SANTIAGO, Chile.- Jeannette Jara primera, José Antonio Kast segundo. La elección chilena dejó un resultado ajustado, con un final abierto. Una militante comunista y un representante de la derecha conservadora disputarán la presidencia en un balotaje en un país que hace años busca un centro que no logra consolidarse.
Junto a ellos irrumpió un tercer actor inesperado: Franco Parisi (Partido de la Gente), que volvió a instalarse como fuerza relevante y alteró cualquier lectura tradicional del mapa político.
El panorama exhibe una fractura evidente que la política evitó mirar de frente: los polos dominaron la primera vuelta, pero ahora deberán apuntar a lo que no tienen —el centro— si quieren gobernar. Chile aparece dividido en dos orillas nítidas, con un espacio moderado debilitado y una centroizquierda de capa caída e incapaz de articular una alternativa competitiva.
Para Jara, el triunfo es relevante, le quita cierta presión, pero no definitivo. Ganar la primera vuelta no asegura nada. Su desafío recién comienza: ampliar su electorado más allá del oficialismo, atraer a votantes moderados y superar la desconfianza que genera el Partido Comunista en un sector amplio del país. La derecha ya definió ese flanco como su eje de ataque. Y lo hará sin matices.
Kast llega a la final con un mensaje simple: él encarna el “orden” frente a un gobierno que no logró controlar la seguridad ni reanimar la economía. Su base es disciplinada y homogénea. Puede sumar con facilidad a la derecha liberal, a conservadores duros y a votantes que recurren al castigo. Pero enfrenta un límite evidente: el techo. La primera vuelta mostró que su apoyo es sólido, pero el desafío será ver cuánto logra seducir a los moderados.

La sorpresa de la noche fue Franco Parisi. El abanderado del Partido de la Gente volvió a instalarse como tercera fuerza. Su propuesta —una mezcla de populismo digital, antipolítica y discurso pro-emprendimiento— volvió a capturar a una clase media cansada, desconfiada y cada vez más distante de los partidos.
¿Su fórmula? Su electorado no sigue órdenes, no acata endosos y decide en solitario. Parisi mantuvo el misterio: no comprometió apoyo a nadie. Ese caudal, volátil y decisivo, no será patrimonio automático de Jara ni de Kast.
La centroizquierda quedó en un terreno particularmente incómodo. Sin candidato propio, sin estructura territorial sólida y sin conducción reconocible, deberá definir su postura.
Pero su votante no es uniforme: abarca almas democratacristianas tradicionales, sectores “amarillos”, profesionales moderados y quienes eligieron a Evelyn Matthei para evitar la polarización. Ese mundo —determinante en todos los balotajes desde 1999— será disputado intensamente. Y es, al mismo tiempo, el que más recelo expresa frente a una candidata del Partido Comunista.

Para Kast, la noche fue celebratoria. Su comando leyó la votación como la confirmación de su narrativa: la derecha logró instalarse como la alternativa clara frente al oficialismo. Para él, llegar segundo no es una derrota, sino una oportunidad. Su equipo ya empezó a posicionar la idea de que el balotaje será “una elección entre orden y desorden”.
Resultados parlamentarios
Los resultados parlamentarios fueron aún más duros para el gobierno. La oposición logró un desempeño contundente en las senatoriales, ampliando su presencia en regiones clave y asegurando un contrapeso institucional de gran magnitud. Fue un segundo triunfo para la derecha: desde ahora, controla la mayoría del Senado y la Cámara de Diputados, un dato que condicionará cualquier agenda legislativa futura, gane quien gane la presidencial.
En términos territoriales, Jara se impuso con claridad en Santiago, pero las regiones movieron la aguja. En zonas rurales, agrícolas y en buena parte del sur, como la conflictiva Araucanía, el voto se inclinó mayoritariamente hacia la derecha. El contraste vuelve a mostrar un patrón que se repite desde hace años: la izquierda domina la capital, pero no logra equilibrar su desempeño más allá de ella.
El votante del medio —ese que no milita ni se identifica con ningún bloque— será el territorio más codiciado. Parisi, con su discurso antipolítico y aspiracional, volvió a captar a profesionales jóvenes, emprendedores y trabajadores independientes que rechazan las etiquetas ideológicas. Y ese electorado no se transa. No aceptará instrucciones ni pactos entre cúpulas. Decidirá solo.
En ese tablero desequilibrado, la segunda vuelta no se jugará solo en el voto urbano. La disputa será en comunas que han definido elecciones anteriores por diferencias inferiores al 2%. Ahí, en esos márgenes mínimos, se resolverá la presidencia.
