En muchas casas de América Latina, incluido Colombia, los consejos para mantener el hogar siguen pasando de generación en generación. Entre esos trucos que resurgen con fuerza aparece la mezcla de canela y vinagre blanco. Un recurso sencillo que ganó terreno en comunidades digitales y espacios dedicados al orden y la limpieza. La combinación sorprende por el alcance que tiene: no solo higieniza, sino que deja una estela cálida que transforma la atmósfera de las habitaciones.
El auge de este preparado está ligado a la búsqueda de alternativas menos agresivas para el aseo cotidiano. Las soluciones caseras funcionan como un puente entre lo práctico y lo emocional, ya que limpian, pero también evocan la sensación de hogar que antes se asociaba con especias, infusiones y aromas naturales.
La mezcla de canela y vinagre se ubicó allí, en el punto donde la funcionalidad se encuentra con el confort. El vinagre blanco, usado desde hace décadas como desinfectante, actúa con fuerza sobre bacterias y residuos.

Su capacidad para arrastrar grasa, marcas y olores lo convierte en un aliado frecuente en superficies donde la limpieza debe ser constante, como mesas, mesones o perillas. Esa base ácida es la que prepara el escenario para que la canela complete el efecto.
Aroma, limpieza y renovación
La canela aporta un matiz cálido que no suele encontrarse en otros limpiadores naturales. Al liberarse en el vinagre después de varias horas de reposo, perfuma los espacios sin saturarlos y se sostiene más tiempo que un aromatizante comercial.
En cocinas o zonas donde persisten los olores a humedad, deja un ambiente más equilibrado. Al combinarse, ambos ingredientes generan un resultado que muchas personas aprovechan para mantener el hogar en mejores condiciones. La acción limpiadora del vinagre se potencia y el perfume especiado neutraliza aromas fuertes. En algunas prácticas de armonización, también se atribuye a esta mezcla la capacidad de renovar la energía de los espacios; la canela es símbolo de prosperidad y el vinagre se asocia con limpieza profunda. Aunque no existe evidencia científica sobre este aspecto, sí es un uso extendido en rituales del hogar en varios países.

Otro beneficio señalado por quienes adoptan este truco es su efecto como repelente natural. El aroma que desprende la mezcla resulta poco agradable para hormigas y mosquitos, por lo que suele aplicarse cerca de ventanas, balcones o marcos de puertas.
Preparación cotidiana y usos en el hogar
La elaboración es simple y no requiere productos adicionales. En un frasco limpio se colocan dos o tres ramas de canela, se agrega una taza de agua y otra de vinagre blanco y se deja reposar entre 12 y 24 horas para que el olor se integre. El color del líquido suele oscurecerse apenas y, al abrir el recipiente, aparece el aroma especiado que caracteriza la mezcla.
En el día a día, se aprovecha como limpiador multiuso. Puede rociarse sobre muebles, pisos fríos, azulejos o perillas y retirarse con un paño para dejar las superficies libres de suciedad. También funciona como ambientador cuando se pasa a un difusor o a un atomizador para refrescar habitaciones, armarios o baños. En entradas y zonas de tránsito ayuda a generar un recibimiento más acogedor.

Para que mantenga su efectividad conviene guardarlo en un frasco bien cerrado, lejos de la luz directa, y usarla dentro de las dos o tres semanas posteriores a su preparación. Algunas personas retiran las ramas de canela después de siete días para evitar que el aroma se intensifique demasiado o que cambie la tonalidad del líquido. Agitar el frasco antes de aplicarla mejora su rendimiento.
Este truco, que circula con fuerza en países como Argentina y otros de la región, también se ha extendido en hogares colombianos por su sencillez y porque devuelve la idea de que lo natural puede ser suficiente para transformar un espacio. En una época de fórmulas complejas, la mezcla de vinagre y canela recuerda que muchas soluciones empiezan en la alacena.
*Por María Paula Lozano Moreno
