Mi último recuerdo de Mario Vargas Llosa es de 2019, en el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), en la ciudad de Córdoba. Abrió el Congreso, en el Teatro San Martín, con un discurso brillante, por momentos duro, delante de los reyes de España, Felipe VI y Letizia, y el entonces presidente Mauricio Macri y su esposa. Vargas Llosa fue ovacionado de pie.
En Córdoba, el premio Nobel peruano propuso a Arequipa, su ciudad natal, como sede del Congreso que debía realizarse en 2022 (el CILE se realiza cada tres años) y su propuesta fue aceptada. Sin embargo, los turbulentos acontecimientos políticos peruanos hicieron que el encuentro debiera trasladarse a la ciudad de Granada, España. Ahora, a seis meses de la muerte de Vargas Llosa, el Congreso pudo realizarse en Arequipa, durante cuatro días, del 14 al 17 de octubre, con cientos de asistentes peruanos y extranjeros: escritores, lingüistas, académicos, profesores, periodistas.
“No imagino la peripecia de nuestra generación sin personajes como Mario Vargas Llosa”, escribió en este diario en abril pasado el expresidente uruguayo Julio María Sanguinetti, poco después de la muerte del autor de La ciudad y los perros (novela que en 1963 lo lanzó a la fama). Tal vez por eso, entre otras cosas, la figura del escritor peruano mantiene toda su vigencia, tal como su obra literaria y la lúcida mirada sobre la realidad que ofrecía periódicamente a través de sus columnas periodísticas.
Es difícil separar el nombre de Vargas Llosa del de Arequipa, la ciudad en que nació el 28 de marzo de 1936 y que guarda muchos y valiosos recuerdos del escritor. Uno de ellos es la Biblioteca Mario Vargas Llosa, ubicada en la calle San Francisco 306, en cuyo patio colmado el Instituto Cervantes presentó, el martes 14 de octubre al mediodía, el Diccionario Mario Vargas Llosa. Habitó las palabras, publicado con motivo del X Congreso Internacional de la Lengua Española. Morgana, la hija del escritor, participó del acto.
Son varios los escritores argentinos que, entre un centenar de autores, han colaborado en este curioso Diccionario: Martín Caparrós escribió sobre la Ñ, letra que sólo tiene nuestro idioma aunque su sonido esté en otras lenguas romances. Leila Guerriero escribió sobre la palabra realidad y Eduardo Sacheri lo hizo sobre valor. El recorrido del libro atraviesa los personajes, temas y pasiones que laten en La ciudad y los perros, La Casa Verde, Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo, La Fiesta del Chivo o Tiempos recios, junto con sus ensayos, crónicas, y reflexiones intelectuales y políticas.
La Biblioteca reúne tres salas con más de 23.000 libros que Vargas Llosa donó a la ciudad. Casi todos los volúmenes están firmados por sus autores. Entre los autores que le dedicaron sus obras figura otro Premio Nobel: Gabriel García Márquez. Y, entre las dedicatorias de argentinos, la de una mujer que marcó una época en la cultura nacional y en la de los países latinoamericanos: Victoria Ocampo.
¿Cómo fue la verdadera relación que Vargas Llosa mantuvo con Arequipa, esa antigua ciudad de piedra volcánica que lo vio nacer, pero no presenció su crecimiento ni lo vio morir?
El escritor nació en una propiedad, la hoy Casa Museo Mario Vargas Llosa, en la avenida Parra 101, abierta al público. Una de las primeras actividades del rey Felipe VI fue ir a visitar el lugar. En 1936, la casa la alquilaban los abuelos maternos del futuro escritor. Como es sabido, Ernesto, el padre, había abandonado a su familia y Vargas Llosa lo conoció a los once años de edad. Pedro Llosa, el abuelo, un atildado caballero de aficiones literarias, y Carmen Ureta, su mujer, estaban emparentados con varios de los 198 conquistadores españoles que en 1540 fundaron la villa de Arequipa.
Cuando cumplió un año, la familia se mudó a Cochabamba. De Cochabamba, los Llosa se mudaron a Piura y luego a Lima; pero tanto sus abuelos, como el escritor, jamás olvidaron sus raíces con esa ciudad, a la que llegó el primer Llosa a inicios del siglo XVIII.
La Casa Museo se inauguró en abril de 2014, con la presencia de Vargas Llosa, y debió ser restaurada para convertirla en museo. Durante los trabajos se hallaron cuatro tumbas pre-incaicas. La visita guiada lleva algo más de dos horas y se admite, por día, menos de cincuenta visitantes. Durante la misma, se proyectan películas 3D; hay mucho material audiovisual y fotos, además de gran cantidad de libros y una colección de objetos personales.
En la actualidad hay 17 salas ambientadas cronológicamente. La última, “El Inmortal”, fue inaugurada con motivo del Congreso de la Lengua y recuerda la incorporación de Vargas Llosa a la Academia Francesa, en febrero de 2023, a cuyos integrantes se los llama “inmortales”.
La Sala 1, cronológicamente, corresponde a la casa de la familia Llosa Ureta, los abuelos, de 1936. La Sala 3 es el cuarto en que nació el escritor peruano. La Sala 12 reúne literatura y política: recuerda cuando en 1990 Vargas Llosa se postuló como candidato a la presidencia, contra la candidatura de Alberto Fujimori, y perdió. Finalmente, la Sala 16 reúne diplomas y medallas de los múltiples premios que recibió, incluido el Nobel, en 2010. En este caso, la medalla y el diploma original están guardados por la familia y no son los que se exhiben.
En Conversación en La Catedral, quizá su novela más citada, el protagonista se hace la célebre pregunta: “¿En qué momento se habrá jodido el Perú?”. Los recientes acontecimientos políticos, con la destitución de Dina Boluarte y la asunción de un nuevo presidente semanas atrás, confirman su vigencia. Pero el interrogante, qué duda cabe, también nos interpela a nosotros.
