SANTIAGO, Chile.– El 72 % de los chilenos desconfía de los partidos políticos y un 68 % cree que el país “va por mal camino”, según la última encuesta de la consultora CEP.
Con algunas huellas del estallido social todavía visibles —las calles pintadas del centro de Santiago y la remodelación permanente de Plaza Italia— las cifras reflejan un cansancio profundo con la política tradicional y configuran un contexto particular para las elecciones presidenciales y parlamentarias que se realizarán este domingo.
En ese escenario, la figura de Javier Milei ha comenzado a aparecer en los discursos locales. No como un programa articulado ni como una copia literal, sino como una manera de plantear que “todo debe cambiar”, combinando antisistema, reducción del Estado y guerra cultural.
“Las candidaturas de centroderecha y de derecha citan con relativa continuidad lo que se está haciendo en materia de reducción del tamaño del Estado en Argentina”, señala Gustavo Campos, investigador del Centro Democracia y Opinión Pública de la Universidad Central.
“Hay que reconocer que un tema que ha ocupado un lugar importante en la discusión política chilena puede ser heredado del gobierno de Milei, y tiene que ver con esta idea del Estado ineficiente, de los trabajadores y funcionarios públicos que no hacen su trabajo y la necesidad de achicarlo, lo cual nos recuerda un poco la idea de la motosierra”, añade Campos.
Desconfianza institucional
El episodio más comentado de las últimas semanas —el saludo frío entre Javier Milei y Gabriel Boric en Asunción— reforzó esa discusión. El gesto, que en redes sociales circuló sin pausa, fue leído en clave ideológica: arrogancia para unos, coherencia para otros.
“El efecto de Milei ha generado cierta sintonía con el malestar ciudadano exhibido en Chile. En la actualidad, se observan altos niveles de desconfianza institucional y anti-élite política tradicional. Este contexto claramente favorece el surgimiento de discursos que rompen con lo convencional”, puntualiza de Gonzalo Espinoza, académico de la Escuela de Ciencia Política de la UDP.
En ese marco, algunos temas instalados por el gobierno argentino han encontrado eco en Chile. Y si bien en distintos sectores de la derecha, esa idea ya era parte del repertorio, la práctica argentina la volvió más visible.
“La presencia del presidente Milei y su mileísmo, si está presente, es más bien de manera inconsciente o parcial en algunas de las propuestas. La motosierra ha sido asumida como una discusión más bien técnica, necesaria, que ha encontrado eco en la opinión pública, pero que, en definitiva, no se atribuye tanto a Milei, sino que más bien se observa a su gobierno como que es posible ejecutar esas medidas”, agrega Espinoza.
“Estamos en un contexto de bajo presupuesto y, por lo tanto, la frase ‘no hay plata’, con la que asumió, probablemente la escuchemos, sea cual sea el color político del próximo gobierno que asuma”, complementa el académico, a propósito del actual contexto económico chileno.
En cuanto a los actores más cercanos al mileísmo, Espinoza identifica dos polos. “Entre los que claramente están alineándose con ese repertorio se encuentran Johannes Kaiser, desde su espacio libertario, quien ha promovido la reducción del tamaño del Estado y discurso de libertad individual. En su sustento ideológico se encuentra Axel Kaiser, su hermano”.

Dentro del análisis académico, también hay voces que piden cautela. Para Asunción Poblete, investigadora del Instituto de Estudios de la Sociedad, la influencia de Milei debe leerse en un marco más amplio y previo. “No creo que el mileísmo haya permeado tanto en el debate público chileno, debido a que el contexto de desafección ciudadana viene desde bastante más antes”, comenta.
Candidatos antisistema
“Estos nuevos liderazgos antisistema no necesariamente son libertarios. Las mismas nuevas derechas en Chile, de hecho por los problemas que tenemos en nuestro país que son distintos a los de Argentina, abogan por un Estado más fuerte (seguridad, migración y crimen organizado)“, dice Poblete, que diagrama el panorama.
“Los demás candidatos de oposición no son libertarios. Kast en un conservador, Matthei encarna a una centroderecha tradicional, y Parisi tiene tendencias populistas y antisistema”, explica.
La penetración del mileísmo en Chile, de igual modo, también tiene una dimensión intelectual. El abogado Axel Kaiser, hermano del candidato presidencial Johannes Kaiser, se ha convertido en uno de los principales difusores del credo libertario. A partir de reuniones con el ministro Luis Caputo hasta visitas a la sede de la Fundación Faro en Buenos Aires, su influencia llegó al corazón del proyecto de Milei.
Por otra parte, el candidato Johannes ha sido taxativo desde lo ideológico para enaltecer la figura del exdictador Augusto Pinochet. Incluso, ha defendido públicamente al brigadier Miguel Krassnoff, condenado por múltiples violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar.
En entrevistas, incluso, lo ha descrito como “un patriota injustamente perseguido” y en su cierre de campaña abordó el tema. “Resulta que los derechos humanos nos interesan solamente cuando afectan a un sector, y no cuando afectan a otros sectores”.
Por parte de José Antonio Kast, el candidato de la derecha con mayores posibilidades de llegar al balotaje, el mileísmo se ha enquistado en la crítica al exceso de regulación y al poder de los organismos internacionales, aunque evita el libertarismo extremo.
El éxito de las nuevas derechas en la región se debe más que nada a la “crisis de las izquierdas, que no han sabido hacerse cargo de los desafíos de cada uno de estos países. Por eso surgen estas nuevas derechas, cada una con sus distintos énfasis. Por supuesto que hay redes, entre ellas se retroalimentan, pero la verdad es que no es un fenómeno coordinado, es una correlación”, sentencia Asunción Poblete.
