Día tras día se debilitan los cimientos del orden multilateral construido tras la Segunda Guerra Mundial, en parte por el persistente hegemonismo, el unilateralismo y un modelo de poder exacerbado y sin restricciones.
La dificultad para alcanzar consensos duraderos sobre seguridad, economía o el desarrollo tecnológico revela un mundo incierto y desorientado, que se pregunta: ¿qué tipo de sistema de gobernanza global se debe construir? y ¿de qué manera debe promoverse su reforma?
En este escenario de desconcierto, China emerge con una propuesta alternativa: la construcción de una “comunidad de destino humano compartido”, concepto que resume su visión de un nuevo orden internacional. Esta narrativa no es solo retórica; se sustenta en un sistema teórico complejo, influido por el pensamiento marxista, los valores de su cultura tradicional y el pragmatismo propio de su modelo de desarrollo.
La construcción de su sistema teórico sustentado en principios tradicionales de “armonía y buena gobernanza”, incluyen cuatro grandes iniciativas que se integran a modo de un paradigma práctico que se propone resolver el déficit de gobernanza global.
Entre 2021 y 2025, China lanzó lo que denomina sus “Cuatro Grandes Iniciativas Globales”: Desarrollo, Seguridad, Civilización y Gobernanza. Estas propuestas buscan posicionar a China como un referente en el rediseño del orden mundial, desafiando la lógica occidental que ha dominado el sistema internacional desde el siglo XX. Las mismas proporcionan una importante guía estratégica para los esfuerzos actuales de China por construir una retórica discursiva propia que le otorgue deferencia en el ámbito internacional.
Como plantea el profesor Yan Xuetong, de la Universidad de Tsinghua, el ascenso económico de China implica también asumir mayores responsabilidades globales. “Si China quiere recuperar su estatus histórico como gran potencia mundial, debe actuar como tal”, afirma. No basta con crecer: se debe liderar.
Sin embargo, el liderazgo global no se encuentra en manos de una sola potencia. Según el académico chino, ni Estados Unidos ni China están hoy en condiciones de ejercer ese rol de forma efectiva. La competencia entre ambos frena la colaboración necesaria para abordar los desafíos comunes. Aun así, el equilibrio podría cambiar: si el liderazgo político de un país en ascenso supera al del Estado dominante, la relación de poder puede invertirse.
Gobernanza global con características chinas
En este contexto, el presidente Xi Jinping presentó el 1° de septiembre la más reciente de sus propuestas: la Iniciativa de Gobernanza Global, lanzada en la cumbre de la “Organización de Cooperación de Shanghai Plus”. En ella, sintetiza cinco principios: igualdad soberana, respeto al derecho internacional, multilateralismo, enfoque centrado en las personas y búsqueda de resultados reales.
Estos principios o “insistencias” son la última cristalización intelectual y el reflejo de la aplicación de una interesante e innovadora construcción teórica denominada “dos combinaciones”: por un lado, la fusión de los principios básicos del pensamiento marxista con la realidad concreta de China y, por otro, la combinación de los principios básicos del marxismo con la milenaria cultura tradicional china.
El quinto volumen de Xi Jinping: la gobernanza y administración de China sostiene que “tanto las experiencias históricas positivas como las negativas han demostrado que las “dos combinaciones” son la mayor arma mágica para el éxito”.
Así, por ejemplo, el principio de igualdad soberana une la visión marxista de la soberanía y la tradición china de “todos bajo el cielo son una sola familia”. Esta visión se originó en el clásico confuciano chino Libro de los Ritos: Li Yun: “Cuando se practica el gran camino, el mundo es público”.
El estado de derecho internacional conjuga el pensamiento legal marxista con el ideal chino del gobierno a través de ritos y leyes.
La adhesión al multilateralismo demuestra el profundo diálogo entre el pensamiento marxista de unidad internacional y la civilización china de la “coexistencia armoniosa”. El enfoque centrado en las personas, por su parte, fusiona las ideas marxistas con el humanismo del pensamiento chino. Y, finalmente, la búsqueda de resultados concretos refleja el pragmatismo compartido por ambas tradiciones.
¿Una alternativa viable?
Más allá de los endebles debates ideológicos -muchas veces reducidos a etiquetas-, lo cierto es que China no desafía las reglas del actual sistema internacional, sino que propone su revisión parcial. Por caso, la aspiración china de construir una “comunidad de destino humano compartido” implica repensar las relaciones internacionales desde una lógica menos confrontativa y más cooperativa.
Un ejemplo concreto es su planteo sobre la necesidad de reformar el Consejo de Seguridad de la ONU, buscando corregir su composición desigual. China propone mejorar la representación del llamado “Sur Global” y ampliar la participación de los países en desarrollo en la toma de decisiones. Además, aboga por fortalecer la Asamblea General como el principal canal intergubernamental de negociación en materia de seguridad.
A esto se suma la creación en mayo de este año de la Organización Internacional de Mediación (IOMed) en Hong Kong, la primera organización jurídica intergubernamental orientada a la resolución pacífica de conflictos mediante la mediación, en línea con los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
En definitiva, frente a un mundo marcado por la fragmentación, la desconfianza y la falta de liderazgos eficaces, la propuesta china abre un debate necesario y oportuno: ¿seguiremos apostando por un modelo de gobernanza global que muestra signos de agotamiento o nos atreveremos a explorar alternativas más inclusivas, aunque provengan de paradigmas no occidentales?
La respuesta, en última instancia, no dependerá solo de China, sino de la voluntad política y estratégica del resto del mundo para imaginar -y construir- un nuevo orden internacional basado en la cooperación, el respeto mutuo y la responsabilidad compartida.
Profesor de Relaciones Internacionales (IAPE-UCALP), especialista en Estudios Chinos (IRI-UNLP)
