GINEBRA.– Mientras enviados de Estados Unidos y Ucrania se reunían en Ginebra en busca de avances para poner fin a la guerra entre Moscú y Kiev, Donald Trump volvió a desatar una andanada de críticas contra el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, acusándolo de haber mostrado “cero gratitud” por los esfuerzos de Washington para detener la violencia.
En una extensa declaración, Trump reiteró su insistencia en que la guerra “nunca habría ocurrido” si él hubiese estado en la Casa Blanca en 2021. Aseguró que la invasión rusa se produjo debido a la “debilidad” de Joe Biden frente a Moscú y volvió a esgrimir su argumento infundado de que las elecciones presidenciales de 2020 fueron “arregladas y robadas”, una acusación que utiliza para justificar por qué, en su visión, Vladimir Putin se habría sentido en condiciones de lanzar el ataque.
Trump reservó también fuertes críticas para la dirigencia ucraniana, a la que acusa de no mostrar agradecimiento por la asistencia estadounidense. También apuntó contra los líderes europeos que dicen velar por la integridad de Ucrania mientras “Europa continúa comprando petróleo ruso”. A su vez, lamentó las pérdidas humanas, al tiempo que acusó a Biden de haber entregado ayuda militar y financiera “gratis” a Kiev.
Trump aumentó la presión sobre Kiev al fijar un ultimátum para que acepte su plan de paz de 28 puntos, presentado como la única salida para un conflicto “insostenible” para Estados Unidos. Advirtió que el apoyo militar a Ucrania podría reducirse si Zelensky rechaza la propuesta, lo que generó preocupación entre los aliados europeos y dentro del propio gobierno ucraniano. Para Kiev, la iniciativa amenaza con formalizar concesiones territoriales que favorecerían a Rusia y que Zelensky ha rechazado en reiteradas ocasiones.
El presidente ucraniano intentó moderar la tensión al agradecer públicamente el respaldo de Estados Unidos, aunque tomó distancia del plan, que considera perjudicial para su posición negociadora frente a Moscú. La retórica cada vez más combativa de Trump ha complicado el escenario diplomático, alimentando la incertidumbre en un momento clave para Ucrania, que necesita garantías de seguridad y un flujo estable de ayuda militar. Estas tensiones también se suman a una serie de ataques que Trump ha lanzado contra Zelensky desde su regreso a la Casa Blanca. En febrero lo acusó de actuar “como un dictador” y de evitar elecciones por temor a perder poder, incluso afirmó —sin pruebas— que Kiev habría “desaparecido” fondos de la ayuda estadounidense.
La escalada verbal continuó cuando Trump relativizó la soberanía de Ucrania al sugerir que el país “podría ser ruso algún día”, declaraciones que generaron alarma en las cancillerías occidentales. En julio, reveló una conversación privada en la que preguntó a Zelensky si Ucrania estaba en condiciones de atacar Moscú con armas de largo alcance, un intercambio que encendió alertas sobre el impacto que podría tener en la estabilidad regional. Con este trasfondo, la relación personal y política entre ambos mandatarios atraviesa uno de sus momentos más tensos desde el inicio de la guerra.
Informan de nuevos avances, pero sin detalles
Mientras tanto, en Ginebra, enviados de Estados Unidos y Ucrania informaron avances en la negociación del plan de paz, aunque con escasos detalles. Las delegaciones iniciaron conversaciones sobre la propuesta estadounidense, un esquema que ha generado inquietud entre los aliados europeos por considerar que concede demasiado a Moscú. Aun así, el secretario de Estado Marco Rubio describió la primera jornada como “muy valiosa” y aseguró que había sido el día “más productivo en mucho tiempo” para los esfuerzos diplomáticos.
Rubio adoptó un tono más cauto pero optimista que Trump. Aseguró que las conversaciones continuarán durante la semana y sugirió que el papel europeo podría separarse de los elementos estrictamente vinculados a Rusia y Ucrania. Subrayó, además, que cualquier acuerdo final deberá ser presentado al Kremlin, porque “los rusos tienen voz aquí”, una frase que dejó claro que Moscú sigue siendo un actor indispensable en la negociación.
Trump estableció como límite el jueves para que Ucrania responda a su plan, aunque luego insinuó que podría extender el plazo si percibe avances. Rubio, en cambio, minimizó la importancia de esa fecha, enfatizando que la meta principal es frenar cuanto antes los combates.
Las dudas sobre el contenido del plan crecieron tras revelaciones de senadores estadounidenses que aseguraron que Rubio les dijo que la propuesta tenía origen en Moscú y funcionaba como una “lista de deseos” del Kremlin. El Departamento de Estado negó esa afirmación y afirmó que se trataba de un malentendido. Rubio llegó incluso a cuestionar públicamente la interpretación de los legisladores, lo que añadió confusión sobre la verdadera autoría del documento.
Desde la delegación ucraniana, el jefe negociador Andrii Yermak confirmó que la primera sesión había sido “muy productiva” y que ya se estaba preparando una segunda ronda junto a los socios europeos. Sin embargo, las reservas de Kiev siguen siendo profundas: el plan incluye concesiones territoriales que Ucrania rechaza de plano y restricciones militares que, según sus aliados, limitarían su capacidad de defensa. Zelensky insistió en que su país “siempre defenderá” su soberanía y recordó que “fue Rusia, y sólo Rusia, quien comenzó esta guerra”.
Los gobiernos europeos también empezaron a marcar posición. Representantes de Francia, Reino Unido y Alemania advirtieron que las limitaciones militares previstas en el plan amenazan directamente la soberanía ucraniana. La ministra francesa Alice Rufo remarcó que “Ucrania debe poder defenderse” y que cualquier restricción sólo beneficiaría a Moscú. En ese contexto, el primer ministro polaco Donald Tusk pidió claridad sobre el origen del plan, mientras el senador demócrata Mark Warner alertó que la propuesta parecía “una serie de puntos de conversación rusos” y que había provocado “férrea resistencia” entre los aliados occidentales.
Agencias AP, AFP y Reuters
