Un shock de reformas, pero paso a paso

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Un nuevo clima impera en la Casa Rosada y el Gobierno busca aprovechar el envión electoral para sacar con la mayor prisa, al menos, cuatro leyes cruciales, tres de reformas estructurales. La prisa no impedirá algunas pausas. Para no repetir errores y para que no cueste tan caro.

Esa es la receta que enarbola por estas horas el designado pero aún no asumido ministro del Interior, Diego Santilli. Su agenda contempla una especie de shock de leyes y reformas por ejecutarse de forma secuencial entre diciembre y marzo próximos. De golpe, la presentación. Paso a paso, la ejecución.

En ese calendario santillista está escrito que a partir del 10 diciembre, con la nueva composición del Congreso, se trate el presupuesto y algunas leyes particulares más, como podrían ser ciertas iniciativas respecto de las cuales el Gobierno no logró durante este año los votos necesarios para imponer su versión y, en cambio, tuvieron la impronta opositora.

En febrero, después del receso vacacional previsto para enero (no ven margen para otro año con sesiones durante ese mes), el Ministerio del Interior proyecta que empiecen a debatirse las reformas laboral y fiscal que demandan con igual énfasis tanto el empresariado local, como los inversores extranjeros y los acreedores.

Para marzo, finalmente, quedaría el tratamiento de la reforma del Código Penal, que impulsa con entusiasmo Patricia Bullrich y es uno de los fetiches de la cúpula, la dirigencia y la grey libertaria, a la que adjudican no solo efectos prácticos contra la inseguridad tanto como valor simbólico en lo político y social.

La senadora electa Patricia Bullrich

El plan tendría el visto bueno inicial del Presidente, aunque todavía quedan muchos cabos por anudar, tanto puertas afuera como puertas adentro del Gobierno, y no esta muy claro en cuál de esos dos espacios encontrará las mayores dificultades para concretarse.

Como se sabe, el sistema de toma de decisiones de la Casa Rosada mileísta no sigue lógicas habituales y siempre hay una oportunidad para la extravagancia. No obstante, Milei ha empezado a comportarse como un político cada vez más tradicional en el ejercicio del poder, sobre todo, en ciertas circunstancias y cuando debe preservarlo.

Eso tendería a profundizarse con la llegada de Santilli al Gobierno y, al menos, mientras Milei se sienta compelido a lograr resultados para mostrarles a sus fiadores de tiempo y dinero (FMI; Donald Trump y actores del mercado).

En principio y después de los primeros sondeos realizados esta semana, no le sería demasiado difícil al Gobierno contar con el número mínimo de diputados y senadores para alcanzar el quórum y la mayoría de los votos en cada sesión para poder sancionar las leyes que necesita con urgencia.

El piso de diputados propios más los aliados lo pone a apenas una decena y media de esa meta. Con los que responden a gobernadores dispuestos a apoyar o, al menos, discutir esos proyectos oficialistas tendría el número mínimo.

Los diálogos iniciales, tras de los saludos de rigor, generaron esperanza en Santilli, aunque se sabe que él suele caracterizarse por su optimismo y su flexibilidad. El primer piso de la Casa Rosada deberá estrenar cuotas de plasticidad que si las tiene se encuentran en estado virginal.

Con maneras más amigables que antes de las elecciones, pero no menos firmeza, los gobernadores ya han hecho trascender las promesas incumplidas acumuladas en el último año por parte de la Casa Rosada y del Palacio de Hacienda. Por eso, uno de los requerimientos mínimos que ha hecho el flamante negociador mileísta es que Milei y el Palacio de Hacienda sean consecuentes con los que prometan y le den herramientas de negociación.

“No puede volver a pasar lo que le sucedía a [Guillermo ] Francos, que después de que arreglaba con gobernadores y legisladores tenías que pasar por varias ventanillas donde le rebanaban partes o todo de lo prometido”, dice un destacado miembro del oficialismo, que coincide con antiguos amigos de Santilli.

En la lista de gobernadores dispuestos a colaborar, pero con facturas impagas, se inscribe el amigado jefe de gobierno porteño. Luego de los explícitos destratos y maltratos dispensado por los hermanos Milei, Jorge Macri, viene aceptando en silencio y con notable tolerancia que en los últimos meses el Gobierno le haya dejado impaga una parte importante de lo que le adeuda en concreto de coparticipación, de acuerdo con el fallo de la Corte. Y a eso se suma la incerteza de que lo que resta por cumplirse termine siendo contemplado en el presupuesto nacional 2026.

“Es cierto que no nos han pagado todo lo que debían, pero tenemos en cuenta que el gobierno nacional tuvo unos meses difíciles en lo financiero-cambiario, y hemos avanzado en otras cuestiones, como el traspaso del sistema penitenciario”, admitió uno de los principales funcionarios de la administración porteña con un nivel de comprensión que hace tiempo no se advertía en Uspallata. Cambia todo cambia. A pesar, también de la nueva decepción que el primo Mauricio se llevó hace una semana de la residencia de Olivos.

La dura derrota electoral de mayo a manos de los libertarios, por un lado, y la necesidad de aprobación del presupuesto 2026 de la ciudad parecen haber obligado a la humildad del primo Jorge, que prefiere pasar la página electoral y la del rechazo de los legisladores de LLA al presupuesto municipal 2025.

Las internas

De todas maneras, una gran duda sobre el éxito del shock secuencial de reformas radica en el propio del Gobierno. Por un lado, está el largo historial de torpezas, ineficacia y autoboicots de la gestión mileísta.

Por otro lado aparecen las disputas internas por cuestiones de poder y de enfoques que lejos están de haber quedado saldadas. Aunque Karina Milei y Santiago Caputo hayan actuado cordialidad en los actos en la Casa Rosada de los últimos días.

Karina Milei y Santiago Caputo

En ese terreno, no pasó inadvertido para muchos observadores y funcionarios que Karina Milei en su saludo al gurú le haya dedicado una ironía respecto de su atuendo o que haya tenido un lugar destacado su protegido Martín Menem, en la primera reunión del nuevo gabinete.

También fue motivo de comentario que Santiago Caputo haya llamado a su lado al jefe de la Side, Sergio Neiffert, para que lo acompañara en la ronda de saludos finales con el Presidente y que éste lo haya ignorado, en el acto de jura de Manuel Adorni como jefe de Gabinete.

En los pasillos de la Casa Rosada cercanos al despacho de la hermanísima dicen que se escucha a gente practicando con motosierras ante una maqueta del bosque del poder caputista, que, como se sabe, incluye el área del espionaje estatal. Solo faltaría el nombre de los ejecutantes.

Por otra parte, aún faltan las discusiones respecto de la letra chica de las reformas, así como sobre los cambios que para dar apoyo demandarán aliados y colaboracionistas.

En esta dimensión se prevé en la Casa Rosada que Milei deberá laudar entre maximalistas y posibilistas. Entre los primeros el abanderado es Federico Sturzenegger (en casi todos las cuestiones) y, un poco más atrás, están los escoltas Luis Caputo y Karina Milei (en algunos temas).

En el equipo de los posibilistas descuella y acredita miles de millas el recién llegado Santilli y se anota (según cuán de su interés sea el asunto) el aún monotributista Caputo.

“Un campo de batalla será, seguramente, la reforma laboral. A Fede (Sturzenegger) le importa tanto (o más) restarle recursos a los gremialistas y los gremios, como flexibilizar formas de contratación, convenios laborales y esquemas indemnizatorios; esperemos que entienda que lo óptimo no siempre es amigo de lo posible”, dicen (esperan, ruegan) en el entorno del designado ministro del Interior.

Allí se ilusionan con que se haga carne la afirmación del Presidente respecto de que la derrota del 7 de septiembre, le dejó enseñanzas y la frase que cuentan le dijo a Santilli cuando le comunicó su designación. “Te quiero de ministro para que hables con todos y saquen las leyes que necesitamos, porque vos negocias y no te calentás, como yo”, dicen que pronunció Milei el domingo por la tarde.

Los gremios

Santilli ha dado muestras en sus 30 años en la política de una flexibilidad que envidiaría algún contorsionista y que tiene algunos hits, como cuando negoció durante la gestión porteña de Mauricio Macri con Hugo Moyano. Ese episodio, que el fundador del Pro recuerda con poco afecto, le dejó al designado ministro una credencial que hoy usaría para negociar la reforma sindical con los gremialistas.

La nueva conducción de la CGT, designada ayer, le da motivos para ilusionarse. No solo porque ofrece un perfil dialoguista. También porque ahí hay discípulos del camionero y dirigentes con los que Caputo, el gurú, ha construido una relación, como el es el caso del vidriero Cristian Jerónimo. Habrá que ver si el asesor le facilita el trabajo a Santilli y si los sectores más radicales y cercanos al kirchnerismo que fueron relegados no recobran fuerzas. No hay certezas.

También, nadie sabe cuánto durará en Milei el nuevo temperamento negociador. Los fiadores esperan que lo suficiente para enderezar un barco que aún sigue escorado y que tiene varios desafíos por delante, además de las leyes y reformas que están a punto de presentarse.

Algunos de esos desafíos, que habían sido reseñados por el Departamento de Estado de los Estados Unidos en un documento emitido recientemente, siguen vigentes, por ejemplo en el terreno cambiario, o la demanda de acumular reservas por parte del FMI.

Otras cuestiones pendientes tienen más dificultades para ser aceptados en la mesa de entradas mileísta. Por ejemplo, las dificultades que atraviesa la economía real, más allá de algunos indicadores favorables, sustentados en promedios, donde mucho pesa la actividad de ciertos sectores específicos, como el extractivo, y los consumos de los sectores socioeconómicos más aventajados. Pero, como le gusta decir el economista y amigo presidencial Juan Carlos De Pablo, “en el promedio se ahogan los enanos”,

El CEO de una de las principales empresas lácteas advirtió en una reunión la semana pasada que los productos de consumo masivo atraviesan una retracción preocupante, mientras que los artículos premiun tienen muy alta demanda.

En el mismo encuentro un ejecutivo del sector alimentario destacó la difícil situación que atraviesan los bodegueros a los que les sobra stock, por lo que sería muy baja la demanda de uva de la cosecha 2026, con el consecuente impacto en las economías regionales. Fue pocas horas antes de que se conociera que la tradicional bodega Norton habían entrado en concurso de acreedores por no poder afrontar deudas contraídas.

También allí se advirtió sobre la situación de su sector el representante de una de las principales automotrices con sede en el país, tanto por la caída del crédito en los últimos meses, como por los impuestos para exportar, que superan en 17 puntos a los que pesan para sus mismas fábricas en México y en un 10 puntos en Brasil. La posibilidad de dejar de producir algunos vehículos en la Argentina para hacerlo en esos países estaría en evaluación en la casa matriz y no sería el único caso. Son apenas algunos ejemplos concretos.

Allí, las reformas laboral e impositiva son esperadas con ansiedad, aunque advierten que el puente que unirá esta orilla con la que se promete existirá cuando se concreten esas reformas. Llevará un tiempo de construcción, que no todos están en condiciones de esperar sin mayores sacrificios.

El respaldo recibido por el Gobierno en las urnas hace menos de dos semanas da un soporte del que carecía, aunque la mayoría de los analistas advierte que no hubo cheque en blanco y, según algunas estimaciones, más de un tercio de los que votaron la lista violeta lo hicieron menos como premio al presente que como castigo al pasado y miedo a su regreso.

El shock de reformas ejecutado en forma secuencial buscaría dar respuesta a las demandas así como demostraría tener en cuenta esas fragilidades

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