España y Argentina empiezan a mirarse de reojo por el mismo motivo: Mateo Pellegrino, un delantero que encontró en la Serie A italiana el escenario ideal para explotar su juego… y para volver a entrar en el radar internacional.
Pellegrino, de 24 años recién cumplidos e hijo de Mauricio, DT de Lanús, es uno de los nombres que más crece en el fútbol europeo. Mide 1,92 metros, combina potencia con velocidad y atraviesa un presente estadístico que no pasa inadvertido: 7 goles en 14 partidos con el Parma en lo que va de la temporada (4 por Serie A y 3 por Coppa Italia).
En total, desde su llegada al club italiano acumula 10 tantos y una asistencia en 27 presentaciones. Un registro más que elocuente para un delantero que hasta hace poco buscaba continuidad para consolidarse en el fútbol argentino.
Ese crecimiento explica por qué, en las últimas semanas, Luis de la Fuente pidió informes detallados. El director técnico de la selección española le encargó a Aitor Karanka —hoy director de desarrollo de la RFEF— avanzar con las gestiones para conocer la disponibilidad del jugador, cuya situación administrativa es favorable: Pellegrino nació en Valencia, cuando su papá vestía la camiseta del club che, y posee la doble nacionalidad sin necesidad de trámites extraordinarios.
España atraviesa un momento paradójico: produce volumen de ataque, goles repartidos y variantes ofensivas, pero carece de un centrodelantero con presencia aérea, físico dominante y capacidad para destrabar partidos cerrados. Mikel Merino, Oyarzabal, Ferran Torres, Lamine Yamal u Olmo aportan gol desde segunda línea, pero el “9 de área” clásico no termina de consolidarse ni tampoco hay tantas alternativas.

De la Fuente probó con Samu, hoy en Porto, pero sin resultados convincentes. Y ante la cercanía de compromisos clave —la Finalissima ante Argentina, el 27 de marzo en Lusail, y luego el Mundial 2026— el seleccionado español vuelve a pensar en una solución histórica: un 9 de área puntual, como aquel Fernando Llorente que Vicente del Bosque llevó a Sudáfrica 2010 para resolver lo que no se abría por los costados ni por abajo.
Allí aparece Pellegrino. Por físico, por movilidad, por actualidad europea y por margen de crecimiento.
Del otro lado, Argentina observa con atención y algo de cautela. Mateo ya tuvo una convocatoria juvenil con la Albiceleste —sin debut oficial— y su vínculo emocional está claro: vivió desde los siete años en la Argentina, se formó en Vélez y siempre se expresó con claridad. En entrevistas recientes fue contundente: “Si tengo que elegir y me ofrecen lo mismo, elijo Argentina. Me siento argentino”.
Sin embargo, el antecedente de Mateo Retegui, captado por Italia cuando aún no había debutado en la selección mayor, funciona como advertencia. Y Lionel Scaloni lo sabe. Aunque con la cantidad de variantes que tiene el campeón del mundo en ataque parecería difícil que se abra una puerta para que Pellegrino tenga su oportunidad en el corto plazo. De todas maneras, sí es cierto que hoy la selección argentina no tiene un delantero con las características que presenta el jugador de Parma.

El camino de Pellegrino no fue lineal. Debutó en Vélez en 2021 y no pudo tener continuidad, pasó por Estudiantes y luego por Platense, donde sí encontró su lugar, y en donde tuvo como DT a un especialista de su posición, que lo ayudó mucho: Martín Palermo. Todo ese trabajo tuvo premio rápido: 15 goles en 40 partidos durante 2024, el año que relanzó su carrera.
Ese rendimiento provocó su regreso al Fortín, pero una salida conflictiva desembocó en su venta al Parma, que pagó dos millones de euros por el 50% de su pase a comienzos de 2025.
En Italia, primero se adaptó y luego se afirmó. Y ahora empieza a destacarse. Tanto que el Milan ya lo sigue de cerca con la intención de sumarlo en el próximo mercado de invierno europeo.
Un fin de semana soñado
Hay un antecedente inmediato para comprobar el gran momento del hijo de Longaniza. Apenas horas después de que papá Mauricio levantara su primer título como director técnico al frente de Lanús en la Copa Sudamericana, Mateo Pellegrino, desde Italia, redondeó el domingo una actuación que empezó a definir su temporada: doblete para que Parma venciera 2-1 a Hellas Verona, cortara una racha adversa de siete partidos y escapara de la zona roja de la Serie A.
Parma necesitaba ganar. Casi con urgencia. Después de siete jornadas sin conocer la victoria en el certamen local, las alarmas habían empezado a sonar. Pero el equipo reaccionó, y lo hizo donde más cuesta: como visitante. Y gracias a que Mateo Pellegrino jugó uno de esos partidos que quedan en el recuerdo personal.
Titular desde el arranque, el delantero argentino abrió el marcador a los 18 minutos, con un gol a pura intuición. Tras un rebote en el área, buscó la pelota como un nueve clásico y la empujó de cabeza. Ese gol, que más que adelantar a Parma, alivió presiones.
Verona llegó al 1-1 en el segundo tiempo, y el partido parecía encaminarse hacia un empate que no le servía a nadie. Hasta que apareció otra vez Pellegrino. Por mérito propio (su sentido de ubicación), pero también por leer mejor que el resto un error increíble de la defensa rival.
Los goles de Pellegrino
A los 65’, un jugador del Hellas intentó un pase de cabeza hacia su propio campo desde la mitad de la cancha. Lo hizo con tanta potencia que superó a todos los defensores y dejó a Pellegrino en posición ideal. Un regalo que el exPlatense recibió con gusto.
El argentino, que volvía de la jugada anterior, quedó mano a mano. Controló, levantó la cabeza y definió con una sutileza perfecta por encima del arquero. Esa acción silenció el estadio y le dio a Parma un triunfo imprescindible.
Con esa victoria, el equipo llegó a 11 puntos, trepó al puesto 15 y salió de la zona roja.
