
Cerca de 800.000 personas en España sufren de Alzheimer, aunque se estima que entre el 30 y el 40 % de los casos totales están sin diagnosticar. Esta enfermedad neurológica supone la principal causa de demencia en todo el mundo, así como la que más discapacidad genera en personas mayores en España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
La propia SEN asegura que en torno al 35 % de los casos de Alzheimer pueden atribuirse a nueve factores de riesgo modificables: diabetes, hipertensión arterial, obesidad, tabaquismo, inactividad física, depresión, inactividad cognitiva, hipoacusia y aislamiento social. De esta manera, ciertos cambios en nuestros hábitos de vida podrían protegernos frente a este tipo de demencia.
La inactividad física es uno de los factores de riesgo del Alzheimer, de la misma manera que lo es de otras múltiples afecciones. Ahora, un reciente estudio liderado por el Mass General Brigham de Estados Unidos ha descubierto que caminar un determinado número de pasos al día puede proteger frente a este trastorno neurodegenerativo. Aunque aún no existe una cura para el Alzheimer, comprender los factores que inciden en su avance resulta fundamental para el desarrollo de estrategias terapéuticas.
La investigación ha sido publicada en la revista Nature Medicine y revela que andar entre 5.000 y 7.500 pasos al día ayudaba a prevenir el Alzheimer. Mientras que los resultados revelaron que no existía relación entre la actividad física y la acumulación de amiloide, sí se observó una asociación clara entre el ejercicio y la reducción en la acumulación de tau y el deterioro cognitivo. No obstante, superar los siete mil quinientos pasos al día no aportó beneficios adicionales, ya que el efecto se estabilizó a partir de ese umbral.
Ejercicio contra el deterioro cognitivo
El estudio, encabezado por la neuróloga Wai-Ying Wendy Yau, se centró en 296 participantes del Harvard Aging Brain Study (HABS), con edades comprendidas entre 50 y 90 años y sin deterioro cognitivo al inicio de la investigación. Durante un seguimiento de hasta 14 años, los científicos evaluaron marcadores asociados al Alzheimer, como la presencia de las proteínas amiloide y tau, mediante escáneres cerebrales, y realizaron pruebas cognitivas periódicas. Además, cuantificaron la actividad física de los voluntarios utilizando podómetros portátiles.
Los autores advierten que es posible que quienes se clasificaron como moderadamente activos también participaran en otras actividades que influyeran en los resultados, pero la tendencia observada apunta a que la actividad física podría convertirse en un objetivo terapéutico accesible para la prevención del Alzheimer.
El uso de dispositivos de seguimiento de actividad física podría facilitar el monitoreo y la promoción de estos beneficios, según destacan los investigadores. Según ha comunicado el equipo, estos hallazgos “respaldan la idea de que combatir la inactividad física puede ser una estrategia en futuros ensayos clínicos aleatorizados para modificar la trayectoria de la proteína tau y la cognición en la fase preclínica del Alzheimer, y potencialmente ofrecer una meta de actividad física más comprensible y alcanzable para personas mayores sedentarias con alto riesgo de deterioro cognitivo”.
