SAN PABLO.- ¿Cómo juzgamos esta carrera de Franco Colapinto en el Gran Premio de San Pablo? ¿Por su resultado? Arrancó 16º, tras clasificarse 18º, y terminó 15º. Nada para entusiasmar. ¿Por la calidad de su coche? Herido el sábado por el accidente en la carrera sprint, deficiente en relación al de su compañero Pierre Gasly que estaba intacto, no podía ofrecer lo mismo. ¿O lo hacemos por la calidad de su manejo, afectado por dos juegos de neumáticos que ni en su coche ni en el de Gasly dieron el resultado esperado?
Tras la alegría de su confirmación como piloto titular para 2026 en Alpine, llegó el golpe que destruyó su coche en la carrera corta sabatina, y eso mandó al limbo cualquier esperanza para el fin de semana.
Truncado un progreso claro que se esperaba aquí, el domingo, Franco corrió como pudo y cumplió, pero él mismo, ante el grupo de la prensa escrita se mostraba sarcástico, mostraba su insatisfacción y comenzaba a hacerse parecidas preguntas a las que se plantean en el comienzo de este texto.
¿Qué fue lo positivo de este fin de semana?
“El público, creo, y los fans que estuvieron ahí, bueno”. Todo un juicio sobre el resultado mientras insinuaba una sonrisa irónica. Y se lanzó:
“No fue un buen fin de semana, y obviamente que no (estoy) muy contento. La carrera larga, sin mucho ritmo. Fue malo, no teníamos grip, y creo que eso complicó la carrera. Hicimos una estrategia parecida a todos los que teníamos adelante. No hicimos nada diferente, y creo que eso también nos llevó a quedar en la misma posición de siempre.”
El ganador de la carrera, el inglés Lando Norris, con McLaren dio un paso de gigante para hacerse con el certamen de 2025 porque su principal rival y compañero Oscar Piastri terminaba quinto, no sin antes haber recibido una penalización de 10 segundos por haber provocado un choque con Kimi Antonelli (Mercedes), que iba segundo. Desde la calle de boxes, Max Verstappen concretaba otra de sus hazañas: paraba tres veces, eludía los choques del comienzo y del relanzamiento y terminaba tercero con un Red Bull al que, finalmente le habían “encontrado la vuelta”.
Mucho ambiente en Interlagos
La jornada había comenzado con las expectativas y el color local de costumbre.
Domingo de Gran Premio en Interlagos. Ya había desorden para llegar el sábado, pero hoy domingo, era el caos, incluso desde las 8 de la mañana. No menos de 1000 ómnibus bloqueaban todos los accesos al circuito. Miles de entusiastas argentinos descendían de sus transportes a dos kilómetros de las puertas de ingreso. Lloviznaba. Los oportunistas estaban en esas calles laterales porque había un buen mercado: les sacaban de las manos las finas capas de nailon de protección. Había regateo. Se vendían camisetas y gorras de los equipos idénticas a las oficiales, pero auténticamente “truchas”.
Se anunciaban ligeras lloviznas hasta el mediodía pero que no caería agua a la hora de la carrera. Igualmente, una brisa persistente estaba secando rápidamente el circuito.
Desde temprano la muy estrecha calle del paddock estaba atestada de VIPs, periodistas y algún “colado”. El kiosco de frutas tropicales de excelente calidad, que se obsequiaban a los presentes, ya no daba abasto. El producto preferido: un enorme coco verde del tamaño de un casco, perforado para sorber el dulce néctar que contiene. Esa es la F1 actual, una canasta llena de hedonistas y a veces exóticas experiencias.
A las 9.40 del domingo Franco se sentó a desayunar en una mesa para cuatro muy cerca de la infranqueable (para los no invitados) puerta de acceso al hospitality de Alpine. El vigilante guardaespaldas en impecable traje oscuro, 1,8 m de altura y porte intimidatorio pretendía tapar la visión hacia el recinto a los VIPs más curiosos.
A Franco le acompañaban su madre, su hermana y María y Jamie Campbell-Walter, sus managers. Hubo un momento en que a él se acercó su ingeniero, Stuart Barlow y le habló al oído. Discreción asegurada sobre detalles técnicos en la preparación final del auto, que, por restricciones reglamentarias del régimen de “Parque Cerrado”, no podía ir más allá de regular la aerodinámica.
Mientras Red Bull había decidido romper el “Parque Cerrado” para cambiar la puesta a punto del coche de Verstappen, aceptando que largara desde la calle de boxes, Alpine descartaba esa idea para Franco. “No vale la pena porque los componentes que podríamos instalar no representarían mejora alguna, son usados y no los mejores”, aseguraron allegados al equipo que así explicaron los técnicos su decisión.
Le comunicaba Barlow al argentino que iba a avanzar un puesto más en la parrilla de largada porque, además de Max Verstappen, era Esteban Ocon (Haas), que había clasificado 17º el sábado, quien pasaba a arrancar desde la calle de boxes.
Transcurridas varias horas después de la clasificación fue posible revisar telemetría y radios de varios equipos y surgieron más detalles sobre los tres accidentes de la sexta vuelta de la carrera “sprint”, donde se vio involucrado Colapinto. Se comprobó que también Verstappen había pisado ese piano y logró contener el latigazo. Piastri daba la razón a Colapinto diciendo que él también había circulado por allí sin problemas. Hasta el momento del accidente.
Sobreviviendo al caos
Tras las ceremonias habituales, había que pensar en la carrera. En algún momento se pensaba que era posible realizar una única parada y sorprender a los rivales, Pierre Gasly, a Oliver Bearman (Haas) y Liam Lawson (Racing Bulls), y Franco, al Aston Martin de Lance Stroll que partía desde la 14º posición. A puro ritmo le iba a ser imposible al coche 43 de Colapinto aguantar los ataques de Max Verstappen (Red Bull) y Esteban Ocon (Haas). Los dos, quienes, renunciado a sus posiciones de largada 16º y 17º respectivamente, cambiaban motores y la puesta a punto aceptando largar desde la calle de boxes. Tenían mucho más para ganar de esa manera.
Colapinto adelantó una posición en la primera vuelta porque Carlos Sainz lo sacó de la pista a Lewis Hamilton, arruinándole la carrera al de Ferrari.
Franco tuvo suerte porque, tratando de recuperar terreno perdido, Hamilton lo chocó desde atrás, destrozando el alerón delantero de la Ferrari, pero sin afectar al argentino. En esa misma ronda, con los coches achicando demasiado los espacios, Gabriel Bortoleto se tocaba con Lance Stroll y quedaba afuera.
El coche de seguridad para retirar los restos del coche del desilusionado brasileño duró cuatro vueltas. En el relanzamiento desde la cuarta posición, Oscar Piastri (McLaren), pretendió adelantar a Kimi Antonelli por dentro y lo chocó. El italiano impactó a la Ferrari de Charles Leclerc, que sufría la rotura de una rueda y de la suspensión y abandonaba.

A este caos también sobrevivió Franco que en el resto de la carrera mantuvo luchas a largo plazo con Lance Stroll, Yuki Tsunoda y Fernando Alonso, a priori coches que suelen ser bastante rápidos. Podía soportar el ritmo de ellos. Extendió Franco la duración del calzado medio hasta la ronda 29 y llegó por un instante a girar en la octava posición. Esos neumáticos deberían haber durado más para aspirar a una parada.
Lo mismo le sucedía a todos los equipos que pasaron a una estrategia de dos paradas. El juego de caucho blando tampoco mejoró su situación. Realizó su segunda parada en la ronda 43. Dos vueltas más tarde registraba 1m 12s 16/100. Iba a ser el quinto mejor registro absoluto de la carrera. Así fue aguantando hasta el final, cuando logró resistir los ataques de Lance Stroll, con calzado mucho más joven que el suyo, pero no pudo evitar que le superara Alonso.
Añadía Franco a sus declaraciones al terminar la carrera:
“Podríamos haber intentado algo un poco más arriesgado (una parada) y ver qué pasaba, pero bueno, el auto tampoco tenía buena degradación (gasto de neumáticos). Fue un día duro y, nada, hay que rever las cosas, todo el fin de semana en la fábrica.”
Habrá poco tiempo para sacar conclusiones y el próximo Gran Premio es en el callejero de Las Vegas, un escenario que no es precisamente favorable a las características de los Alpine.