La crisis peronista y los cimbronazos internos del Gobierno

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Javier Milei cuenta con dos valiosos activos para ejercer el poder después del triunfo de octubre. La crisis de la oposición peronista y el contundente respaldo financiero de Donald Trump. Son ventajas objetivas, que convalidan un diagnóstico bastante extendido: el principal desafío de su gestión es superar las dificultades que surgen en el propio equipo de gobierno.

Cristina Kirchner volvió a desplegar una estrategia muy astuta para atenuar el rigor de su encrucijada. Después de la última derrota anunció que su partido estará expuesto a operaciones externas que se proponen dividirlo. Esa profecía oculta que la debilidad del peronismo proviene de sus propias carencias.

Dos de ellas son muy notorias. El anquilosamiento discursivo, que ella intenta corregir proponiendo una flexibilización de viejos dogmas, y la ausencia de un candidato competitivo que se recorte sobre el horizonte de 2027.

Estas limitaciones, que son de alcance nacional, están agravadas en la provincia de Buenos Aires. Allí, en la sede central del kirchnerismo, se produjo una fractura que parece irreversible. El levantamiento de Axel Kicillof ante la tutela de su antigua jefa condiciona la gobernabilidad del distrito más importante en manos del PJ. La administración bonaerense está siendo sacudida por los tironeos de un reparto de poder.

La materia en la que esa disputa se vuelve más delicada es el financiamiento provincial. Anteayer la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados aprobó un dictamen para el presupuesto del Estado. Pero Kicillof no consiguió que también le aprueben su demanda de financiamiento. Es la cuestión más endiablada. No sólo porque él reclama montos muy abultados. También porque para que le autoricen el endeudamiento requiere de los dos tercios de la Legislatura.

El proyecto enviado por el gobernador a la Cámara pide el visto bueno para tomar deuda por 1990 millones de dólares para solventar al sector público. A esa suma hay que agregar 1045 millones de dólares para amortizar pasivos de 2025. Hay que considerar también otros 250 millones de dólares para la emisión de letras de Tesorería. Otros 250 de dólares para financiar Aubasa, la empresa de autopistas y 150 millones para la de Energía. Es decir, Kicillof necesita que la Legislatura levante el pulgar para pedir prestados 3685 millones de dólares. Esa necesidad debe ser mortificante para el gobernador: durante la campaña de 2019 él había diagnosticado que el mayor pecado de María Eugenia Vidal fue haber sometido a la provincia a una inercia de endeudamiento similar a la que se le reprochaba a la gestión nacional de Mauricio Macri. Hay continuidades que parecen ser inevitables.

El duelo por el liderazgo peronista se filtra en esta urgencia de Kicillof. Los legisladores que responden a Cristina y Máximo Kirchner, en su mayoría de La Cámpora, todavía no se pronunciaron a favor de convalidar las necesidades del gobernador. En voz baja le sugieren que antes consiga los votos de la oposición que se necesitan para alcanzar dos tercios. Un requisito interesante, porque es el que suelen plantear los rivales de cualquier Poder Ejecutivo: “Primero demostrá que te apoyan los tuyos y después veremos si te acompañamos”. El kirchnerismo le pide que primero exhiba el apoyo de los ajenos.

Son chicanas. Las necesidades de financiamiento de Kicillof forman parte de la negociación de un paquete que involucra a peronistas y no peronistas. Una de los temas de esa transacción es la conducción del peronismo bonaerense. Es la posición que domina Máximo Kirchner. El acoso al jefe de La Cámpora no proviene tanto del gobernador como del grupo de intendentes municipales que quiere sacudirse el yugo de una familia trasplantada desde Santa Cruz.

La colina del PJ es importante pero no es la única que está en discusión. Hay que mirar también la presidencia de la Cámara de Diputados. Es un trono importante por su peso institucional. Pero también por los recursos materiales que maneja. Quedó demostrado en las manualidades de Julio “Chocolate” Rigau con tarjetas de débito en los cajeros automáticos de un banco del centro de La Plata. Y era la caja chica.

La titularidad de la Cámara está sometida a una rotación entre líneas internas. En este momento está en manos del Frente Renovador de Sergio Massa, quien tiene allí a Alexis Guerrera. ¿Pasará a manos de un delegado de los Kirchner? ¿Mayra Mendoza? ¿Luis Vivona? ¿Quién? Hay un interrogante más incómodo: ¿Kicillof, que encabeza una nueva facción, no debería pedir su turno?

El gobernador tendría derecho a ese reconocimiento porque ya lo habría obtenido en otro reparto importante del aparato institucional: las vacantes de la Suprema Corte de Justicia. En La Plata se da por sentado que habrá una butaca para los Kirchner, otra para Massa y otra para Kicillof. La cuarta sería para La Libertad Avanza, que lidera Sebastián Pareja. El gobernador no da señales de premura. Ni siquiera definió quien sería su candidato. El acuerdo podría pasar para el año que viene. Una curiosidad: a pesar de la animadversión que se profesan, Cristina Kirchner y Kicillof siguen depositando su confianza en materia judicial en Juan Martín Mena, el ministro bonaerense.

Juan Martín Mena, entre Verónica Magario y Axel Kicillof

Tal vez sería saludable que se complete la Suprema Corte provincial. En los últimos tiempos estuvo atravesada por tensiones, como quedó demostrado en numerosas votaciones: Hilda Kogan y Daniel Soria por un lado, y Sergio Torres por el otro. En los últimos días hubo una inquietud adicional, sobre todo para Torres. La jueza Julieta Makintach confesó ante varios amigos haber recibido una autorización de Torres para filmar la famosa serie sobre el juicio por la muerte de Diego Maradona que le costó el cargo en San Isidro. Durante el jury al que fue sometida en La Plata, ofreció su celular para que salga a la luz esa autorización. ¿Se conocerían también otros mensajes embarazosos? Torres, actor de reparto en este enredo, habría tenido una mirada privilegiada sobre la jueza que ahora cayó en desgracia.

Hay una cláusula principal en las negociaciones de la cúpula bonaerense: el 8% de los recursos derivados del nuevo financiamiento deben ir a los municipios. Es una tradición que ahora se refuerza. Los jefes comunales demostraron en los comicios adelantados de la provincia su enorme poder electoral. Más aún, fueron los verdaderos impulsores de ese desdoblamiento. La gran mayoría disfrutó el triunfo de su lista de concejales. Una legitimidad invalorable en medio de una crisis de representación de grandes dimensiones. Ahora pasan la factura.

Los próximos siete días serán cruciales para la estabilidad de Kicillof. Sus amigos creen que, al final, habrá un acuerdo. ¿Qué pasaría si no lo hubiera? Es posible que se produzca una ruptura final entre el gobernador y los Kirchner, que determinaría la expulsión del gabinete de los funcionarios que obedecen a la expresidenta.

Quienes conocen las entrañas del poder bonaerense aseguran con añoranza: falta el único negociador real que tuvo el peronismo bajo el mando de Kicillof. Cuando se les pregunta quién era, bajan los ojos, avergonzados, y musitan: Martín Insaurralde. Fue el jefe de Gabinete que la señora de Kirchner impuso a Kicillof como interventor de su gobierno. Ahora Insaurralde está eclipsado. Sufre las derivaciones de sus escándalos amorosos, siempre salpicados con recursos injustificables para un funcionario público. Y también padece el avance de antiguos socios, ahora competidores, sobre lo que fue su reino: la caja del juego, que mira con codicia Federico Achával, el intendente de Pilar. Es el hijo del socio de Cristóbal López, titular de la misteriosa cuenta Val de Loire, uno de los tantos secretos del kirchnerismo. Insaurralde paga el precio de haber sido un mal alumno. Podría haber aprendido la lección de quien fue su maestro, el que lo introdujo en esa “industria”: Jorge Rossi. Eterno titular de Lotería, en la provincia y en la Nación, Rossi llamó un día a un grupo de benefactores para anunciarles: “Ustedes me han ayudado. Les aviso que no me volverán a ver. Cambiaré hasta de número de teléfono. Me voy a dedicar a una sola cosa: disfrutar la que hice”. Dicen que está cumpliendo con su palabra, sobre todo en la actividad agropecuaria.

Kicillof e Insaurralde

El frente peronista se agrieta para alegría de Milei. La dirigencia de todo el país está mirando la fractura en el corazón del kirchnerismo. El otro activo, el respaldo de Trump, le abre también una perspectiva beneficiosa. Una contracara de la pesadilla de Kicillof. El Presidente podría conseguir que, gracias a la subordinación con Washington, el Tesoro de los Estados Unidos arme un fondo, con el aporte de organismos multilaterales, para una operación de recompra de deuda que bajaría todavía más el índice de riesgo, es decir, el costo del dinero. Sería la ampliación del rescate que dispuso la Casa Blanca sobre el mercado de cambios.

El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio (der.), saluda al ministro de Relaciones Exteriores argentino, Pablo Quirno, en el Departamento de Estado en Washington, D.C., el 13 de noviembre de 2025.

Esta generosidad Trump se la cobra en el terreno comercial. Es decir, en el capítulo argentino de su gran operación internacional: revertir el déficit comercial que, por razones geopolíticas, su país ha tenido con el resto del mundo durante más de medio siglo. Es el mensaje central del acuerdo anunciado en Washington el jueves pasado por los cancilleres Marco Rubio y Pablo Quirno. Es obvio que la capacidad de negociación de los funcionarios argentinos es reducidísima. Lo que pueden conseguir hay que cuantificarlo en el capítulo financiero de la relación bilateral.

La docilidad en materia de comercio comienza a provocar reacciones. La más previsible proviene de la industria farmacéutica local, que resiste desde tiempos inmemoriales la regularización del régimen de propiedad intelectual. La investigación y desarrollo es un costo altísimo de los grandes laboratorios internacionales, que desde hace décadas pretenden les sea reconocido. Denuncian a los colegas argentinos por “piratería” científica. En el centro de la controversia está, además, el control de la Anmat, que es la agencia que autoriza la comercialización de medicamentos.

Los propietarios de grandes laboratorios alegan que, si el acuerdo final con los Estados Unidos incorpora sin cambios los lineamientos del marco anunciado por Rubio y Quirno, habrá un encarecimiento dramático del costo de los remedios además de un elevado costo macroeconómico: “en los últimos 10 años permitimos un ahorro de 10.000 millones de dólares por reducción de precios y 3200 millones de dólares por ahorro de divisas”. Estas cifras son motivo de una ácida discusión con los laboratorios extranjeros, del mismo modo que está puesta en tela de juicio la política de precios. En muchos rubros los productos farmacéuticos argentinos son carísimos respecto de sus similares de otros países. Simples experiencias de turistas.

A la reacción de los laboratorios se le podría agregar, más tarde, la de la industria automotriz. Es un rubro en el que también los Estados Unidos pretenden avanzar sobre el mercado local. El conflicto en este caso es más complejo: involucra, sobre todo, a las grandes terminales de Brasil, que exportan a la Argentina sin arancel alguno por la normativa del Mercosur.

El debate sobre el altísimo nivel de protección comercial que caracteriza a la economía argentina está relacionado con las reformas que el Gobierno pretende aprobar en el Congreso. Es difícil exponer a las compañías locales a la rivalidad de sus competidores de sistemas avanzados sin reducir los costos tributarios y laborales que pesan sobre ellas.

Dada la complejidad del problema, es muy llamativo que el Gobierno haya anunciado el acuerdo marco con los Estados Unidos sin una avalancha de reparos de parte de la oposición y de los sectores económicos afectados. Sobre todo los sindicales, que son los que suelen poner voz a las quejas empresarias.

Cimbronazos internos

Milei sigue estando frente a una escena favorable. Los cimbronazos vienen desde adentro. La vulnerabilidad es doméstica. En los últimos días, a raíz del dictamen del fiscal Franco Picardi, se conocieron escabrosísimos detalles de los presuntos sobornos que se cobraban desde la Administración Nacional de Discapacidad para la compra de medicamentos. Irregularidades que involucrarían también a laboratorios extranjeros, para alegría de los nacionales, que están pertrechándose para su guerra de supervivencia.

El escándalo venía involucrando a figuras muy cercanas a Milei. Entre ellas, a su propia hermana. Con las pruebas recabadas por Picardi queda salpicado el otro sector de la interna oficialista. Funcionarios ligados a Santiago Caputo, el “Mago del Kremlin”, como Ornella Calvete, hija de Miguel Ángel, quien sería el recaudador de aquellas coimas. Hay que subrayar el modo potencial porque todavía no hay una definición final de la Justicia.

Las supuestas trapisondas de los Calvete pueden tener derivaciones más inconvenientes. En una de las anotaciones que encontró Picardi aparece el nombre del homónimo de un agente de Inteligencia de la gestión de Sergio Neifert, al parecer recomendado por el tenebroso Antonio “Jaime” Stiuso, o por su secretario Lucas Nejamkis, que aspira a reemplazarlo. ¿O será el mismo agente de Inteligencia el que figura en las libretas? Es un detalle. La SIDE está temblando por un gran enfrentamiento interno, con escenas de comedia narradas por Pedro Lacour y Alejandro Rebossio en DiarioAR. La trama sugiere un golpe interno que pretendía dar José Lago Rodríguez contra Neifert. Como son dos delegados del “Mago” en esa agencia, hay quienes interpretan que se trató de una maniobra preventiva: cambiar una conducción por otra, ambas propias, antes que de llegue una intervención externa. Es posible que la maniobra haya llegado tarde. La versión más insistente era, anoche, que Milei resolvió entregar también el control de los servicios de Inteligencia a su hermana.

El relato oficial se organiza de otro modo. Fue la hermana, Karina, la que convenció al Presidente de la conveniencia de delegarle esa función tan complicada. La narrativa de La Libertad Avanza pone un celo extraordinario en mantener la imagen de Milei a años luz de las disputas terrenales. Allá arriba, con las fuerzas del cielo. Sin embargo, quien observe con detenimiento el ajedrez presidencial de las últimas dos semanas puede estar tentado por identificar a un líder calculador y sagaz. Algo distinto, en materia de poder, de un outsider. Como si hubiera aparecido un nuevo “Viejo Saadi”.

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