Jo Shirriffs llega a la sede de la Essarp (Asociación Académica de Hablantes de Inglés del Río de la Plata), en Saavedra, con un pantalón de vestir, zapatillas deportivas y una mochila de trekking. Frente a un público de unas 10 autoridades de colegios bilingües de Buenos Aires, la directiva del exclusivo colegio escocés Gordonstoun comienza su presentación acompañada por un Power Point que sorprende a su audiencia desde la primera diapositiva.
A diferencia de en las típicas postales escolares, a los alumnos de Gordonstoun no se los muestra posando firmes y en hileras, sino en medio de los escenarios más variados: trabajando como bomberos, en un velero en medio del mar, con palas en sus manos mientras hacen refacciones en un puerto cercano, también con las botas mitad sumergidas en un lago durante un trekking por los highlands escoceses.
La mayoría de estas experiencias no son aisladas, sino más bien actividades que se repiten de manera semanal o mensual y que forman parte de la rutina y la currícula de los estudiantes de Gordonstoun. En esta institución, que está cerca de cumplir los 100 años, las clases de matemática, ciencia y literatura se entremezclan con actividades obligatorias de servicio a la comunidad, una gran variedad de deportes y varias horas a la semana dedicadas a que los chicos -la mayoría pupilos- descubran su “Gran Pasión”.
Gordonstoun siempre fue conocido en el Reino Unido por ser uno de los colegios más exclusivos y tradicionales, pero principalmente por haber tenido entre sus alumnos al Príncipe Felipe de Edimburgo y a sus tres hijos varones, entre ellos, el actual Rey Carlos III.

En el mundo, en cambio, esta institución de los highlands escoceses cobró especial renombre tras el estreno de la serie The Crown, donde a lo largo de varios capítulos se ve al actual monarca británico como interno, construyendo un pórtico bajo un clima extremo, siendo obligado a tomar duchas de agua helada y participando de competitivos desafíos deportivos que en realidad, señala su directora, nunca existieron.
Es un colegio de casi 100 años que funciona en un campus con un edificio central del siglo XIV, ubicado a 20 minutos de Inverness. Se reinventó en 1973 cuando comenzó a recibir alumnas y pupilas mujeres, y hoy se reinventa constantemente al calor de los cambios tecnológicos, pedagógicos y del contexto histórico. Actualmente, por más que sigue teniendo una mayoría de alumnos británicos (aproximadamente el 60%), el colegio tiene estudiantes de 47 nacionalidades diferentes.

Pero, al mismo tiempo, se mantiene fiel a su filosofía inicial, creada en 1934 por su fundador, el judío alemán Kurt Hahn, quien se instaló en el norte escocés tras huir de la Alemania nazi. Es una pedagogía basada en la importancia del servicio a la comunidad, el deporte, el contacto con la naturaleza y el compañerismo para el desarrollo del carácter y del liderazgo. Hahn sostenía que estos pilares eran fundamentales para el desenvolvimiento de sus alumnos en los exámenes y también en la vida en general.
Hoy, más de 90 años después, Shirriffs sostiene que estos lineamientos están más vivos que nunca: “Nosotros siempre repetimos: ‘Cuanto más loco se vuelve el mundo, más sentido cobra nuestro tipo de educación’”, resalta la directora durante una entrevista con LA NACION, pocas horas antes de partir hacia São Paulo, donde visitará colegios bilingües, tal como hizo en Buenos Aires. Su recorrido porteño incluyó los colegios Michael Ham, Northlands, St. Andrews, Newman y Goethe-Schule, donde tuvo reuniones con directivos para tejer lazos y dar a conocer el programa de campamento de verano que ofrece su colegio.

“Seguimos siendo muy fieles a lo que Hahn estableció porque creemos que funciona y vemos que funciona. Lo que observamos en nuestros alumnos y exalumnos es que, sea lo que sea a lo que se dediquen, les va bien. Y en parte eso se debe a que les hemos brindado el apoyo para que den el salto hacia lo que elijan hacer“, sostiene Shirriffs, quien además de directora es vecina de la institución y madre de dos estudiantes. Su hija menor cursa secundaria, mientras que su hijo mayor ya se ha graduado, y actualmente estudia Ingeniería en Cambridge.
-En la página de su sitio web definen el colegio como un internado ‘adecuado para reyes’. ¿Por qué?
-Eso se refiere a que la familia real nos eligió. Y diríamos que nos eligieron por la educación que ofrecemos, particularmente en términos de liderazgo. La familia real nos eligió por una razón y creo que han visto los beneficios, a la vez que creo que cualquier familia que elija Gordonstoun diría que puede ver los beneficios en sus hijos.
-Muchos de nosotros conocemos la experiencia de los miembros de la realeza en Gordostoun a través de lo que se muestra en The Crown. ¿La serie representa de manera fidedigna el colegio?
No, eso es muy interesante. En realidad nunca he visto The Crown, aunque sé que debería. Por lo que me han comentado quienes la vieron, la representación que hacen es bastante ficticia. En la serie existe esta idea de que Carlos III no disfrutó de nuestra escuela. Pero él mismo dijo que eso no es cierto. No le gustaba estar lejos de su casa, ser pupilo. De hecho, él ha hablado muy positivamente sobre el impacto que este colegio tuvo en él. Obviamente, él ha asumido un papel de liderazgo. Creo que mucho de eso y también su respeto por el medio ambiente provienen de su tiempo en Gordonstoun.

-Históricamente, y hasta el día de hoy, sus alumnos de los últimos años realizan distintos servicios a la comunidad, como participar del escuadrón local de bomberos. ¿Es un servicio obligatorio? ¿Tienen la posibilidad de elegir cuál hacer?
-Es obligatorio, es parte de la currícula. Ellos eligen qué servicio hacer, pero eligen solo uno, porque tienen que concentrarse en ese y tienen que entrenar. Si van a estar en el servicio de bomberos, tienen que entrenar para ser bomberos, porque en realidad forman parte del servicio escocés de bomberos y rescate. Así que tienen que tener la formación adecuada y focalizarse en eso. Si suena la alarma, tienen que ir. Cada uno de ellos está de guardia una semana de cada cuatro aproximadamente. Y, si la alarma suena mientras están en clase, tienen que levantarse y correr. Y si están durmiendo, tienen que saltar de la cama y correr hasta la estación de bomberos. Es gracioso porque, como solo caben seis en el camión de bomberos, todos quieren llegar primero, así que quizás de noche te encontrás a chicas corriendo en pijama y sin zapatos intentando llegar primero a la estación de bomberos.
-Imagino que no todos son bomberos…
-Hay más de una decena de opciones. Pero solo eligen una actividad, y luego entrenan esa actividad todos los miércoles por la tarde. Algunos son guardias costeros, por ejemplo. Son alumnos que entrenan con el servicio nacional de guardacostas y acuden a llamadas ante emergencias, principalmente por personas desaparecidas. También hacen salvamento marítimo. También hay socorristas. Mi hijo, por ejemplo, entrenó para ser socorrista, y su servicio consistía en vigilar las sesiones de natación para estudiantes y también las sesiones de natación de la comunidad. Los mismos alumnos gestionan el servicio de socorrismo, así que esa es otra oportunidad de liderazgo. Mi hija participa en el programa de liderazgo al aire libre, por lo que está entrenada para usar el rocódromo. Tenemos un rocódromo en nuestro centro deportivo y ella apoya a los niños más pequeños del colegio y de la comunidad que lo utilizan.

-Entre las materias de los estudiantes aparece en la currícula una categoría llamada Gran Pasión, para el desarrollo de un pasatiempo. En términos concretos, ¿cómo funciona?
-Durante los años 9 y 10 de escolaridad, los estudiantes eligen un proyecto a desarrollar. Puede ser cualquier cosa, pero tiene que ser uno solo por año. Se trata de darles el tiempo y el apoyo para hacerlo. Se les asigna un profesor como tutor, y se les dan horas semanales para explorar este campo que elijan. Esa fue una de las cosas que introdujo Hahn al programa educativo. Lo hemos revisado de nuevo y seguimos pensando que es relevante. Es realmente interesante. Hahn realmente sentía que eso ayudaba a desarrollar la confianza en ellos mismos.
-¿Cuáles son los proyectos más llamativos que has visto?
-Un estudiante escribió una novela, y una novela larga, de unas 500 páginas. Recuerdo otro que desarrolló sus propios perfumes y de hecho, ahora que ya se graduó, lo continúa haciendo. Lo realmente interesante es cuando se centran en su gran pasión y luego continúan haciéndolo en su tiempo libre. Un chico se ha dedicado a la mecánica de bicicletas. Mi hijo construyó un avión a escala y luego hizo un cortometraje sobre todo el proceso y lo presentó a toda la escuela.

-¿Por qué creés, tal como has dicho en la charla, que el tipo de educación que brindan es especialmente necesaria en la actualidad?
-Por el enfoque en el carácter y las herramientas que les damos a nuestros jóvenes para afrontar el mundo loco en el que se adentran. Creemos que todo lo que está integrado en nuestro plan de estudios los ayuda a prepararse para afrontar todo lo que tendrán que hacer cuando terminen la escuela. Nos referimos a las circunstancias difíciles a las que se enfrentan en la escuela, a lo que aprenden de ellas, la resiliencia que desarrollan como resultado, la responsabilidad que tienen que asumir.
– ¿Los alumnos son conscientes de esta ganancia de aptitudes que mencionás?
–Creo que sí. Hay conversaciones al respecto. El propósito detrás de las actividades y los servicios que brindan es algo que se habla mucho. Les preguntamos: ‘¿Saben por qué les pedimos que hagan esto?’ Cuando se van de expedición también hay conversaciones sobre el por qué. Y después, cuando regresen, se les pregunta: ‘¿Qué han aprendido?’ Así que sí, yo creo que lo ven.

La Universidad de Edimburgo ha realizado una investigación sobre los efectos a largo plazo de nuestras actividades al aire libre. Gran parte de esa investigación se basó en conversaciones con ex alumnos, donde ellos contaban lo que sentían que habían aprendido en Gordonstoun y lo que luego aplicaron en su vida y en sus carreras profesionales. Los resultados han sido muy favorables. Ahora estamos buscando ampliar esta investigación.
-Imagino que hoy, con la dependencia que hay a los celulares, especialmente entre adolescentes, debe ser complicado y desafiante mantener su pedagogía
-Sí, yo creo que nuestro principal desafío es el digital, los teléfonos móviles. No soy profesora, así que no trato con los alumnos a diario en el aula, aunque sí trato a diario con los chicos que participan de la escuela de verano. Pero lo veo. No es solo el contenido al que pueden acceder en sus teléfonos móviles, sino también qué se pierden cuando están con sus teléfonos móviles, la adicción y el impacto que tiene en sus interacciones entre ellos y con la comunidad en general.
–¿Observás estos efectos en los alumnos del colegio?
-Sí. Lo veo especialmente entre quienes vienen a hacer la escuela de verano. Les quitamos los teléfonos en determinados momentos del día, y cuando no tienen sus teléfonos, están contentos, son niños. Y en cuanto recuperan sus teléfonos, dejan de interactuar. Implementamos controles, pero siempre van un paso por delante. No podemos controlar del todo lo que ven, pero lo que sí podemos hacer es intentar involucrarlos en conversaciones sobre lo que oyen y leen. Creo que eso es realmente importante.
–Con tanto tiempo dedicado al servicio, el deporte, las artes, ¿Los alumnos tienen tiempo para estudiar?
-Sí, tienen tiempo para estudiar. Tienen clases normales durante el día escolar. Tienen horas específicas para estudiar. Tienen su tiempo de preparación por la noche y también tienen tiempo los fines de semana. En Inglaterra cenamos bastante temprano y en Escocia también. Así que los chicos cenan a las 17:30. Y luego tienen la tarde para estudiar. Quiero decir, no somos una escuela selectiva. No elegimos a los estudiantes en función de su capacidad académica, pero obtenemos buenos resultados. Tenemos estudiantes que van a Oxford y Cambridge y que se desenvuelven muy bien en sus campos laborales.
Al mismo tiempo, seguimos siendo muy fieles a lo que Hans estableció porque creemos que funciona y vemos que funciona. Lo que observamos en nuestros alumnos y exalumnos es que, sea lo que sea a lo que se dediquen, les va bien. Porque les hemos brindado ese apoyo para que den el salto a lo que elijan hacer.
