Un buen ladrón (Roofman, Estados Unidos/2025). Dirección: Derek Cianfrance. Guion: Derek Cianfrance y Kirt Gunn. Fotografía: Andrij Parekh. Edición: Ron Patane. Música: Christopher Bear. Elenco: Channing Tatum, Kirsten Dunst, Ben Mendelsohn, Peter Dinklage, LaKeith Stanfield, Uzo Aduba y Juno Temple. Duración: 126 minutos. Calificación: apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: buena.
Jeffrey Manchester (Channing Tatum, en su mejor actuación) es un exsoladado que no logra encontrar su lugar en la vida civil. Se ve agobiado por problemas económicos que desembocan en otros familiares: no tiene dinero para comprarle un regalo de cumpleaños a su hija y está en crisis permanente con su esposa.
Su vecino y excompañero de la milicia Steve (LaKeith Stanfield), en cambio, disfruta de un pasar mucho más confortable porque complementa sus ingresos con una esmerada actividad como falsificador de pasaportes. Este amigo le aconseja a Jeffrey que saque provecho de su don, que es una extraordinaria capacidad de observación, para cambiar su vida. El exsoldado le hace caso y usa su habilidad para detectar la mejor forma de ingresar clandestinamente a un McDonald’s y hacerse con la recaudación. ¿Cuántos McDonald’s necesita robar para comprarse una casa y tener la vida que desea? Según parece, unos 40.
Jeffrey es un ladrón extremadamente amable que intenta ni asustar a sus víctimas e incluso le cede a una su propio abrigo antes de encerrarla en una cámara frigorífica. Su cortesía es, junto con sus entendibles circunstancias, un recurso para poner a los espectadores del lado del delincuente, aunque, cuando finalmente es atrapado, no tiene demasiado efecto sobre el tribunal, que lo condena a cinco décadas de prisión.
Afortunadamente, su habilidad para detectar detalles que los demás pasan por alto no lo abandona y encuentra el modo de escapar de la cárcel. Su mujer, sin embargo, rehizo su vida en tiempo récord y bloquea el contacto del prófugo con sus hijas. Sin nada ya que lo retenga, planea encargar documentación falsa a Steve para abandonar el país.
Mientras tanto, permanece oculto tras la decoración de un local de la juguetería Toys R Us, donde pasa las noches como en una fantasía infantil, jugando y comiendo dulces que toma de las estanterías y los días durmiendo en su escondite y espiando a los trabajadores con cámaras de vigilancia que instaló en las oficinas. Así, nota a Leigh (Kirsten Dunst, genial como de costumbre), una empleada atractiva, saturada de trabajo por el tiránico patrón Mitch (Peter Dinklage) aunque siempre generosa con sus compañeros. Galvanizado por su forzada soledad, Jeffrey empieza a sentirse involuntariamente seducido por esta mujer.

Si este resumen parece contar demasiado de la historia, vale la pena aclarar que se trata apenas de la primera media hora de una película de más de dos.
Este primer acto muy dinámico y cargado de peripecias parece ubicarnos en el rubro de los films de estafadores ingeniosos y mayormente de buen corazón, un poco como una versión de segunda selección de Atrápame si puedes (increíblemente, ambos films están basados en personas reales). El segundo acto, sin embargo, cambia de ritmo y deja de ser un thriller cómico para convertirse en una tragicomedia romántica entre “perdedores” del sistema. La película retrata una “Middle America” proletarizada, que hace rato despertó del Sueño Americano y en la que para llegar a fin de mes hay que someterse a la explotación de un empleador abusivo o dedicarse al delito.
La caracterización de los personajes se vuelve más detallada y emotiva, pero a cambio se pierde velocidad e ingenio. La buena química entre Tatum y Dunst hace que la narrativa nunca se vuelva una carga, aunque una vez que se muestran los hilos cada nuevo episodio del romance se siente como una cuenta regresiva demasiado larga hacia un final previsible. El realizador Derek Cianfrance (Blue Valentine) hizo una película amable, que intenta caerle bien a todo el mundo y, en ese proceso, sacrificó una película mejor.
