
“Pedro Sánchez, hijo de puta” “prensa española, manipuladora”, “España cristiana y no musulmana”, “España, arriba siempre”, “José Antonio Primo de Rivera”-en este caso sin adornos-, “España, una. España, Grande. España. Libre”. Son solo algunos de los coreos que han gritado decenas de personas a la salida de la misa celebrada en honor al dictador Francisco Franco este 20 de noviembre, 50 años después de su muerte. No ha habido un discurso grandilocuente, ni siquiera uno simple. No había ni un solo argumento ni un razonamiento, solo gritos. Solo voces que al unísono repetían el nombre del dictador durante más tiempo del que las cuerdas vocales pueden aguantar. También han cantado el ‘Cara al sol’ y el himno de Falange, han exhibido banderas preconstitucionales y han hecho el saludo fascista, también durante más tiempo del que un brazo puede aguantar.
La misa, oficiada en la parroquia de los de los Doce Apóstoles de Madrid, ha durado menos de una hora y se ha saldado con una sola mención al dictador. La misa sería en su honor. Es lo único que ha dicho el párroco, para disgusto de muchos. “Solo lo ha nombrado una vez”, “yo me esperaba otra cosa”, han pronunciado dos de los asistentes de la camino a la puerta. Tal vez les haya reconfortado que baile de gritos y coreos a la salida. Pero antes, cerca de las ocho de la noche, dos activistas del grupo feminista Femen han irrumpido ante las puertas abarrotadas de la iglesia.
Llevaban el torso descubierto, sobre él pintado: “Fascismo legal, vergüenza nacional” y “Al fascismo, ni honor ni gloria”. Decenas de asistentes las han increpado. Pero el momento más violento lo ha protagonizado un hombre que llevaba más de una hora vendiendo todo tipo de abalorios con simbología franquistas en el lugar. Bandera del águila en mano, el señor ha tratado de hacer que bajaran los carteles llevaban y que abandonaran el lugar mientras las empujaba y les tocaba los pechos descubiertos. Desde el interior solo se han escuchado unos gritos y la misa ha transcurrido como otra cualquiera.
El templo estaba abarrotado. En primera fila, los Franco y, tras ellos, cientos de simpatizantes. No obstante, el cura se ha limitado a indicar que el acto se celebraba en por “el alma” del dictador, cuya imagen estaba presente en las camisetas de algunos de los asistentes al evento que ha organizado la familia y la pronto ilegalizada Fundación Nacional Francisco Franco. Fue su presidente, el general de la División de Infantería de Marina en la reserva, Juan Chicharro, el encargado de difundir la esquela con la que llamaba a la asistencia al evento. Franco “murió cristianamente al servicio de la patria”, reza el comunicado en que se “ruega una oración por su alma”.

Les ha faltado tiempo para salir de la eucaristía y corear el nombre del dictador que orquestó, junto a otros militares, el fallido golpe de Estado que derivó en la cruenta Guerra Civil que se saldó con miles de muertos, con años de hambre, con fusilamientos tras el fin del conflicto y con casi 40 años de régimen dictatorial que secuestró los derechos de los españoles y españolas. Pero allí se han plantando. Y con toda libertad -la que no había durante el franquismo- han cargado contra el Gobierno de Pedro Sánchez, como ya es habitual en este tipo de encuentros; han entonado el himno de Falange y el ‘Cara al sol’, en un coro que por momentos parecía una competición para ver quién se dejaba antes la garganta; y han recordado, con miradas cómplices y sonrientes, los años en los que el saludo -obligatorio- consistía en alargar el brazo derecho tanto como fuese posible. De no ser porque la marabunta ha tardado poco en dispersarse, muchos de esos brazos podrían incurso haberse separado de sus cuerpos por la fuerza y la fiereza con la que los levantaban.
Poco antes de las diez no quedaba nadie allí. Se habían ido. A cenar a algún restaurante o, tal vez, a sus casas. Nadie les ha seguido. No serán perseguidos y sus nombres no figurarán en una lista. Sus familias no tienen que temer ningún tipo de represalias. No las habrá. El Gobierno deberá estudiar si han cometido un acto contrario a la memoria democrática y si han vulnerado la Ley de Memoria Democrática. De considerarlo así, deberían pagar una multa. Nada más. Es esa una de las cualidades de la democracia: la libertar de expresión, incluso cuando lo que se expresa va en su contra. Fue esa una de tantas carencias de la dictadura, esa que acabo hace 50 años pero que, para algunos, sigue viva.
