
¿Cómo celebraste el Día de Muertos en este año?
¿Pusiste un altar en casa? ¿Visitaste el panteón con tu familia? ¿Encendiste una vela por quienes ya no están? Cada noviembre, en todo México, los hogares se llenan de aromas, colores y recuerdos. Sobre las mesas florece el cempasúchil como un pequeño sol que guía el regreso de las almas. El pan de muerto perfuma la cocina; las velas titilan junto a las fotografías; el papel picado baila con el viento.
El Día de Muertos es, más que una conmemoración, un reencuentro. Una celebración que une a los vivos con los que partieron, bajo la certeza de que el amor vence a la ausencia. En pueblos y ciudades, los cementerios se iluminan de noche y las calles se convierten en pasillos de memoria, donde la música, la comida y las risas se mezclan con las lágrimas. Pocas tradiciones en el mundo evocan la vida desde la muerte con tanta belleza. Pero no somos los únicos que, una vez al año, abrimos el corazón para recibir a quienes amamos y ya no están: en otras culturas, también hay días en que las almas regresan a casa.
En los últimos años, el Día de Muertos se ha vuelto una de las celebraciones mexicanas más reconocidas en el mundo, gracias en parte a la película Coco (Remember Me, 2017). La historia del pequeño Miguel, que cruza al más allá para reencontrarse con su familia, conmovió a millones de personas por su mensaje sobre la memoria, la música y el amor que trasciende la muerte. En Japón, la película se estrenó en marzo de 2018 y se convirtió en un fenómeno inesperado: más de 2.8 millones de personas la vieron en cines, con una recaudación cercana a cinco mil millones de yenes, la más alta de la primavera de ese año. Pero más allá de su éxito comercial, Coco tocó una fibra sensible del público japonés. Para muchos japoneses, la idea de que los espíritus de los difuntos regresan una vez al año no era extraña, sino profundamente familiar. Esa emoción compartida se debe a una celebración ancestral que también honra el retorno de los antepasados: el Obon.

El Obon: cuando los espíritus regresan a casa
En Japón, cada verano, las familias se preparan para recibir a sus antepasados en una celebración llamada Obon. Generalmente ocurre a mediados de agosto y es uno de los momentos más significativos del calendario japonés. Durante esos días, se cree que las almas de los difuntos regresan al mundo de los vivos para visitar a sus seres queridos. Las casas se limpian con esmero, se colocan ofrendas de comida y crisantemos frente a los altares familiares, y en muchos lugares se encienden faroles para guiar a los espíritus en su camino. En templos y plazas, la gente se reúne para bailar el bon odori, una danza circular que simboliza la bienvenida y la despedida de los antepasados. El último día, las familias despiden a las almas encendiendo linternas flotantes que se dejan ir en ríos o en el mar, para que la luz muestre el camino de regreso al más allá. Es un acto sereno y hermoso: una mezcla de nostalgia, gratitud y amor.
La comunidad nikkei y la memoria de los ancestros en México
Con el paso del tiempo, el Obon también echó raíces lejos de Japón, llevado por las familias que emigraron a distintos rincones del mundo.

En México, los inmigrantes japoneses y sus descendientes —conocidos como nikkei— han mantenido viva esta tradición como una forma de honrar a sus antepasados y fortalecer los lazos con sus orígenes. En México, las primeras comunidades se establecieron desde finales del siglo XIX, en diversos estados. Con el tiempo, sus hijos y nietos formaron agrupaciones que se convirtieron en puntos de encuentro entre la memoria japonesa y la vida mexicana. En esas comunidades, el Obon es más que una ceremonia religiosa: es un puente entre generaciones, un momento de reunión familiar y de expresión cultural. Así, los nikkei no solo recuerdan a sus ancestros, sino que también comparten con sus amigos y vecinos mexicanos una parte viva del espíritu del Japón.
En la Ciudad de México, la Asociación México Japonesa organiza en cada agosto una ceremonia del Obon, convocando a los familiares de los integrantes de la comunidad que fallecieron en el último. En Guadalajara, Nikkei Kai GDL también la realiza en cada agosto de manera similar. En el norte del país, la Asociación México Japonesa del Noreste, A.C. ha dado un carácter itinerante al Obon en agosto a través de la colaboración con las agrupaciones y familias nikkei de las siguientes localidades: en 2022 se celebró en Monterrey, en 2023 en Piedras Negras, Coahuila, en 2024 en Chihuahua y, este 2025, en Saltillo y Parras, Coahuila.
En el noroeste del país, en el mes de noviembre se celebra Obon Matsuri Baja California, un festival itinerante que recorre distintas ciudades del estado, a través de la inciativa de las comunidades nikkei que han reinterpretado esta tradición japonesa para compartirla con el público mexicano. En Ensenada, el Obon Matsuri de 2023 se llevó a cabo del 3 al 5 de noviembre por la Asociación Japonesa de Ensenada. La celebración combinó espectáculos de danza, gastronomía, exhibiciones culturales y una ceremonia de recuerdo dedicada a los antepasados. Al año siguiente, en Mexicali, la Asociación Mexicano-Japonesa de Mexicali organizó el festival el 3 de noviembre de 2024. Ese día, los faroles iluminaban el atardecer del desierto ajacaliforniano, mientras familias mexicano- japonesas compartían un mismo sentimiento de homenaje.
En 2025, el Obon Matsuri llegó a Tijuana para conmemorar los 50 años de la Asociación Japonesa local. El domingo 9 de noviembre, la zona centro se llenó de faroles, música, danza y flores, reflejando el vínculo vivo entre las generaciones nikkei. De manera paralela, la Asociación Nisei y Sansei de Culiacán ha celebrado el Obon en Sinaloa en noviembre de 2018, 2022, 2023 y 2025, consolidando la presencia cultural japonesa en el noroeste de México.

Dos caminos, una misma luz
La celebración del Obon en noviembre, junto al Día de Muertos, es un ejemplo luminoso de sincretismo: una muestra de cómo las tradiciones se transforman sin perder su esencia, adaptándose a nuevas tierras y contextos. Para las comunidades nikkei en México, mantener vivo el Obon no es solo conservar una costumbre japonesa, sino también recrearla con un significado propio, entre el cempasúchil y los crisantemos, entre el altar y las hojas donde se inscriben los nombres de los difuntos en caligrafía shodō. Ambas celebraciones —la mexicana y la japonesa— comparten un mismo mensaje: los muertos no se van del todo mientras los recordemos. En ellas, el amor, la memoria y la gratitud son el puente entre los mundos.
*Red de Difusión de Contenidos Japón–México
