La llave táctica de Úbeda para ganarle el clásico a Gallardo estuvo por el medio: Zeballos fue indescifrable

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Exequiel Zeballos fue la figura en la Bombonera por el gol y la asistencia en el tanto de Merentiel, pero sobre todas las cosas porque resultó la llave táctica para destrabar un superclásico en el que, hasta ese momento, pasaba poco y nada pero que finalizó en el triunfo de Boca por 2-0. El equipo xeneize y River apenas habían sumado un remate al arco por lado, había igualdad en el resultado y también en los rendimientos de ambos lados, Pero la rebeldía, la gambeta, los gestos técnicos y la velocidad no necesitan de muchos movimientos para romper la paridad.

Debe haber sido, después de muchos años, la formación que un DT de Boca tuvo más clara una semana antes de jugar con River. El funcionamiento del equipo de Claudio Ubeda había encontrado algunos buenos resultados pero todavía estaba en “ablande” desde el rendimiento global. Sin embargo, desde un esquema 4-4-2 salió sin misterios: una defensa que viene saliendo de “memoria” con Marchesin; Barinaga, Di Lollo, Ayrton Costa y Lautaro Blanco; una línea de volantes con Palacios, Paredes, Milton Delgado y Zeballos; y el doble 9 compuesto por Merentiel y Milton Giménez.

El mapa de calor de Exequiel Zeballos en el triunfo de Boca ante River: arrancó por la izquierda pero terminó desequilibrando por el centro

Sin embargo, la clave estuvo en una posición de Exequiel Zeballos que para los dirigidos por Gallardo resultó indescifrable. Porque Boca jugó 4-4-2 pero para defender por detrás de la línea de la pelota. Después, les dejó los carriles de afuera casi en exclusividad a los laterales Barinaga y Blanco, y el resto buscó cerrarse para generar superioridad numérica por dentro. Ahí, en que más diferencias sacó y terminó siendo la carta ganadora fue el Changuito.

Por características, Zeballos es un viejo wing. Es diestro pero -si le dan a elegir- prefiere encarar desde la izquierda, donde tras ganar una gambeta o un duelo individual atacando el espacio sin balón queda perfilado para finalizar la jugada con un buen remate. Pero sobre todo saca diferencias por los amagos y los “engaños”, por apariciones sorpresivas o generando una toma de decisión que deja mal parados a los rivales. Ante River terminó abriendo el partido como 10. Por ahí se filtró para “atacar el espacio” del pelotazo largo de Ayrton Costa para Giménez en la jugada del 1-0. Hasta ese momento, la estadística de “gol esperado” para Boca era de 0,01. Antes de esa acción, en lo que hasta ahí había sido el único remate xeneize al arco, a los 33 minutos del superclásico, también se había filtrado Zeballos por el carril central, aunque había decidido probar a Armani desde demasiado lejos.

Lo mejor de Zeballos ante River

Hizo amonestar a Martínez Quarta a los 13 minutos. La primera vez que apareció por la derecha fue a los 18, con un centro que generó un tiro de esquina. Cuatro minutos más tarde perdió una pelota en salida en posición de 5 que finalizó con un remate de Castaño que controló Marchesin. Las triangulaciones que generaban Paredes y Delgado apuntaban a encontrar a los laterales abiertos. ¿El resto? Por adentro. Zeballos apareció como 10 para asistir a Milton Giménez pero el centrodelantero no estuvo fino a los 10 minutos del segundo período y en total le cometieron 4 faltas. Rompió el molde con la gran corrida para el segundo gol, ahí encarando bien como wing por la izquierda para desbordar con facilidad a Portillo y cederle el festejo final a Merentiel con el manual de los centros atrás.

¿Un plan similar al de La Plata?

La formación inicial que eligió Marcelo Gallardo para una de las últimas batallas de 2025 fue extraña: sin Enzo Pérez, una de sus banderas de identidad, ni Juanfer Quintero, una de las que debería ser su bandera futbolística, se la jugó por un esquema inicial de 3-4-2-1, con la inclusión de Paulo Díaz como líbero, entre Martínez Quarta y Rivero; por delante, Montiel, Castaño, Portillo y Acuña; Meza y Driussi como mediapuntas y Maxi Salas como principal referencia ofensiva.

Sin puntos de apoyo ni rendimientos sobresalientes, toda decisión de Gallardo podría sorprender. Utilizó el esquema con el que había jugado el mejor partido del año ante Estudiantes, en La Plata (hasta la expulsión de Martínez Quarta). Aquella noche había formado con Armani; Martínez Quarta, Portillo (líbero) y Rivero; Bustos, Enzo Pérez, Galoppo y Acuña; Nacho Fernández y Driussi; Salas. La idea había resultado tan positiva que de ahí buscó “copiar y pegar” con casi los mismos intérpretes para la ida con Palmeiras, por la Copa Libertadores, con apenas el retoque de la inclusión de Paulo Díaz por Martínez Quarta. También lo mejor ante Racing, en Rosario, por la Copa Argentina, se había visto cuando corrigió el esquema inicial pasando a Portillo de volante central a líbero. No era descabellado pensar que podía utilizar nuevamente la línea de 3 ante Boca, más teniendo en cuenta el doble 9 rival: Martínez Quarta con Giménez, Rivero con Merentiel y Paulo Díaz relevando ante cualquier situación inesperada. El problema fue cuando el líbero… fue sobre un 9.

El gol de Zeballos ante River, en el segundo intento, tras la primera atajada de Armani

El Millonario no salió a especular. Fiel al estilo Gallardo, intentó protagonizar el partido. Pero casi siempre encontró bien parada a la defensa de Boca. Sin embargo, pecó de ansiedad en la acción que finalizó en el 1-0 de Exequiel Zeballos: el líbero Díaz salió demasiado lejos para tratar de anticipar a Milton Giménez, intentó ir al balón directo cuando él debería ser quien debería sobrar para “barrer” de frente sobre todas esos intentos de pelotazos frontales.

Con Driussi y Montiel sin estar en plenitud por la recuperación de sus lesiones, a ambos se los notó contenidos desde las prestaciones que habitualmente pueden darle a River. Y arriba le faltó claridad, por más que desde Montiel y Acuña buscaron aplicar los laterales-centro que tanto daño le hicieron al Xeneize en el último recorrido.

Las correcciones que intentó con Galarza Fonda (modificación obligada ante la lesión de Meza) y en el segundo tiempo con los ingresos de Juanfer Quintero, Galoppo y Borja para romper la línea de 3 tampoco le ofreció soluciones. River estaba en otra sintonía, muy lejana al ADN Gallardo. En el medio de tanta falta de conexión, el que apareció con el mejor wifi fue el Changuito Zeballos.

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