Familiares, amigos y vecinos despidieron esta tarde a Nazareno Isern, el joven de 21 años asesinado a quemarropa hace dos días en la colectora de la autopista Riccheri, a la altura de Esteban Echeverría, cuando unos delincuentes lo abordaron mientras andaba en bicicleta con una amiga. El velatorio se realizó en una sala situada en el barrio porteño de Mataderos, lindante con Villa Madero, donde la víctima vivía con sus padres y su hermana menor.
“Nazareno desde chico siempre fue un pibe muy alegre, muy despierto, muy amigo fiel. Siempre bien predispuesto para todos”, relató Cristian Radzichewski desde la puerta del lugar. Este hombre, médico de hospital público, expresó su dolor como uno de los amigos más cercanos de los padres de la víctima, Edith y Daniel. “La primera salida que tuve de novio con mi esposa fue al cumpleaños de la tía de Nazareno, para que vos te des una idea de lo que significa toda esta familia en mi vida”, recordó con congoja. Y agregó: “A las seis y media de la mañana me llamó la tía y me dijo: ‘a Nazareno le pasó algo muy grave’. Ahí se nos cayó el mundo”.

En la sala velatoria San Gabriel, los conocidos comenzaron a llegar alrededor de las 18, donde mostraron su mezcla de tristeza, bronca y reclamo de justicia por la brutal muerte de “Naza”, como lo llamaban sus más cercanos. Entre ellos también estuvo Kiara Alegre, la joven de 21 que acompañaba a Nazareno en el momento del homicidio. “Nos arrancaron a un chico espectacular, lleno de sueños. Lo que hicieron no tiene arreglo”, expresó afectado Damián, uno de los familiares.
Por parte del Instituto Hermanos Amezola, la escuela donde Nazareno cursó sus estudios, estuvieron presentes sus excompañeros. “Era un gran amigo, un pibe muy espontáneo. No puedo creer lo que pasó. Sigo en estado de shock desde el momento que me enteré”, manifestó uno de ellos. El colegio ubicado en Villa Madero se pronunció a través de un comunicado: “La comunidad del IHA acompaña en el dolor a la familia Isern por la triste partida de nuestro exalumno Nazareno. Los abrazamos muy fuerte y elevamos a Dios nuestras oraciones por su eterno descanso”.

Según explicó Cristian, Nazareno, que iba a estudiar locución en el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (Iser) a partir de 2026, “también había empezado a andar mucho en bicicleta porque quería organizar una bicicleteada a Luján como excusa para reconciliar a unos amigos suyos de toda la vida que estaban distanciados”.
Una de las razones por las cuales, explicó, solía recorrer las cercanías del Centro Recreativo Nacional (Cerena), donde fue asesinado. Por último, en su pedido de justicia, enfatizó: “Hay que parar con esta romantización de la marginalidad. Por todos los Nazarenos que andan por ahí, que no pase nunca más esto”.
Una zona peligrosa
“En esa parte es terrible. Aparecen de los pastizales todo el tiempo. Te esperan escondidos con cuchillos, machetes o pistolas, te afanan y huyen por los descampados”, contó a LA NACION un agente de seguridad del Centro Recreativo Nacional (Cerena). El predio, que depende de la Secretaría de Deporte de la Nación, está ubicado sobre la colectora, a la altura del kilómetro 23 de la autopista Riccheri. A 600 metros de esos límites deportivos, en un sector que describen como “el tramo más hostil”, anteayer por la tarde delincuentes ejecutaron a Nazareno.
Los emboscaron alrededor de las 19 en la parte de la colectora que se corta de golpe, cercada por descampados avanzados por la naturaleza que llegan hasta la calzada. La zona, ubicada del lado de Esteban Echeverría, al límite de Ezeiza, se convirtió en una frontera entre dos municipios cada vez más riesgosa para ciclistas y corredores. Utilizada como área recreativa, no hay iluminación ni garitas policiales ni cámaras de seguridad. Aunque el Cerena tiene vigilancia propia en su interior, el peligro emerge apenas se sale del perímetro. “Muchos vienen por la pista de ciclismo del complejo, que tiene seguridad y no hay robos. Pero los que salen con la bici por la colectora se vuelven a pie”, describieron vecinos que circulan a diario por esa zona.

Los deportistas y guardias identifican incluso un modus operandi repetido: “Son dos menores que van al frente y un mayor que los coordina. Siempre es lo mismo: un tipo grande y dos pibitos”. Indicaron que automovilistas también son blanco frecuente de los delincuentes. Recordaron, en ese sentido, un episodio cercano con desenlace fatal que no fue noticia: “Hace como tres meses, quisieron robarle a un ciclista que estaba armado, se defendió y lo mató de más de veinte disparos. Al delincuente lo encontraron tirado en los pastizales”.
Los fines de semana se calcula que cerca de 200 ciclistas pasan por el circuito. El predio se llena de autos y conviven bicicletas de ruta y de paseo. A pesar de esa afluencia, “nunca hubo una garita fija de seguridad”, lamentaron los usuarios. Ante los reiterados robos, se elevó un pedido al municipio de Esteban Echeverría y se asignó un patrullero de la Guardia Urbana, aunque solo concurre sábados y domingos, cuando el flujo de gente es mayor en esa zona. La autopista Riccheri, que bordea el área, es jurisdicción federal, una situación que hace más compleja la coordinación. “Estamos en el límite de todo y los políticos se viven tirando la pelota”, comentaron ciclistas que concurren a esa pista.

Impactado por el caso, a la altura de la pista, Juan Salvo, un ciclista de 44 años, contó que la víctima era de su barrio, en Villa Madero. “Tengo allegados que lo conocían. Por lo que tengo entendido, venía pedaleando con una amiga y ocurrió este hecho tan lamentable”, dijo. Y agregó: “Sabemos de mucha gente que ha sufrido delitos por acá. Usualmente, son a mano armada y perpetrados por dos o tres personas. Hay 800 metros de esta parte de la colectora que terminan en la cortada, que es donde más se esconden y roban”.
Algunos creen que dentro de los pastizales hay conductos armados por los delincuentes que desembocan en una villa pegada al complejo de lo que solía ser la estación de Transradio, donde quedan las ruinas de un edificio. Unos pasos más atrás sobresalen las casillas y casas sin revocar del barrio de emergencia, al que se bautizó con el mismo nombre. “Los delincuentes armaron pasadizos entre los matorrales y creemos que llegan a la villa”, señalaron vecinos.
