La historia detrás de la visita de Maradona a Oxford: el ex maletero de hotel que venció la resistencia del alumnado

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“Yo soy simplemente Esteban. Si querés -para la nota- poné ‘profesor’ o ‘docente de la Universidad de Oxford’, que es lo que hago. Me da no sé qué hablar de mí“, dice apenas comienza la entrevista. Esteban Cichello Hübner no dirá su edad en toda la charla. Pero sí contará, porque lo recuerda como si hubiese sido ayer, cómo logró lo impensado: que Diego Maradona visitara Oxford.

Esteban y Diego Maradona en Oxford

-¿Cómo surgió la idea de llevar a Diego Maradona a Oxford?

-Desde chico Maradona fue una inspiración para mí por mi historia de vida.

Para hablar de su historia Esteban regresa a su Córdoba natal: “Nací en La Falda, Córdoba, y de chico viví en La Cumbre, enfrente a la Plaza San Martín. Éramos una familia ‘normal’, hasta que mis padres se separaron de manera muy conflictiva. Era claro que lo de ellos no iba a funcionar: mi madre tenía 14 años cuando quedó embarazada y a los 15 se casó con mi papá que tenía 19. No se llevaban bien, pero todo explotó cuando mamá lo encontró besándose con otra mujer en la calle. Ese día yo estaba con ella. Me acuerdo que volvimos a casa, empacó todo, nos agarró a mi hermano y a mí, y nos fuimos a Buenos Aires. Yo tenía 7 años. Terminamos en un galpón, con piso de tierra, sin electricidad ni agua -tenía que ir a buscarla-, en un terreno en San Isidro que mi abuela materna, Raquel, había comprado en cuotas con mucho sacrificio. A mí me gustó, era como una aventura”, recuerda.

Pero la aventura se convirtió en duelo cuando un auto atropelló a Raquel y la madre de Esteban quedó sola con tres chicos. A los nueve, Esteban empezó a trabajar en el almacén de Doña Lolita, y a la tarde iba a la escuela. La lectura fue refugio: sin tele ni radio, “me fascinaban las palabras y los idiomas”, recuerda, hasta hojeaba un libro en francés fingiendo que entendía.

Un día, en la televisión de otra casa, vio a un Maradona niño, pobre como él, decir: “Quiero jugar en un Mundial”. Y ahí pensó: si él llegó, yo también puedo llegar.

El hogar de Esteban Cichello Hübner durante su infancia en San Isidro

Caramelos Media Hora

-¿Cómo fue tu adolescencia?

-Quería estudiar, pero dejé la secundaria a los 14 para trabajar de cadete. Andaba con la guía Filcar a cuestas, conocía todas las calles porque me ahorraba la plata que me daban para viajar y hacía el recorrido a pie.

-¿Hubo alguien que te marcó un nuevo rumbo?

-Un día, un señor del tren, Germán González Chiappe, director de Festo Pneumatic, me ofreció trabajo con una condición: retomar la escuela en horario nocturno. Eso me cambió la vida. A veces no hace falta premiar a los pobres con dinero, simplemente mostrarles el camino y ponerles condiciones. Él podría haberme dado el trabajo y listo. Pero me puso esa condición… Fue muy duro, pero es una de las cosas que siempre decía mi abuela Raquel: “¡Sin sacrificio, no hay beneficio!“.

“Después de mi experiencia en Festo, empecé a trabajar de bellboy en el Hotel Conquistador. Estaba en la puerta todo el día, pero justo era el hotel donde se hospedaba el plantel de Boca antes de los partidos. Teníamos prohibido hablarle a los jugadores, pero a mí se me detenía el corazón. Para mí, Maradona era Dios. No por el fútbol, sino porque había sido mi inspiración desde chico.

Entre dientes le decía: “¿le llevo el bolso?“. Y nunca me respondía, hasta que un día se detuvo y me dijo: “El bolso me lo llevo yo, pero te doy un caramelo”. Se metió la mano en el bolsillo, que siempre los traía llenos de caramelos, y me dio un Media Hora. Yo, de la emoción, lo desenvolví rápido, me lo puse en la boca y, de los nervios, me atragante. “¿Estás bien, petiso?!”, me decía Maradona mientras me golpeaba la espalda. Se asustó. Le dije que sí, creo que me lo tragué entero. «¿Cómo te llamás petiso?“, me preguntó. Dido, de apellido y Esteban, de nombre«, respondí. Diego lo entendió enseguida, era rápido, se rio y me abrazó. Desde ese día empezó la pica entre los bellboys y el personal del hotel porque él me saludaba, sabía mi nombre, que yo era pobre y me traía corbatas de regalo… Pero cuando se acabó la liga, se acabó Maradona en mi vida», recuerda.

Años después, Esteban terminaría estudiando Estudios Europeos y Sociales de la Unión Europea en la Universidad de Oxford. Pero su camino no fue recto: “Trabajé en el Sheraton, un hotel colosal; y cuando Tito Lowenstein abrió el centro de esquí en Las Leñas, trabajé ahí. Pude ahorrar, no había en qué gastar… Ahorré y me fui a Israel a estudiar, pero esa es otra historia”.

La revista El Gráfico llevó la visita de Diego Maradona a Oxford en tapa

“Why don’t you bring Evita

-¿Cómo surgió la idea de llevar a Maradona a Oxford?

-A diferencia de los centros de estudiantes argentinos que hacen de la universidad un circo, aquí los centros de estudiantes enriquecen la vida de los estudiantes. Yo militaba y la militancia se hacía para traer oradores que enriquecieran la vida académica. Yo había propuesto de oradores al rey Huséin de Jordania, a la madre Teresa de Calcuta… y todos votaban a mi favor, estaban de acuerdo. Y así, propuse a Maradona.

-¿Qué te motivó a proponerlo?

-Quería romper moldes y tender puentes entre la academia y la cultura popular. Para mí Diego era ejemplo de sacrificio y superación.

-¿Cuál fue la reacción?

-En la comisión éramos unos 20: cuando propuse a Maradona, solo yo levanté la mano. Hubo objeciones morales: “¿Cómo vamos a invitar un drogadicto a Oxford?“. Me acuerdo de alguien me respondió muy pedante: ‘Why don’t you bring Evita, the singer?’. Creo que se confundió con Madonna… Le respondí que Evita había muerto y que creía que nunca había cantado.

Una jornada memorable: 6 de noviembre de 1995, Maradona expone en Oxford junto con Esteban Cichello Hübner

-¿Cuál fue tu argumento principal para convencer al comité que aprobó la invitación?

-Contesté con el argumento de su valor simbólico y comparé con otros invitados polémicos (como O. J. Simpson, que había sido invitado por otro). No me quedé con su rechazo. Fui a la radio, a la BBC, y dije que Maradona no era “famoso por la droga”, sino por su talento y por lo que su historia representaba. Era un ejemplo tanto de lo que hay que hacer como de lo que no hay que hacer. Ahí gané el voto y aprobaron el viaje de Maradona.

-Aunque toda esta movida sin saber si Maradona iba a aceptar venir….

-¡Claro! Recién después le mandé una invitación formal y respondió su abogado diciendo que Diego no podía porque estaba muy ocupado.

Maradona en Oxford

-¿Después de todo todo tu esfuerzo la rechazaron?

-No podía creerlo. ¡¿Quién le dice que no a Oxford?! Nadie. Tuvimos presidentes en ejercicio, Ronald Reagan, Gorbachov… una visita acá te da una fama mundial. Así que decidí escribirle una carta a mano recordándole que era yo, “el chico del caramelo”. Le envié la carta por correo simple a su casa.

-Sin saber siquiera si iba llegar…

-Sí, un día me llamaron a la Oxford Union: era él. Pensé que era una broma, no lo podía creer. Me dijo: “Venite a Buenos Aires a buscarme y voy”, estaba jugando en Boca, segunda vuelta.

Esteban Cichello Hübner, en la universidad de Oxford. Su historia es un sinónimo de esfuerzo y dedicación.

-¿Y viajaste a Buenos Aires para buscar a Diego?

-Fue muy difícil que me aprobaran el presupuesto para que viaje a buscarlo, pero lo hicieron. Porque siempre se paga el pasaje, pero del invitado. Fui, pasé días en su casa, creo que estaba en calle Segurola, preparamos el discurso con Claudia, Guillermo y su entorno; coordinamos la logística.

-¿Qué recordás de los días previos a la llegada de Diego a Oxford?

-Estábamos por tomar el avión, en una sala VIP de Ezeiza, cuando me dice: “Esteban cambio de planes, nos vamos a Estados Unidos”. Él se hizo cargo de todos los gastos y los pasajes que tanto me habían costado conseguirlos por la Oxford Union, todo abandonado. Recuerdo que hasta apareció en embajador de los Estados Unidos en Ezeiza. Cuando llegamos a Nueva York había decenas de policías… ¡para pedirle autógrafos! De Nueva York a Londres viajamos en el Concorde, tres horas de vuelo.

Diego Maradona y su hija Giannina en Oxford

-Finalmente, Maradona llegó a Oxford. ¿Qué sentiste?

-Una mezcla de alivio, orgullo y vértigo. Sentí que estábamos haciendo algo histórico.

Camiseta que el 10 le obsequió a Esteban

-¿Cómo fue ese encuentro?

-Maradona estuvo en Oxford unas 18 horas. La charla duró alrededor de una hora (30 minutos de discurso y otros de preguntas). Habló, entre otras cosas, de crear un sindicato mundial de jugadores, él no avalaba que hubiera jugadores en África que ganaran tan poco y otros millones. También pidió un minuto de silencio por el primer ministro israelí Isaac Rabin, asesinado el día anterior. Y, como no podía faltar, hizo jueguitos con una pelotita de golf. Después: firmas, saludos y a seguir viaje… Estábamos extenuados, fue maratónico.

-¿Es cierto que fue la charla “más convocante” de Oxford?

-Fue masiva: el salón de 800 estaba a tope; pusieron pantallas en los jardines y calculamos unas 2000 personas. Hubo detectores de metales por seguridad, ya que la guerra de Malvinas estaban cerca en el recuerdo. La prensa británica lo llevó en tapa al día siguiente. En convocatoria, la presentación de Maradona fue la más convocante después de la visita de la reina Isabel en 1968. Fue increíble.

-¿Cuál fue el momento más simbólico de la jornada?

-En Oxford le dimos un título simbólico de “maestro inspirador”. Y la imagen de los estudiantes coreando su nombre fue inolvidable. Creo que él también lo disfrutó mucho, en su libro escribió que después del nacimiento de sus hijas, la invitación a Oxford había sido el mejor regalo. Él se sintió muy honrado.

Esteban Cichello Hübner es un profesor y traductor especializado en idiomas, estudios europeos y relaciones internacionales.

-¿Qué te dijeron los alumnos y profesores después de escuchar a Maradona hablar allí?

-La repercusión en la Oxford Union siempre es inmediata: lo de Diego fue tapa de todos los diarios. Para muchos estudiantes fue inolvidable: algo distinto, más humano. La institución marca agenda y eso se notó.

-Y pensar que casi no la aprueban…

-Sí. Además, me acuerdo que Carlos Heller, el que está ahora en el Congreso y que en ese entonces era algo de Boca, no me acuerdo qué [NdE: vicepresidente] hizo todo lo posible para que Oxford lo desinvitara. Hasta me llamó por teléfono exigiéndome que “cancelara”. Yo no sabía ni quién era. Heller tenía miedo que Maradona no regrese para el partido contra Vélez.

-Pero regresó…

-Por poco [risas].

-¿Qué pasó?

-Cuando ya salíamos para el aeropuerto Diego dijo: “Esteban, vamos a Londres. Quiero ir a Versace”. Estábamos bien de tiempo, pero no podíamos abusar. Era hora pico y había mucho transito. “Un poquito”, me suplicó y no sé por qué yo dije que sí. Entramos a la tienda, compró algunas cosas. Y nos avisan que había atasco de tránsito, que no íbamos a llegar a horario para el vuelo. Diego me dice: “¡Conseguime un helicóptero!”. Yo me quedé helado. “¿De dónde saco un helicóptero?» dije. “¡De un hospital!”, tiró. Son esas cosas que él tenía. Un policía, que escuchó la conversación y tiró la solución: el subte. A Diego le encantó la idea.

Después de su visita a Oxford, Diego Maradona protagonizó una simpática producción de fotos con toga y birrete

-¿Todos al subte?

-Sí. Pero antes lo disfrazamos. Era noviembre, hacía frio, le pusimos: gorro, anteojos, bufanda, estaba irreconocible. Dejamos los autos y bajamos al subte con las valijas y bolsas. Era hora pico, el subte estaba abarrotado de gente y como toda la comitiva no podía subir al vagón, Guillermo Coppola —que es grandote— sostuvo la puerta para que pudiéramos subir todos. Una mujer lo empujó con mucha fuerza y el momento fue tan absurdo que Diego se tentó y empezó a reírse a carcajadas. Parecía que el disfraz funcionaba hasta que unos japoneses ataron cabos: ellos tenían un diario en la mano y conectaron la foto con las nenas, Dalma y Gianina. Uno de ellos lo mira y le dice: “¿Dieeegooo?“. Diego asiente y le firma el diario. En segundos, todo el vagón se dio cuenta: murmullo, pedidos de autógrafos. Un caos lindo. Igual llegamos y tomó el vuelo. Ese contraste me quedó grabado: de Versace al disfraz, del caos del subte a la ternura de ver a la gente feliz por dos segundos con él.

Diego Maradona con toga y birrete entre graduados de Oxford

-¿Qué creés que simbolizó ese encuentro entre un ídolo popular y una élite académica?

-Que la inspiración y el conocimiento no están reservados a una élite. Me dolió cuando Sebreli me llamó “errático” por invitar a un futbolista; él no entendió que Diego era un ejemplo de sacrificio. Y mi lema en la vida es que “sin sacrificio no hay beneficio”. No quiero hablar de política, pero hoy en la Argentina Milei tiene bien en claro esto. Además, Maradona era una persona muy inteligente sin tener una educación formal. Después de Maradona, la Oxford Union siguió invitando más deportistas y figuras de cultura popular como Morgan Freeman, Clint Eastwood… ¿Milei? Me encantaría que venga, sería un honor que venga a hablar a la universidad. Creo que hoy, él y Messi son los argentinos más conocidos en el mundo.

-¿Qué le dirías hoy a Diego, si pudieras hablar con él otra vez?

-Te fuiste demasiado pronto. Quizás ahora estás tranquilo, porque lo molestaban mucho. Te extraño.

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