El día que Jack Ruby mató a Lee Harvey Oswald y evitó que el mundo conociera la trama detrás del asesinato de Kennedy

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No habían pasado 48 horas del asesinato de John Fitzgerald Kennedy y el mundo entero seguía convulsionado por la noticia cuando, exactamente a las 11.15 de la mañana del 24 de noviembre de 1963, la Jefatura de Policía de Dallas, en Texas, se convirtió en un hervidero de movimientos, con agentes de policía inquietos y periodistas en busca de la noticia. Las cámaras de televisión estaban listas para transmitir en vivo y en directo el traslado de Lee Harvey Oswald, el presunto tirador solitario que había acabado con la vida del mandatario estadounidense, a la cárcel del condado luego de una verdadera maratón de interrogatorios. La impaciencia hacía rato que se notaba en el ambiente porque la movida estaba prevista para las 10, pero una serie de pequeños inconvenientes la habían retrasado. Los periodistas se dieron cuenta de que finalmente ocurriría porque un furgón policial llegó y se estacionó de culata en el subsuelo, cerca de los ascensores, por donde se sabía que se llevarían al detenido.

A las 11.20, se vio bajar de uno de ellos a Oswald esposado, flanqueado por dos detectives de civil, uno con sombrero blanco y el otro con sombrero negro. Se llamaban James Laevelle y L. C. Graves y llevaban al presunto magnicida agarrado de los brazos. Las cámaras que transmitían el acontecimiento mostraron a los tres hombres caminando unos metros hacia el furgón, de pronto interceptados por un hombre robusto, de traje oscuro y sombrero negro, que disparó contra Oswald en el estómago. Se escuchó un solo disparo. Los policías se tiraron encima del agresor y lo inmovilizaron, mientras que Oswald se retorcía en el suelo de dolor. Toda la secuencia fue transmitida por la televisión. Fue el primer crimen de la historia transmitido en vivo y en directo.

A Oswald lo llevaron de urgencia al Parkland Memorial –el mismo hospital en el que habían anunciado el deceso de Kennedy dos días antes– donde murió poco después de la una de la tarde. Para entonces, ya se sabía que al hombre que le había disparado con un revólver calibre 38 se lo conocía como Jack Ruby. “Alguien tenía que hacerlo”, fue lo único que dijo Jacob Leon Rubenstein, tal era su verdadero nombre, cuando los policías lo redujeron. Lo dijo sin que nadie le preguntara nada.

Lee Harvey Oswald en el momento en que fue asesinado por Jack Ruby (AP Photo/Dallas Times-Herald, Bob Jackson)

El asesinato de Kennedy

Cuando Oswald murió en el hospital, la secuencia del atentado contra Kennedy había sido reconstruida minuto a minuto, pero las razones que habían llevado al presunto asesino a dispararle seguían siendo un misterio. En cambio, las versiones conspirativas sobre los autores intelectuales del crimen se multiplicaban a ritmo vertiginoso: que la CIA, que la KGB, que el FBI del odioso Edgar J. Hoover, que los cubanos castristas, los cubanos de Miami y hasta el propio Lyndon B. Johnson, sentado en el Salón Oval de la Casa Blanca como sucesor del presidente asesinado.

A las 12.30 del 22 de noviembre de 1963, el Lincoln Continental Convertible que llevaba al presidente por las calles de Dallas, Texas, entró en la Plaza Dealey. Era el segundo auto de la caravana y estaba sin la capota porque el mandatario quería saludar al público que se había reunido en las calles para verlo en su visita a la ciudad para participar de un acto político. Al volante estaba el agente William Greer y en el asiento del acompañante su compañero Roy Kellerman; detrás de ellos iban sentados el gobernador de Texas John Connally y su esposa Nellie; en la tercera fila de asientos viajaban Kennedy y su esposa Jacqueline.

En la esquina de la calle Houston y la calle Elm, la caravana debió aminorar la velocidad para hacer un giro a la izquierda y la limusina quedó frente al edificio del Almacén de Libros Escolares de Texas. En ese momento se escucharon tres disparos en menos de cinco segundos. El último impactó en la cabeza del presidente y la destrozó. La limusina corrió a más de 120 kilómetros por hora hacia el Hospital Parkland Memorial, el más cercano. El gobernador Connally estaba herido en el asiento trasero, Jacqueline sostenía la cabeza destrozada de su esposo muerto contra su pecho. En el hospital, los médicos intentaron todo por recuperarlo, era imposible. Declararon oficialmente que John Fitzgerald Kennedy murió a la una de la tarde en punto.

John Fitzgerald Kennedy recibió un disparo en la cabeza en Dallas, Texas

Los movimientos de Oswald

Cuando Kennedy recibió el disparo letal, Lee Harvey Oswald estaba en el edificio del Almacén de Libros Escolares, donde trabajaba. Se fue pocos minutos después. A las 13.14, el oficial de policía J. D. Tippit estaba patrullando las calles de Dallas cuando vio a un individuo en actitud sospechosa. Detuvo el auto, pero cuando quiso interrogarlo, el hombre le disparó tres veces con un revólver y lo remató de un cuarto tiro en la cabeza cuando ya estaba caído.

Poco después, un hombre que coincidía con la descripción del asesino de Tippit entró a un cine donde proyectaban la película War is Hell, sobre la guerra de Corea. La policía rodeó el lugar, entró al cine y lo detuvo.

“No me resisto al arresto”, gritó el hombre cuando los vio entrar. “Vos mataste al presidente”, le contestó uno de los policías cuando lo esposaban.

El hombre se llamaba Lee Harvey Oswald. Para ese momento, se lo tenía por el autor de los tres disparos contra Kennedy. En los interrogatorios, negó una y otra vez ser el asesino del presidente. Y lo seguía negando la mañana del 24 de noviembre de 1963, cuando lo iban a trasladar desde la Jefatura de Policía de Dallas a la cárcel del condado y Ruby lo mató.

Un enigma llamado Jack Ruby

Jack Ruby siempre sostuvo que quedó conmovido, como millones de norteamericanos, por el asesinato de Kennedy. También dijo más de una vez que, apenas lo supo, lo embargó una enorme tristeza. Cuando mataron al presidente tenía 52 años y era lo que podía llamarse “un empresario de la noche”, dueño de un cabaret y sospechoso de vinculaciones con el crimen organizado de la ciudad, capitaneado por los hermanos Campissi, por encargo de uno de los cuales había viajado unos años antes a La Habana para hacer “negocios”.

No era un hombre ajeno a la política. En 1947, por pedido de Richard Nixon, había sido testigo ante el Comité de Actividades Antiestadounidenses presidido por el senador Joseph McCarthy, donde tuvo una intervención en la que dejó clara su posición de enemigo del comunismo. Por esa misma época, el FBI había querido investigarlo por sus vinculaciones con el crimen organizado, pero una rápida intervención de Nixon le había evitado el mal trago.

Después del asesinato de Kennedy, Ruby les confesó a varios amigos que no sólo lo entristecía el asesinato del presidente, sino también el dolor de su esposa, Jacqueline. Tal vez por eso, la noche misma de la muerte de Kennedy se lo pudo ver – quedó registrado en las imágenes tomadas por los noticieros de la WFAA-TV (Dallas) y de la NBC – durante la conferencia de prensa del juez de Distrito Henry Wade en la Jefatura de Policía de Dallas. Incluso, haciéndose pasar por periodista, le hizo una pregunta al juez, relacionada con las supuestas vinculaciones de Oswald con el comunismo y el Comité de Cuba, una organización norteamericana que apoyaba a Fidel Castro: “Henry, ¿cuál es el juego del Comité de Cuba?“, lo interrogó. Las cámaras lo mostraron escuchando atentamente la respuesta.

Los movimientos de Ruby en los momentos previos al asesinato fueron reconstruidos pormenorizadamente y dejan dudas sobre si había planificado matar Oswald o lo había perpetrado por un arrebato. Tampoco queda claro si había actuado por orden de alguien o por iniciativa propia.

Jack Ruby era conocido en Estados Unidos por ser un hombre de la noche

Poco después de las 11 de la mañana cometió una infracción de tránsito – giró en “U” – para estacionar su auto cerca de un local de Western Union que se encontraba a muy poca distancia de la Jefatura de Policía. Cuando bajó, dejó encerrada en el auto a su perra “Sheba”. Hizo un envío de dinero en esa oficina, de la que salió a las 11.17 y se dirigió a la rampa que llevaba al subsuelo de la Jefatura. Cuatro minutos después mató a Oswald.

Lo cierto es que Ruby no podía saber que sería trasladado en ese preciso momento. A la prensa se le había informado que sería a las 10 de la mañana. Si Ruby planificó matar a Oswald, ¿por qué no fue a la hora señalada oficialmente?, ¿por qué fue hasta allí con su perra en el auto? Pero, por otra parte, ¿por qué llevaba un revólver en el bolsillo del saco?

Dos horas y 19 minutos

El juicio contra Jack Ruby por el asesinato de Oswald empezó con la selección del jurado en febrero de 1964, donde hubo que elegir entre 900 preseleccionados. No era una elección fácil, porque se trataba de un caso donde todos tenían opinión formada desde el mismo día de los hechos y estaba relacionado con la muerte de un presidente. Además, el juez del caso, Joe Brown, estuvo a punto de ser sustituido por problemas cardíacos.

El juicio propiamente dicho se inició en marzo y duró once días. Ruby se declaró inocente y confesó que ni siquiera se acordaba del momento en el que disparó a Lee Harvey Oswald; dijo también que sufrió una crisis de epilepsia psicomotora por el dolor que le provocó el asesinato de Kennedy. No le sirvió de nada.

En una de las sentencias más rápidas de la historia judicial estadounidense, el jurado deliberó apenas dos horas y 19 minutos antes de declararlo culpable. Sus abogados apelaron y en octubre de 1966 un tribunal superior anuló el juicio y ordenó realizar otro. La decisión se basó en el uso de testimonios indebidos de los policías sobre sus conversaciones con Ruby luego de la detención.

Lee Harvey Oswald es trasladado tras ser atacado por Jack Ruby

Jacob Leon Rubenstein no llegó a sentarse por segunda vez en el banquillo de los acusados. Murió de cáncer el 3 de enero de 1967 en el Parkland Memorial Hospital de Dallas, Texas. Veinticuatro horas antes de morir, aceptó que su hermano Earl y su abogado defensor, Elmer Gertz, lo interrogaran sobre el asesinato de Oswald.

Las últimas palabras

Más que de los hechos, el hermano Earl y el letrado Gertz intentaron que Ruby revelara en su lecho de muerte los verdaderos motivos que lo habían llevado a matar al presunto asesino de Kennedy. La grabación es la siguiente:

-¿Cuándo te diste cuenta de que habías herido a Oswald, Jack? – le pregunta el abogado.

-Bueno es todo tan borroso. Sucedió tan borroso que antes de darme cuenta estaba en el suelo, los oficiales me tenían en el suelo…

-¿Pero te habías dado cuenta de que habías hecho algo?

-Realmente pasó tan rápido… no puedo recordar qué pasó desde el momento en que llegué al final de la rampa (de ingreso a la Jefatura de Policía) hasta que los oficiales que me tuvieron en el suelo.

-¿Sabías cuándo iban a trasladar a Oswald, Jack?

-Voy a ser honesto contigo, no.

-¿No tenías idea?

-Más tarde me enteré de que se suponía que lo iban a trasladar a las diez.

-¿Nunca nadie le dijo que lo iban a trasladar?

-No.

-Entonces, ¿qué te hizo caminar hasta la cárcel (se refiere a la Jefatura de Policía)?

-Porque cuando llegaba con el auto vi a algunas personas en la rampa y la curiosidad me despertó un destello en mi mente al ver a la gente allí…

– ¿Hay algo más en lo que puedas pensar, Jack, algo más que hayas pensado cuando pasabas por allí o bajabas del auto?

-No sé qué pensar, sucedió.

-Quiero que pienses un minuto, ¿qué recordás de cuando llegaste al final de la rampa?

-Sí, lo hice… Como dije, me vino un destello desde el punto en la parte inferior de la rampa y un momento después estaba luchando con los oficiales de policía por el arma. En realidad, no sé qué pasó en ese momento.

-Lo estás haciendo muy bien, Jack. Descansemos un minuto.

En la cinta queda registrado el corte de la grabación. Cuando se reanuda, Earl le pregunta a su hermano:

-¿Por qué llevabas un arma?

-Siempre llevaba un arma debido a varios altercados que tuve en mi club y, a veces, llevaba grandes sumas de dinero.

-¿Hay algo más que quieras decir, Jack? – insiste Earl.

-El culo, estoy postrado en la cama y me duele.

-¿Tenés llagas?

-No, no son llagas, me duele el culo – responde Ruby y allí termina la grabación.

El informe Warren determinó que Lee Harvey Oswald actuó solo (AP Foto/Jim Altgens, archivo)

El informe Warren

Para entonces, la Comisión Warren, encargada de esclarecer el asesinato del presidente, había dado a conocer sus conclusiones sin convencer a nadie. Había sido creada por Lyndon B. Johnson siete días después de la muerte de Kennedy con la misión concreta de investigar el magnicidio hasta las últimas consecuencias. Encabezada por el presidente de la Corte Suprema, Earl Warren, fueron convocados a integrarla el ex director de la CIA Allen Dulles, el senador republicano John Sherman Cooper, el senador demócrata Richard Russell, el congresista Hale Boggs, el ex presidente del Banco Mundial John McCloy y quien sería presidente de los Estados Unidos una década después, Gerald Ford.

El 27 de septiembre de 1964 Warren le había entregado a Johnson los resultados de la investigación. Eran veintiséis volúmenes y un informe final que el gobierno aceptó sin hacer ninguna objeción, aunque su contenido no era consistente. En sus diez meses de trabajo, los miembros de la comisión analizaron 3.154 pruebas, entre pericias, autopsias, informes de balística y documentos secretos, y revisaron las declaraciones de 552 testigos seleccionados entre 26.550 que ya habían sido interrogados por el FBI. Sin embargo, después de una investigación tan exhaustiva, para Warren y los suyos no había puntos oscuros, ni siquiera grises en el asesinato del presidente.

Las conclusiones, que trataban de aventar todas las dudas, fueron que ningún miembro del gobierno estuvo involucrado ni participó de una conspiración para asesinar el presidente y que Lee Harvey Oswald mató Kennedy en una acción solitaria, sin colaboradores ni autores intelectuales que le ordenaran hacerlo. El asesino había atacado al presidente en un estado de desequilibrio mental, sin ninguna motivación de tipo político. Para perpetrar el magnicidio había realizado tres disparos desde el sexto piso del depósito de libros, dos de los cuales impactaron en el cuerpo de Kennedy. Oswald también mató al policía Tippit cuando trataba de escapar. La custodia de Kennedy había actuado con métodos desactualizados, que debían ser revisados para mejorar la seguridad presidencial. Por último, la Comisión concluyó que Jack Ruby también había actuado solo al matar a Oswald dos días después del magnicidio, y que pudo hacerlo debido a la negligencia en la seguridad policial.

En otras palabras, para la Comisión Warren el asesinato de Kennedy era un caso cerrado, con un solo culpable y sin ningún conspirador. Eso hizo que el informe fuera recibido con una ola de críticas. Se lo calificó de maniobra de encubrimiento e incluso se señaló a sus principales responsables: Allen Dulles, quien estaba públicamente enfrentado con Kennedy por la fallida invasión a Cuba ocurrida en 1961, y Gerald Ford, un hombre muy cercano al director del FBI, Edgar Hoover, desembozado enemigo del presidente asesinado.

En medio de tanto escepticismo y ese cúmulo de teorías conspirativas, la muerte de Ruby cerró toda posibilidad de esclarecer realmente el magnicidio y descubrir a sus autores intelectuales. En su editorial del 4 de enero de 1967 el diario USA Today lo dijo con toda crudeza: “Al matar a Oswald, Ruby asesinó a la verdad, porque mientras existió Oswald existió la posibilidad de poner en claro la verdad de aquel horror. La vida de Lee Oswald era el último reducto de una sociedad civilizada para establecer, con pruebas, los motivos del crimen y la culpabilidad de su autor. Ahora, con la muerte de Ruby, desaparece la última esperanza de descubrir la trama detrás de los hechos”.

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