Lionel Messi, Michael Jordan, Serena Williams y Usain Bolt tienen rasgos en común: aptitudes físicas inmensurables que les permitieron ‘llegar a la cima’ y convertirse en deportistas de élite. Pero, ¿qué es lo que los convierte en atletas extraordinarios? ¿se trata del resultado de la disciplina en el entrenamiento, una dieta perfecta y una mentalidad de hierro? ¿O existe una capacidad innata que les permite tener ventaja por sobre el resto? Estas son algunas de las preguntas que han impulsado un amplio campo de investigación que intenta desentrañar los componentes que determinan el alto rendimiento físico.
Desde la genética hasta la neurociencia, pasando por el entorno, la psicología y las decisiones de vida, científicos y expertos buscan comprender si la excelencia es producto del talento natural, la práctica deliberada o una combinación única de factores.
El factor genético
A día de hoy, sí existen pruebas e investigaciones que sugieren que la genética puede influir en la capacidad deportiva. Estudios publicados en Elsevier Science, Sports, Exercise, and Nutritional Genomics, Sports Medicine – Open y Journal of Applied Physiology −publicaciones científicas de prestigio− ratifican que ciertos rasgos físicos, como el tipo de fibra muscular, el tamaño del músculo, el metabolismo muscular, la capacidad de recuperación y la composición corporal, pueden estar influidos por los genes.
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De acuerdo con Eliana Carla Filosa, médica de staff del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Austral, es cierto que algunas personas nacen con características físicas o metabólicas que facilitan su desempeño en aptitudes físicas.

“La genética incluso puede influir en cómo responde el cuerpo al ejercicio aeróbico y anaeróbico, así como en su capacidad de adaptación a cargas de entrenamiento repetidas”, destaca. Por eso, explica, hay personas que progresan más rápido o destacan en ciertos deportes de manera casi natural.
La genética incluso puede influir en cómo responde el cuerpo al ejercicio aeróbico y anaeróbico, así como en su capacidad de adaptación a cargas de entrenamiento repetidas”, subraya. Por eso, explica, hay personas que progresan más rápido o se destacan en ciertos deportes de manera casi natural.
En línea con lo mencionado, indica que hoy las investigaciones sugieren que la genética puede explicar entre el 30% y el 80% de los distintos componentes del rendimiento, según el deporte y la variable analizada (fuerza, velocidad, resistencia, etc.).
El objetivo final al que se apunta con estos resultados es el de encontrar “marcadores genéticos” fiables. Es decir, identificar elementos específicos del código genético que aparezcan con mayor frecuencia en atletas de élite de una disciplina concreta en comparación con un sujeto de capacidades estándar o con deportistas de disciplinas opuestas.

Respecto de ello, la Dra. Filosa menciona algunos de los que se han detectado hasta ahora:
- La fuerza y potencia muscular están vinculadas a genes como la proteína alfa-actinina-3 (ACTN3) que es crucial para la función de las fibras musculares de contracción rápida.
- Una mayor resistencia aeróbica se asocia a variantes del gen ACE, responsable de regular la presión arterial y el volumen sanguíneo.
- El gen IL6, señala, está relacionado con la inflamación y, por ende, puede modificar el tiempo de recuperación tras periodos intensos de ejercicio.
Cabe destacar que la identificación de otros marcadores genéticos permitiría:
- identificar tempranamente a individuos talentosos
- adaptar los programas de ejercicio y nutrición según el perfil genético individual
- detectar a personas con mayor riesgo de sufrir lesiones y, así, tomar medidas preventivas.
Más allá de los genes
A pesar de su implicancia en el rendimiento físico, los genes no son los únicos actores relevantes. Existen otras variables como la cultura, la disciplina y la psicología, entre otras, que conforman el ‘rompecabezas’ del desempeño deportivo.
En su libro Tabú: Por qué los atletas negros dominan los deportes y por qué tenemos miedo de hablar de ello, el periodista científico estadounidense, Jon Entine, revela que la evolución ha moldeado los tipos de cuerpo en diferentes partes del mundo y, como resultado, la capacidad atlética en diferentes deportes tiene asociaciones científicamente verificadas con la etnicidad.

Lo psicológico también tiene su cuota de importancia: la teoría del compromiso deportivo desarrollada por Joan L. Scanlan y J. Carpenter, hace referencia al grado en que un individuo está psicológica, emocional y conductualmente involucrado en el deporte. Este compromiso, creen los autores, se manifiesta como un deseo persistente de participar en la actividad física y una disposición a invertir tiempo y esfuerzo en ella.
“La genética predispone, pero no predestina”, asegura la Dra. Filosa. Según amplía, el éxito deportivo es multifactorial; comprende el entorno, el acceso a entrenadores, la calidad del descanso, la nutrición, la salud mental y la motivación personal. “Todos terminan siendo igual de importantes que la herencia genética”, concluye.
