Andrés (65), el hermano del rey Carlos III, fue despojado de sus títulos de príncipe, duque, barón y conde. Una medida extraordinaria y sin precedentes en la historia de la familia real británica moderna que se da tras la publicación póstuma de las memorias de Virginia Giuffre, tituladas Nobody’s Girl. La autora, que se suicidó el pasado abril, fue una de las víctimas del financista Jeffrey Epstein, acusado de abuso sexual a menores. En sus memorias, la joven denunció que tuvo relaciones con Andrés en al menos tres ocasiones, siendo ella menor de edad, con la mediación de Epstein. La situación del ex príncipe se complicó aún más porque habría mentido cuando dijo que había cortado su vínculo con Epstein cuando estalló el escándalo: hay mails que prueban que él y el financista siguieron en contacto tiempo después y que el royal le manifestaba su apoyo y su amistad.


EN CAÍDA LIBRE
Un comunicado emitido por el Palacio de Buckingham confirmó que se inició un proceso formal para retirarle los títulos y honores al príncipe Andrés y que, a partir de ahora, será conocido como Andrés Mountbatten-Windsor. Es decir que usará los apellidos familiares como cualquier plebeyo (el primer apellido, de su padre, Felipe, el duque de Edimburgo, y el segundo, de su madre, la reina Isabel II), y ya no recibirá tratamiento de Alteza Real. Para evitarse una humillación mayor, él mismo renunció por su cuenta a los títulos de conde de Inverness y barón de Killyleagh, así como a las distinciones honoríficas de la Orden de la Jarretera y la Orden Victoriana, entre otras. Pese a todo, Andrés sigue siendo el octavo en la línea de sucesión al trono británico.

Tal vez lo más duro para el hermano del monarca es la intimación a dejar Royal Lodge, la mansión de 30 habitaciones que pertenece a la corona, en la que residía desde 2004 y donde convivía con Sarah Fergurson, aunque están divorciados desde 1996. Si bien no hay información oficial sobre cuál será su nuevo hogar, algunos medios británicos aseguran que Andrés se mudará a Sandringham, una propiedad privada que pertenece a Carlos III.

¿Por qué no tiene una casa propia? Primero, porque solía vivir en castillos y casas de la Corona y, segundo, porque su patrimonio y sus finanzas siempre fueron un tanto misteriosos. Su única fuente de ingresos declarada es la pensión que recibe por su tiempo en la Marina Real, entre 1979 y 2001, que se dice asciende a 20 mil libras esterlinas al año (unos 26 mil dólares). Hasta 2010, el tercer hijo de la reina Isabel II recibía 290 mil euros anuales en fondos públicos como miembro activo de la Casa Windsor. Tras el escándalo inicial del caso Epstein, Isabel pasó a realizarle pagos directos de su patrimonio privado mientras él mantenía sus funciones institucionales. Tras 2019, tanto Isabel II, como posteriormente el rey Carlos III, continuaron transfiriéndole ingresos procedentes de la fortuna familiar, en una cifra que se estima en más de un millón de euros anuales. El Palacio de Buckingham informó que, luego del desalojo y la retirada de su título, Carlos III continuará prestando apoyo financiero a su hermano con una asignación “apropiada” procedente de su propio bolsillo.

¿QUÉ PASARÁ CON SUS HIJAS?
Una de las preguntas más habituales de las que surgieron por la decisión de quitarle los títulos a Andrés es qué sucederá con los de sus hijas, las princesas Eugenia y Beatriz. Sin embargo, ellas no tendrán por qué pagar las consecuencias del affaire: siguiendo lo que indican las cartas patentes del rey Jorge V de 1917, que rigen en estos casos, Eugenia y Beatriz podrán mantener sus títulos. En cuanto a Sarah Ferguson, la madre de las chicas, junto a su ex marido quedó desposeída de títulos y privilegios. Fergie también fue señalada por sus vínculos con Epstein, luego de que se conociera un email en el que ella lo calificaba como “un amigo fiel, generoso y supremo para mí y mi familia”. Eso le trajo, además, perjuicios en su vida profesional: la cadena televisiva ITV decidió poner fin a la participación de Fergie en el programa Loose Women y al menos cinco organizaciones benéficas británicas anunciaron que romperán lazos con la ex duquesa de York, alegando que mantener una relación pública con ella podría afectar la reputación y credibilidad de las instituciones. Sarah ensayó una defensa poco convincente: aseguró que envió ese correo bajo coacción, obligada porque Epstein la amenazó con demandarla por difamación tras unas declaraciones públicas que ella había hecho sobre el financista.


