 años aceptó la herencia recién en 2024, año en el que se calzó los guantes. Sin embargo, no ve el boxeo como una salvación sino como un hobby, algo que lo apasiona y que disfruta sin las presiones que soportó su famoso antecesor. “Me apasionó mucho el lado individual, porque en el boxeo realmente estás solo. Yo siempre hice deporte en equipo, entonces hacer un deporte en solitario me cambió un poco la cabeza porque toda la responsabilidad recae sobre mí”, expresó en diálogo con LA NACION.

Y continuó: “Yo siempre hice deporte, soy bastante enfermizo con el tema de la competición. No puedo hacer un deporte o una actividad y hacer la vista media… No me sale ir a jugar un partido con mis amigos y que quede ahí”.

Pero la decisión que lo llevó a competir fue, puntualmente, la posibilidad de dejar de hacer exhibiciones para ir por todo. “En las exhibiciones te levantan los dos las manos, no hay ganador, no hay nada. No hay una emoción”, señaló sobre aquel sentimiento que lo condujo a decir: “Quiero competir”.
Una vez que eligió aquel camino, sabía que el esfuerzo no era el mismo. “Competir lleva un trabajo especial, de mayor entrenamiento; mejorar la técnica, la postura, aprender a caminar, cuidarse con los alimentos, dejar de salir, es todo una acumulación de cosas para poder llegar al objetivo”, remarcó.

Franco subrayó que la evolución en la disciplina no solo depende del estado físico. “Depende mucho de cómo te ve tu entrenador y cómo estás vos tanto en tu vida como de cabeza”, explicó sobre la gran diferencia que existe entre el boxeo amateur y el profesional. Así, reveló que el profesionalismo conlleva preparaciones más severas y una notable modificación en las normas de combate, como el uso de guantes más chicos y sin cabezal.
El joven pugilista también hizo hincapié en los peligros inherentes a la práctica de esta disciplina, al mismo tiempo que destacó su estrategia mental para conseguir su objetivo final. “No me pongo un tiempo porque si después no llego vienen los bajones. Pero sí me pongo una meta y hago todo para conseguirla”, reveló. De esta forma, puntualizó que el salto requiere cumplir con requisitos específicos: “Tenés que tener cierta cantidad de peleas para poder debutar como profesional”.
Aunque el boxeo está en sus genes, su familia nunca lo presionó para que lo practicara. “Mi mamá está muy afuera de que haga boxeo, nunca le gustó, no le gustan los golpes, ni cuando jugué al rugby durante 15 años. Es más, tuve varios golpes en donde ‘se me apagó el televisor’, pero es parte del deporte también. Y mi papá me banca porque le gusta el boxeo, pero no es que tuve un empujón… Aunque sí en mi familia hay un poco de boxeo en la sangre”, destacó.

Sin embargo, aclaró: “No lo veo como algo que me va a dar dinero en un futuro. Esto es un hobby para mí y me gustaría poder decir el día de mañana ‘arranqué a boxear con 27 años, debuté a los 28 y pude llegar a ser profesional”.
La posibilidad de transitar su camino profesional libre de presiones y sin depender exclusivamente de este hace que lo disfrute todavía más. Es que Franco, antes de meterse de lleno en el diseño digital, estudió en la Universidad del Cine (FUC), donde consiguió un puesto en la producción de Un gallo para Esculapio (2017-2018).
“Después por cosas de la vida, no es algo que me gustó tanto, entonces me moví”, indicó. Finalmente, se inclinó por el diseño digital. “Diseño interfaces de usuario, que sería el diseño UX/UI”, explicó. El trabajo le despertó el deseo de estudiar la carrera de Diseño Multimedial en la Universidad en la escuela Da Vinci, donde cursa su primer año.
En ese sentido es que Franco divide su vida entre el estudio, el trabajo y el boxeo. Sus días arrancan temprano y los empieza y termina entrenando. “Voy al gimnasio a las 7 de la mañana hasta aproximadamente 8:20 h. Vuelvo, arranco a trabajar y después voy a la tarde. Voy todos los días, menos los domingos, que los tomo para descansar, pero a veces salgo a correr, dependiendo de cómo esté el día”, explicó.
Sobre sus desafíos pendientes, no dudó en señalar las cuestiones que aún le quedan por pulir en su carrera deportiva. “Me queda muchísimo. Técnica, desplazamiento, coordinación y más que nada concentración, porque el boxeo es un deporte en el que los round duran tres minutos, donde hay que estar cien por ciento concentrado… Y lo que le pasa al amateur es que no está siempre concentrado, tenés baches de cinco o diez segundos. Son cosas que vos no te das cuenta arriba (en el ring), pero después, al ver el video, te das cuenta de que te quedás como medio tildado”, reveló.
En medio del análisis de su desempeño como amateur, reconoció que tiene algún que otro rasgo parecido a su abuelo, quien fue asesinado en 1976 en Estados Unidos. “Me dicen que tengo algunos movimientos parecidos a él y me parece loco, pero bueno, calculo que es genética”, dijo.
Asimismo, subrayó que no le causa presión llevar el apellido Bonavena. “A mí no me pesa en absoluto, pero sí siento que el otro le pone presión. El otro tiene una expectativa por el siempre hecho de que piensa: ‘Voy a pelear contra el nieto de Bonavena’”, comentó y destacó el significado de su abuelo para muchos, pero sobre todo para él: “Tengo mucha admiración por el camino de mi abuelo. No lo conocí porque cuando él falleció, mi papá tenía siete años, entonces no lo pude conocer, pero sí vi sus peleas, leí los libros”.
Entre las pasiones que heredó de su abuelo, se encuentra el amor por Huracán. Y el cariño que Bonavena demostró al Globo fue correspondido. Tanto es así que una de las tribunas del Palacio Tomás Adolfo Ducó lleva su nombre y hasta hay una estatua suya en la platea, como si fuera un hincha más. Pero eso no es todo, también hay una canción que lo nombra y que los quemeros suelen cantar en cada partido: “Somos del barrio, del barrio de La Quema, somos del barrio de Ringo Bonavena”.

La trascendencia de aquel vínculo entre el boxeador y el club de Parque Patricios adquirió un nuevo significado hace apenas unas semanas. El Palacio Tomás Adolfo Ducó será la sede del esperado cruce entre los sucesores de dos leyendas: Franco Bonavena y Agustín Monzón, nieto del icónico Carlos. Ambos confirmaron que se enfrentarán el 20 de diciembre en el evento Párense de Manos.

En cuanto al espectáculo organizado por Paren la mano, un programa de Vorterix, Franco subrayó que no lo ve como una rivalidad, sino como un momento para disfrutar: “Aunque seamos los nietos, es una cartelera que tiene dos apellidos icónicos. La verdad es que es una idea brillante y es para pasarla bien. No hay que poner rivalidades en el medio, ni disputas. Yo lo veo más como una unión”.
De esta manera, el legado que comenzó en la década del sesenta con los puños, hoy encuentra su lugar en la cultura popular y el entretenimiento digital.
