
La venta nocturna del siglo XXI, celebrada por Christie’s el 19 de noviembre de 2025 en Nueva York alcanzó una recaudación total de USD 123,6 millones y estableció nuevos récords para varias artistas mujeres, consolidando un cambio notable en la valoración del arte contemporáneo.
La jornada destacó especialmente por los máximos históricos logrados por Firelei Báez, Joan Brown y Olga de Amaral, quienes vieron cómo sus obras superaban ampliamente los registros previos en subasta. Además, según Artnews, la puja reflejó el creciente interés de coleccionistas e instituciones por creadores tradicionalmente poco visibilizados y la consolidación de tendencias que impulsan la diversidad y la revisión de los grandes nombres en el circuito de arte global.
Las piezas premiadas de Báez, Brown y Amaral no solo batieron cifras, sino que aportaron contenidos que dialogan con la memoria, el archivo, la resiliencia personal, la abstracción textil y los relatos como estructuras de poder y pertenencia.
Los resultados de la venta nocturna acompañaron el éxito de otros artistas, como Glenn Ligon y Richard Prince, situando el evento como uno de los más significativos de la temporada y subrayando el protagonismo creciente de trayectorias históricamente marginadas en un escenario internacional que redefine su mapa simbólico y comercial.

Firelei Báez: historia, memoria y poder de los archivos
La artista dominicana Firelei Báez brilló durante la subasta gracias a la adjudicación de su obra Sin título (Colonización en América, Mapa mural de historia visual, preparado por el Servicio de Educación Cívica) (2021) por USD 1.111.250, según destacó Artnews. Esta pintura monumental, de más de dos metros y medio de altura, condensa el rigor técnico y la capacidad crítica que caracterizan la trayectoria de Báez. La obra integra capas superpuestas de mapas de archivo, símbolos caribeños y pinceladas que evocan plumas densamente representadas en anillos concéntricos, generando una composición de asombrosa dinámica visual y cromática.
Báez acude a mapas históricos como soportes, ocultando y reescribiendo desde la pintura documental antigua plagada de omisiones, especialmente la ausencia de los pueblos originarios americanos. Fragmentos de texto como “Mayflower”, “Roger Williams” o “Jamestown” apenas se perciben, silenciados bajo constelaciones de plumas vibrantes y minuciosamente detalladas. Su praxis busca subvertir las categorías del conocimiento archivístico y desafiar la narrativa oficial occidental: “El diagrama perfecto es el que permite iniciar una conversación sobre los tiempos y espacios que nos han creado”, afirmó Báez.
El color, lejos de limitarse al estereotipo tropical, expande el alcance visual y simbólico de la obra: rojos carmesí, azules marinos, amarillos y rosas eléctricos se mezclan en una paleta orgánica profundamente generativa. La investigadora Marta Fernández Campa señala que “su vibrante gama cromática” supera las representaciones convencionales del Caribe, transmitiendo energía y potencial transformador.

Los motivos de plumas tejen conexiones ancestrales y culturales que dialogan tanto con las capas ceremoniales del pueblo Tupinambá de Brasil como con tradiciones diaspóricas del Mardi Gras y el carnaval. Báez incorpora referencias oníricas propias, evocando sueños de rescate y protección por criaturas aladas, en una conmovedora exploración de la memoria, la diáspora y la identidad. La artista fusiona tradición indígena, folclore, sueños personales y crítica historiográfica en un auténtico tour de force pictórico, reivindicando otros relatos frente a la violencia epistémica de la historia oficial.
Joan Brown: resiliencia, autobiografía y legado del arte figurativo
Otra de las grandes protagonistas de la velada fue Joan Brown, figura clave del arte figurativo del Área de la Bahía, con la venta de After the Alcatraz Swim #2 (1975) por USD 596.900, récord personal para la artista. La obra, un autorretrato realizado tras sobrevivir a una experiencia cercana a la muerte durante una travesía a nado en la Bahía de San Francisco, fusiona simbolismo psicológico, narración autobiográfica e innovación estilística.
El cuadro muestra a Brown de pie en un interior doméstico, acompañada de un perro, con una calma aparente que contrasta con la violencia emocional vivida. En la pared, una escena pictórica interior representa el mar embravecido, recordando el episodio traumático y aludiendo a la multiplicidad de significados: las emociones, el aislamiento y la trascendencia ante la adversidad. La serie de pinturas surgidas del mismo episodio conforman un testimonio visual sobre lucha, resiliencia y transformación personal, y han sido objeto de exposiciones y análisis institucionales en el Museo de Arte Moderno de San Francisco y el Museo de Arte de Palm Springs.

Brown participó en el Movimiento Figurativo de la Bahía y desarrolló, bajo la influencia de Elmer Bischoff, un lenguaje pictórico que transitaba entre la abstracción y la figuración, con expresivas superficies de impasto y, más adelante, un giro gráfico y estilizado. Su obra se ha convertido en un referente del estilo propio de San Francisco, explorando la autorreflexión y la distancia emocional mediante colores audaces y motivos florales que enmascaran, bajo el orden aparente, las tensiones internas de sus vivencias.
Olga de Amaral: abstracción textil, oro y poder de lo colectivo
La cifra más alta alcanzada por una mujer artista en Christie’s correspondió a la colombiana Olga de Amaral, cuya imponente pieza Pueblo H (2011) fue adjudicada en USD 3.125.000, superando el doble de su récord anterior. Referente ineludible del arte textil, Amaral ha desarrollado una poética propia que integra arquitectura, tradición andina, abstracción moderna y una distintiva experimentación con fibras y pan de oro.
“Estos fragmentos tejidos son las ‘palabras’ que me permiten crear paisajes de emociones, recuerdos y conexiones”, describió Amaral al explicar su metodología de trabajo. La obra, proveniente de la colección de Elaine Wynn, genera asociaciones con el paisaje, la topología y la metáfora del pueblo como cuerpo colectivo y diverso. Los tapices dorados de Amaral, tintados de azul marino y oro, proponen una estética meditativa y conectan con la “inteligencia ancestral” de los tejidos andinos, según reconoció la propia artista.

El reconocimiento global de Amaral ha crecido en los últimos años, impulsado por su participación en la Bienal de Venecia 2024 y la itinerancia internacional de su retrospectiva por instituciones como la Fondation Cartier y el Instituto de Arte Contemporáneo de Miami. Su trabajo ilustra la recuperación de saberes tradicionales, la integración de materiales nobles y una forma avanzada de abstracción escultórica dentro del arte de posguerra.
Resultados globales y trascendencia de la subasta
Además de los hitos de Báez, Brown y Amaral, la subasta registró nuevos máximos para artistas como Glenn Ligon, con su obra escultórica de neón (USD 3.125.000), y Richard Prince, con Sin título (Vaquero) (2011), que alcanzó los USD 3.400.000. La recaudación total de la puja fue de USD 123,6 millones, consolidando la tendencia de creciente interés hacia artistas históricamente subrepresentados en el mercado de alto valor.
La presencia de piezas cruciales de colecciones influyentes y el eco mediático de exposiciones recientes potencian el reconocimiento institucional y la legitimidad de estas trayectorias. La velada de Christie’s se inscribe, sin duda, entre las más significativas de la temporada, reafirmando la fuerza y el avance de creadoras y creadores que, durante décadas, permanecieron al margen del circuito de subastas internacional. El mercado del arte transforma su geografía simbólica, abriendo espacio a nuevas voces y narrativas que enriquecen el panorama contemporáneo.
