La hostelería atraviesa una crisis silenciosa pero profunda: cada vez es más difícil cubrir vacantes de camarero, a pesar de que la demanda continúa creciendo. Detrás de este fenómeno se esconde la dureza estructural del sector. El salario medio anual en hostelería apenas alcanza los 16.274 euros, según los últimos datos de la Encuesta Anual de Estructura Salarial del INE, una cifra muy por debajo de la media nacional, que ronda los 25.900 euros. Esta brecha se agrava con la pérdida de poder adquisitivo registrada desde la pandemia (de un 3,8% según CCOO) mientras los precios no han dejado de subir. El resultado es un desfase evidente entre ingresos y coste de vida.
A ello se suma la elevada parcialidad laboral: numerosos camareros firman contratos de cuatro horas aunque trabajan jornadas completas sin que estas queden registradas. La ausencia de descansos, los pagos en negro y los turnos que pueden alcanzar las 12 horas en temporada alta siguen siendo prácticas frecuentes. Las consecuencias son claras. Entre 2019 y 2023, el sector ha perdido más de 32.000 camareros, según datos sindicales. Muchos profesionales optan por abandonar la hostelería en busca de empleos más estables, mejor remunerados y menos agotadores.
José Luis, empresario del sector, ha puesto el foco en la dificultad para cubrir vacantes de camareros durante su intervención en el programa laSexta Xplica. Desde su perspectiva, el entorno actual no recompensa suficientemente el regreso al empleo. “No incentiva a trabajar porque cobras prácticamente lo mismo que en el paro”, aseguró.
Salarios que apenas superan el paro
Al profundizar en las causas, José Luis identificó la escasa diferencia económica entre el salario y las prestaciones de desempleo como una barrera principal. “No les compensa a lo mejor ponerse a trabajar cuando cobran prácticamente lo mismo”, reflexionó. Esta desmotivación, a su juicio, se traduce en actitudes que alejan a algunos potenciales trabajadores del empleo activo. En su relato, el empresario también narró situaciones en las que los propios empleados reconocen su preferencia por esperar para acceder al subsidio. “Es muy duro cuando un trabajador viene y te dice que ‘faltan cuatro meses para cobrar el paro, es lo que quiero estar trabajando’”, relató José Luis.

Otros perfiles con experiencia en hostelería son aún más críticos con este tipo de actitudes. “Prefieren estar jugando al pádel”, ironiza Diego, otro profesional del sector, aludiendo a quienes priorizan actividades personales por encima de incorporarse al mercado laboral. El empresario llega a asegurar que “en muchos casos las personas están en paro y no quieren salir o no les interesa”.
Un empleo exigente y poco reconocido
El empresario considera que el contexto laboral actual se diferencia notablemente del pasado en cuanto a disposición y sacrificio. Según José Luis, “probablemente antes se podía hacer una serie de esfuerzos o sacrificios que ahora ya no se hacen”. Al hablar del oficio, matizó que la dureza inherente al trabajo se ha visto agravada: “pintamos que es todo muy bonito pero ya no es solo por la dureza, es por la crudeza”, precisó.
Finalmente, el representante del sector hizo referencia a la percepción de que no siempre se respetan los derechos en el ámbito laboral: “los derechos se los saltan”, declaró, sugiriendo una problemática que trasciende la falta de incentivos y compromete tanto a empleadores como a trabajadores.