El “oro líquido” que equilibra la microbiota y mejora la salud digestiva

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En un mercado saturado de bebidas funcionales, hay una que destaca no solo por su sabor ligeramente ácido y burbujeante, sino por el universo de beneficios con los que se la asocia: la kombucha.

Esta bebida fermentada, elaborada a base de té, azúcar y un cultivo simbiótico de bacterias y levaduras, no es nueva. Pero su expansión en Occidente marca un punto de inflexión en el auge de los alimentos fermentados, y su presencia en dietas saludables parece haber llegado para quedarse.

Al igual que el kéfir, el kimchi o el chucrut, la kombucha se integra a una corriente cada vez más instalada que revaloriza el impacto de los probióticos en la salud digestiva. Consumida de forma regular, puede fortalecer la microbiota intestinal, mejorar la digestión y potenciar la respuesta inmunológica. Pero su historia, composición y propiedades esconden detalles que van mucho más allá de lo aparente.

El “oro blanco” que equilibra la microbiota y mejora la salud digestiva

La kombucha se obtiene al fermentar té (negro o verde) con azúcar y un cultivo conocido como SCOBY (Symbiotic Culture of Bacteria and Yeast). Este disco gelatinoso y translúcido flota en la superficie del té y cumple una doble función: actúa como fermentador, transformando los azúcares en compuestos bioactivos, y como barrera natural frente a contaminantes externos.

Durante la fermentación, las levaduras del SCOBY descomponen los azúcares en alcohol y dióxido de carbono. Las bacterias, por su parte, convierten ese alcohol en ácidos orgánicos, como el acético, que le otorgan su particular sabor ácido. Además, se generan vitaminas del complejo B, trazas de alcohol, antioxidantes y gases que la vuelven efervescente.

La kombucha, durante la fermentación, genera compuestos antioxidantes, trazas de alcohol, vitaminas B y gases que le dan su clásica efervescencia

De bebida ancestral a ícono del bienestar

Aunque se consolidó como símbolo de la cultura wellness recién en la última década, sus raíces son milenarias. Se cree que la kombucha nació en China hace más de 2000 años, donde se la conocía como “el té de la inmortalidad”, y que luego fue adoptada en Japón y Corea.

En el siglo XX llegó a Rusia y Europa del Este, y durante los años 90 empezó a circular en círculos alternativos de Occidente. Pero fue recién en la década del 2010 cuando irrumpió con fuerza en el mercado global.

En 2021, su valor de mercado alcanzaba los 2.640 millones de dólares y se estima que para 2030 superará los 9.700 millones, según datos de Grand View Research. Este crecimiento fue acompañado por el interés de grandes corporaciones, como PepsiCo, que en 2016 adquirió la marca KeVita, una de las principales productoras.

La kombucha casera puede saborizarse con frutas, jengibre o hierbas durante la segunda fermentación

¿Por qué se la considera beneficiosa?

Linda Jungwirth, licenciada en Ciencias de la Nutrición y Biotecnología, especializada en microbiología, destaca los efectos probióticos y prebióticos de la kombucha en la salud intestinal: “Fortalecen las comunidades de bacterias beneficiosas del microbioma intestinal y suprimen las dañinas”, explica.

Según la experta, una microbiota sana contribuye a la correcta descomposición de los alimentos, a la salud emocional a través del eje intestino-cerebro y a la integridad de las uniones celulares del intestino, algo clave en la prevención de la llamada “permeabilidad intestinal”, que puede derivar en inflamación crónica.

Además, señala que la kombucha tiene compuestos antimicrobianos como:

  • Bacteriocinas de bacterias lácticas
  • Ácidos acéticos de bacterias acéticas
  • Compuestos fenólicos derivados del té
  • Minerales como magnesio, calcio y potasio, que actúan como cofactores del sistema inmunológico

También contiene microbios del propio SCOBY, que al ser ingeridos pueden competir con bacterias nocivas en el intestino y superarlas en cantidad.

El SCOBY es una colonia de bacterias y levaduras que transforma el té endulzado en kombucha mediante fermentación

Otro beneficio clave es su capacidad desintoxicante: “Durante la fermentación, se produce ácido glucurónico, que se une a toxinas y facilita su eliminación hepática”, detalla Jungwirth.

La presencia de vitamina C y vitaminas del complejo B (B1, B2, B6 y B12), junto con antioxidantes naturales, ayudan a reducir la inflamación, mejorar la energía y potenciar la salud general.

Aunque aún faltan más estudios científicos específicos en humanos, los efectos respaldados hasta el momento incluyen:

  • Salud digestiva: los probióticos ayudan a equilibrar la microbiota y mejorar la absorción de nutrientes.
  • Inmunidad: un intestino saludable fortalece el sistema inmune, ya que el 70% de sus componentes se encuentran en el tracto digestivo.
  • Antioxidantes: los polifenoles del té se transforman en compuestos más pequeños con capacidad antiinflamatoria.
  • Desintoxicación hepática: por los ácidos orgánicos como el glucurónico.
  • Aumento de energía: gracias a la cafeína del té y las vitaminas B.
  • Regulación emocional: los probióticos de ácido láctico pueden influir en el estado de ánimo y la respuesta al estrés.

¿Cómo se prepara en casa?

La elaboración de kombucha casera requiere pocos ingredientes, pero ciertos cuidados. Los pasos esenciales:

  1. Infusión inicial: hervir agua, infusionar té negro o verde y disolver azúcar.
  2. Fermentación primaria: dejar enfriar, agregar SCOBY y un poco de kombucha de una tanda anterior. Tapar con tela y dejar fermentar entre 7 y 10 días en un lugar cálido.
  3. Segunda fermentación: una vez retirada la madre, embotellar y dejar reposar dos a tres días más para potenciar la efervescencia. Se le pueden sumar frutas (frutilla, maracuyá, limón), jengibre o hierbas.
  4. Refrigeración: una vez terminada la fermentación, se conserva en heladera para frenar el proceso.

Como todo alimento funcional, la kombucha no es una solución mágica ni reemplaza una alimentación balanceada. Pero sus propiedades, su historia milenaria y su lugar protagónico en la cultura contemporánea la convierten en una opción atractiva para quienes buscan sumar salud desde la nutrición.

Se le atribuyen beneficios sobre la salud digestiva, el sistema inmune y el metabolismo por su efecto probiótico y antioxidante

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