Con nueve gladiadores en la cancha, el técnico en la platea, el arquero titular lesionado, Sebastián Villa como estandarte y el guardavalla suplente Gonzalo Marinelli como héroe, Independiente Rivadavia se impuso 5 a 3 en definición por penales sobre Argentinos, tras empatar 2 a 2, y se consagró campeón de la Copa Argentina. Un triunfo épico para sumar su primera estrella en la elite del fútbol, también la primera para un equipo de Mendoza. Un éxito que deportivamente lo clasificó para jugar la Copa Libertadores 2026, mientras que la tesorería embolsará alrededor de medio millón de dólares.
Sin estudiarse, pero también con más empuje que claridad, Independiente Rivadavia generó el primer susto y un aviso de lo que lograría un puñado de minutos más tarde. Combinaron Álex Arce y Matías Fernández, que no tuvo recorrido en su pierna derecha y despachó un remate débil que atrapó con una mano Sergio Chiquito Romero, el experimentado arquero que sumó Argentinos para suplantar al lesionado Diego Rodríguez, de baja por la rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha.
Un inicio ambicioso y sorprendente de los mendocinos, que con una presión alta incomodaron a un rival que hace de la tenencia de la pelota un culto. Un error de cálculo de Romero, tras un envío de Osella –Chiquito se hizo visera antes del centro, quizás incómodo por la iluminación-, y el paraguayo Arce tomó rédito de la falla del arquero para enseñar las credenciales de goleador con un martillazo de cabeza. El artillero fue una pieza determinante en el ascenso en 2023: 26 goles en 31 partidos, una marca que desató el interés de varios clubes argentinos, aunque el delantero se marchó a Liga Deportiva Universitaria de Quito.
En la operación, la Lepra tuvo una ganancia de 1.500.000 de dólares, tras comprarlo por US$ 3 millones a Sportivo Armeliano, de Paraguay, y transferirlo en US$ 4.500.000. En Ecuador no aflojó en sus números y alimentó la racha con 42 festejos en 65 encuentros, pero al no recibir una mejora económica en su contrato aceptó la oferta para regresar: por el mismo monto, pero Liga se quedó con el 20% de una futura venta.
Sin la posesión, Argentinos no lograba desplegar los argumentos que posibilitaron acceder a la final con una estadística perfecta: cinco partidos, cinco triunfos, y Tomás Molina como uno de los goleadores de la Copa Argentina, con cinco estocadas.
Increíblemente la noche lo vestiría luego con el ropaje del villano. El atacante descubrió en un pase de López Muñoz una oportunidad, aunque la rápida reacción del arquero Emanuel Centurión bloqueó el remate. El árbitro Nicolás Ramírez –candidato a dirigir el domingo el superclásico– anuló la acción; en 22 minutos, el bonaerense amonestó a Maximiliano Amarfil, Matías Fernández y Sebastián Villa: los dos primeros por foules, y el colombiano, por protestar.
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🇦🇷🔝 @CSIRoficial se consagró campeón de la @Copa_Argentina y disputará la CONMEBOL #Libertadores en 2026.#GloriaEterna pic.twitter.com/z79LlMU7GS
— CONMEBOL Libertadores (@Libertadores) November 6, 2025
Los gestos y las indicaciones del entrenador Nicolás Diez eran un síntoma de que su equipo, de los que mejor juegan en el fútbol argentino y que animó en toda la temporada –ganó la Zona A en el torneo Apertura-, se enredaba ante la postura combativa y de esfuerzo que enseñaban los mendocinos. La conducción de Alan Lescano y de López Muñoz no era suficiente, porque los espacios para marcar la diferencia no asomaban.
El ímpetu que exhibía Independiente Rivadavia recibió un golpe, con la segunda amonestación que recibió Amarfil. El volante rionegrino aceptó el error, dejó la cancha envuelto en lágrimas y el entrenador Alfredo Berti junto a su cuerpo técnico protestó la severidad, alegando que la primera tarjeta –falta sobre Federico Fattori- fue un exceso. Para el segundo tiempo, la Lepra no ensayó modificaciones y Argentinos hizo un cambio ofensivo: Lautaro Giaccone reemplazó a Sebastián Prieto, y en su primer intervención Luciano Gómez rechazó sobre la línea de gol y el arquero Centurión capturó el balón.
Con una actitud más agresiva y la disposición de las piezas, por momentos defendía con tres jugadores, Argentinos se llevó por delante a Independiente Rivadavia. Con juego, moviendo la pelota, arrinconó a un rival que se dedicó a agruparse, acortar espacios y apostar a la velocidad de Villa para explotar los contraataques que cada vez eran más esporádicos.
Las conversaciones de los entrenadores con sus ayudantes de campo eran el reflejo de la preocupación, aunque cada uno tenía una consigna diferente: Berti, cómo detener las ofensivas de Argentinos; Diez, el modo de perforar el bloque defensivo sin perder el estilo, el sello que llevó a jugar la final.
El resumen de la final de la Copa Argentina
La Lepra con un contrataque que lideró Villa –también interceptó el pase de Fattori-, aumentó con una perfecta definición de Fernández, que desparramó a Leandro Lozano y dejó inmóvil a Romero. Argentinos respondió al golpe que le asestaron con una asistencia de Giaccone y la estocada de Lescano. Con Sosa y Betancourt, dos delanteros, en reemplazo de Román Riquelme y Fattori, Diez jugó dos cartas de ataque para reescribir la historia.
El roce y el tumulto entre los jugadores, tras el incidente entre Berti -expulsado- y López Muñoz, el primer episodio de un juego que dejó de ser dinámico y se hizo cortado. Se sumó la lesión de Centurión, reemplazado por Marinelli, y la expulsión de Alejo Osella… Trece minutos de adicional, el gol de Erik Godoy para estirar la definición, la doble atajada de Marinelli a Molina y la puñalada de Villa en los penales para gritar: ¡Independiente Rivadavia campeón!
