Este jueves llega a los cines El Portal, segunda película como director del, también actor, Mariano Argento, un rostro conocido por todos por sus numerosas participaciones en películas y series televisivas. Poliladron, El secreto de sus ojos, El robo del siglo, El encargado, El Marginal, Farsantes y Camino al amor son algunos de sus trabajos más destacados en pantalla, así también como una emblemática publicidad de la entonces AFIP en la que interpretaba a un empleador que decidía poner a todos sus trabajadores en blanco.
“A mí no me afecta si me conocen por Mariano Argento, o si me conocen por el nombre del personaje; a mí lo que me gusta es que me digan: ‘Che, qué bien que hiciste esto’. Con eso me alcanza”, cuenta a LA NACION en un encuentro en el que se muestra feliz por el estreno de la segunda película que dirige, mientras se encuentra en pleno rodaje de su tercer proyecto.
-Todos te conocemos porque te vimos en muchas producciones, pero habrá gente que no sabe cómo te llamás…
-Me ha pasado. Me dicen los nombres de los personajes.
-¿Y cómo lo vivís?
-Mi carrera actoral, básicamente, siempre traté de manejarla desde un lugar en que tuviera la posibilidad de elegir cosas que me dieran prestigio. O sea, no reniego de la popularidad, al contrario, me gusta, pero solamente elijo eso cuando estoy realmente económicamente mal, que voy a buscar el mango. No digo que reniegue, pero trato, en lo posible de ser un poco selectivo al momento de elegir. Me gustan los personajes difíciles.
-Además, vos formás actores…
-Exacto, buscar desafíos interesantes, o por el género, o por la película, o por el libro, o por lo que diga, o por el personaje en sí. Entonces creo que desde ese lugar, la gente cuando me saluda, me dice: “Qué bueno esto que hiciste en tal serie”. El juez Lunati, Romano, el comisario Gómez… Vos pensás que yo hice Farsantes para Eltrece, y yo entraba a la cancha, y la policía me abría la cadena y me decía “pase, comisario”. Y yo le contestaba: “Che, es ficción”. Esa identificación con el personaje está, pero tal vez ese nombre no.
-Tuviste momentos de mucha masividad, como cuando hiciste la publicidad de la AFIP…
-Esa explotó porque fue masiva; también El secreto de sus ojos, porque la película ganó el Oscar, Gómez en Farsantes, en El robo del siglo era uno de los ladrones… Cuando hice El marginal, el juez Lunati identificado con la corrupción que pueda eventualmente existir en la justicia o no, algunos jueces estaban molestos. Luis Ortega, en su momento, me decía: “Quiero que llores a tu hija que la estás buscando mientras te comés un sándwich de chorizo, quiero esa dicotomía y quiero ese subtexto”. Eso es lo que a mí me gusta, meter subtextos, tratar de adentrarme en un personaje que hable distinto, que tenga un acento diferente, una discapacidad física, tratar de hacer cosas que me saquen del lugar común.
-Convocaste grandes actores para la película, como Manuel Vicente, Mario Alarcón…
-Cuando escribo, literalmente, pienso en quién va a interpretar ese rol, a veces en el actor busco al personaje, o a veces en el personaje, mientras que lo voy escribiendo ya voy pensando quién puede ser el actor. También está Selva Alemán, con quien yo había trabajado en Malparida, que amé y admiré, una mujer de un talento extraordinario, y me pasó algo muy increíble con ella: vio la película y me dijo que mucho no la entendía, y al día siguiente me llamó a las 12 del mediodía y me dijo: ”Marian, entendí toda la película, me encantó”.
-¿Cómo fue el rodaje de El Portal?
-Fue una película muy difícil de hacer, primero porque tuvimos que filmar dentro de un edificio, y a veces vos cuando filmás en una locación, hablás con el encargado, después vas al administrador, después vas al consorcio, y parecería que está todo bien, pero la realidad es que los vecinos son un mundo aparte, porque si bien era una locación que normalmente se permitía alquilar, sentí que la comunidad vecinal estaba harta de que filmen, y llegó un momento en donde se volvió un poco difícil.

-¿Qué pasó?
-Había gente muy buena onda, pero había dos o tres vecinos que se encargaron de tratar de que la película no se terminara. Desde ese lugar fue muy difícil, y además fue una película que resultó muy compleja en cuanto a su clima asfixiante, no tiene exteriores, entonces vos pensás que tuvimos seis semanas filmando dentro de departamentos, y se hacía difícil la noche, el día, los horarios seguidos… Pero logramos el objetivo.
-¿Por qué ir a lo difícil?
-A mí me gusta hacer cine de género, terror, terror psicológico, policial. Ahora estoy filmando un policial y elegís la noche, la oscuridad, locaciones difíciles… Sabemos que, de un tiempo a esta parte, la gente está pasando por situaciones difíciles. Hace 25 años, cuando empecé en esta profesión, la gente te decía “capo, genio”, y te pedía autógrafos, pero ahora la gente no está alegre, no está feliz, no está contenta, está sufriendo, y uno tiene que comprender esa situación. Entonces, por ahí no es tan fácil ni accesible filmar como era antes; hoy le cortás una calle a alguien y los vecinos putean, le apagás una luz y los vecinos no están contentos. Hoy estuve leyendo una noticia que Rodrigo de la Serna está filmando una miniserie y la gente estaba conmocionada: “Me están estacionando en mi cuadra, me están bloqueando, está lleno de conos, me cortaron toda la calle, no puedo estacionar”. La gente no tiene la misma buena voluntad, la misma energía, porque está cansada.
-Si tuvieras que elegir uno solo de todos tus trabajos para que te conozcan como actor, ¿cuál sería?
-Creo que esta película va a ser un antes y un después. También me gustó mucho Farsantes y Camino al amor, donde hacía del padre de la “China” Suárez, un golpeador. El secreto de sus ojos también.
-¿La volvés a ver, de vez en cuando?
-Sí, y la verdad que me moviliza, porque me acuerdo cuando Juan José Campanella me llamó para hacer Vientos de agua y después me volvió a llamar para hacer El secreto…, me dijo: “Mirá que hay muchos actores peleando el papel”. Después me llamó y me dijo, “quedaste vos”, y para mí fue un orgullo, más allá de todo lo que pasó después.
-¿Qué te pasa con esto de que no haya ficción en la televisión?
-Me entristece mucho. Primero, desde el lugar de que la plataforma se comió las películas o las series de aire. Los tiempos son otros. La gente va por el streaming, por la inmediatez, por lo rápido, por la velocidad. Después, mató el cine. Mi papá decía, uno no elige las cartas, juega con las que le tocan. Además, la gente no está yendo al cine porque la plataforma dio la comodidad de que la gente pone pausas, hace un huevo frito, vuelve; nos acostumbramos a eso. Yo hablo con algunos dueños de salas y me dicen: “Mariano, está muy difícil, gente muy conocida ha metido muy poca gente en la sala”. Yo me acuerdo que cuando era pendejo, iba a una sala y decía “che, me gusta este póster, voy a entrar a ver esto”.
-De algún modo, la gente se alejó del cine, ¿no?
-La gente se alejó del cine, se alejó de la sala cinematográfica, lo que es una pena. Lo peor para mí, que soy un cinéfilo, me molesta el teléfono, me molesta el pochoclo, me molesta que la gente llegue tarde a la sala, me molesta que se van al baño y vuelven. ¿Cómo podés largar la película en la mitad? Porque la gente se acostumbró al streaming, la gente se acostumbró a ver películas en su casa, a la plataforma, donde vos ponés pausa y después la seguís viendo. Hay gente que ve las películas absolutamente sin subtitular, en español, entonces vos estás comiendo la comida en tu casa, y queda de fondo y la escuchás, y sabés que más o menos la seguís. El cine no es eso.
