Intentó seguir ingeniería, análisis de sistemas y fonoaudiología, pero su corazoncito estaba en el mundo del espectáculo. Se presentó en muchos castings y ya se había acostumbrado a recibir un no como respuesta. Sin embargo, un día su suerte dio un giro. En el casting de La sirenita, grande fue su sorpresa cuando le dijeron: “Felicitaciones, sos Ariel”. Entonces, la vida de Albana Fuentes cambió para siempre.
En diálogo con LA NACION, la actriz contó cómo era su vida antes del suceso del musical y adelantó lo que se viene en su carrera: Una mágica Navidad, de la mano de Flavio Mendoza desde el 10 de diciembre en el Teatro Ópera, y Papá por siempre, junto a Campi y Dani la Chepi, a partir del 16 de enero en el Teatro Liceo. Además, habló sobre su historia de amor con Felipe Boy Abdo, también actor.
-¿Vas a subirte al escenario con Flavio Mendoza?
-¡Sí! A partir del 10 de diciembre y durante todo el mes vamos a estar en el Teatro Ópera, con Una mágica Navidad. Es un show de Flavio Mendoza que ya viene haciendo desde hace un par de años. Y ahora me sumo gracias a que Flavio me vio en La sirenita y me escribió. Me sorprendió mucho que me escriba personalmente. ¡No lo podía creer!
-¿Por qué?
-Porque recién arranco y estoy más acostumbrada a ver trabajar a esta gente… Admiro mucho el trabajo de Flavio y de repente, me escribió un mensaje. En un lenguaje más coloquial: “Es muy flashero” [risas]. Me propuso ser el espíritu de la Navidad. Charlamos, me contó más sobre el proyecto y acá estamos, estudiando mucho y ensayando a full. Es un show muy lindo, de muy buena calidad.
-Terminás muy bien este año tan importante para vos y arrancás otro bien arriba. ¿Qué podés contar de Papá por siempre?
-A partir del 16 de enero, en el Teatro Liceo, vamos a estar con Papá por siempre, que es la versión musical de Broadway, que está basada en la película Mrs Doubtfire, con Robin Williams, y que todos amamos y lloramos cuando vemos porque tiene un mensaje muy hermoso. Además es muy graciosa también. Campi es el protagonista y es un fuego. El día que lo vi por primera vez montado como la señora Doubtfire me generó una sensación tan extraña… Porque audicioné con Campi, entonces ya lo conocía y tenía confianza, pero cuando lo vi en el personaje sentí que no lo conocía de lo bien caracterizado que estaba y por su actuación. Sentí que no me hablaba Campi sino mi niñera. Era rarísimo. Y me decía: “¿qué pasa? ¿Tenés miedo”.
-¿Y qué le respondiste?
-Y le respondí: “No, es que es muy extraña esta sensación; sé que sos vos, pero no te veo”. Yo interpreto a la hija mayor, Lidia, que es la que pone en vereda al padre y materna a sus otros hermanos en esta suerte de guerra que hay entre sus padres y es una realidad cotidiana de muchas familias. También está Dani la Chepi, que hace de Miranda, la madre de la familia; Pablo Albella que es @holaestapablo, un crack en las redes, muy gracioso y amoroso. Y Silvana Tomé, que es una eminencia en el teatro musical; Alejandro Vázquez, otra eminencia, que también fue compañero mío en La sirenita, al igual que Nahuel Adhami. Y hay tres elencos de niños muy talentosos, con una chispa muy fresca.
-¿Tu primer trabajo fue La sirenita?
-Sí, fue mi primer trabajo artístico comercial. Ya había hecho cosas más chiquitas. Y era animadora de cumpleaños infantiles, también tuve una librería, era community manager, daba clases en canto. Tuve muchos trabajos, pero fue la primera vez que estaba en una producción de esa magnitud.
-¿Cómo pasaste de ser animadora de cumpleaños infantiles a protagonizar La sirenita?
-Fue un salto muy loco. Yo audiciono desde que empecé a estudiar teatro musical en el Instituto Argentino de Musicales, de Ricky Pashkus y Fernando Dente; egresé ahí el año pasado. Me la pasaba yendo a todas las audiciones que hay porque era la única forma de que alguien me viera. Siempre avanzaba mucho, pero me decían que no, o me bochaban en la primera instancia… Hasta que fui a la audición de La sirenita. Lanzaron una convocatoria abierta por Instagram que decía: “Buscamos a Ariel” y fui sin pensarlo porque soy muy fanática de Disney, y Ariel siempre fue mi princesa favorita. Era un sueño trabajar con ese equipo de dirección y producción porque hacen cosas maravillosas como Matilda, School of Rock, y antes Peter Pan. Me acuerdo de que en ese momento hicieron audiciones abiertas para niños y yo lo intenté igual, pero obviamente me dijeron que no.
-Esta vez te dijeron que sí…
-Tengo una mochila muy cargada de los “no”, de todas las veces que me lo han dicho en las audiciones. Pensé que esta vez no iba a ser la excepción, pero quería que me conocieran. Esa fue mi premisa. Igualmente, muy dentro mío, había una cuota de mucha ilusión. Y la vida me sorprendió muchísimo, avancé en las etapas del casting hasta que un día me dijeron que yo era Ariel. Es el día de hoy que no lo puedo creer todavía. Veo videos y lloro.
-¿Cuándo tuviste ese primer deseo de ser actriz?
-Cuando vi los musicales de La novicia rebelde y Los locos Addams. Tendría 11 años. Me encantaba actuar, bailar y cantar, pero en la escuela secundaria estaba obsesionada con estudiar ingeniería en sistemas. Además, todas las personas que yo conocía que hacían teatro musical habían empezado a los 3 años, yo era ya más grande. Entonces lo vi como un hobby y no como un medio de vida. A la vez me gustaba mucho cantar, pero me daba muchísima vergüenza.
-¿Y qué pasó entonces?
-Mi mamá empezó a mandarme a clases de canto a los 14 y se abrió una puerta que no se cerró más. La ingeniera en sistemas quedó en el olvido, aunque hice el curso de ingreso de la UTN y un año del CBC, pero lo padecía. Después me anoté a análisis de sistemas y cursé esa carrera terciaria hasta un cuatrimestre antes de recibirme y dije: “Esto ya no va más”. Después me anoté en fonoaudiología y cursé tres años.
-Seguías insistiendo…
-Porque me daba mucho miedo dedicarme al 100% a esto. Sentía que ya era tarde o que no tenía los recursos para acceder al medio. Estaba muy perdida en lo artístico. También tuve una librería de artículos escolares que tuve que cerrar por una cuestión familiar. Y ahí fue el quiebre y mi mamá me dijo: “¿Por qué no aprovechás esta vuelta de la vida y te ponés a estudiar teatro?”.
-Y le hiciste caso a tu mamá…
-¡Sí! Con mucho miedo me anoté en el Instituto Argentino de Musicales. Pensaba retomar fonoaudiología cuando terminara en el IAM y pasaron cosas [risas].
-¿Es verdad que ibas a ser parte de la vuelta de Patito feo y te bajaste?
-No fue así. De hecho, yo me enteré, como todo el mundo, por la televisión. La última semana de La sirenita, con tres funciones diarias, me llamó el director de Patito feo diciéndome que querían tener una reunión, que estaban creando ese proyecto y estaban interesados en tenerme. Le dije que sí, me contó un poco de la obra y el productor propuso juntarnos esa semana, pero yo no podía porque entraba al teatro a las 11 de la mañana y salía a la medianoche. Era imposible. Terminábamos el domingo y a la semana siguiente sí podía reunirme, entonces me sugirieron el lunes a la mañana, pero después de la última función salíamos con el elenco y me iba a acostar muy tarde.
-¿Entonces?
-Quedamos el lunes a la tarde y cuando faltaban todavía un par de horas para la reunión, me estalló el teléfono con mensajes diciéndome que me estaban nombrando en Intrusos (América). Decían que ya era parte de Patito feo. Cuando finalmente tuve la reunión, me contaron todo y me dijeron que necesitaban una respuesta rápida porque ya empezaban los ensayos. Y yo no tenía esa respuesta en ese momento porque necesitaba procesar lo que me estaba pasando. Mi vida había cambiado mucho en dos meses y tenía que acomodarme. Estaba agotada porque venía de triple función subiendo siete pisos por escalera hasta el techo del Gran Rex, bajar colgada, después volver a subir y después lo mismo tres veces al día. Tenía un cansancio muy grande. Terminé diciendo que no porque ellos necesitaban una respuesta rápida que yo no tenía. Fue un salto al vacío también porque no sabía bien qué hacer. Eso fue lo que pasó. En realidad, nunca llegué a formar parte del proyecto.
-¿Y tu sueño es seguir haciendo comedias musicales o querés hacer teatro de texto?
-Me fascina el teatro musical, pero me fascina el teatro de texto también. Me gustaría mucho incursionar en lo audiovisual, tener la posibilidad de grabar alguna serie, alguna peli. Sueño con seguir trabajando de la actuación.
-¿Tenés novio?
-Tengo novio y es Felipe Boy Abdo, que también se dedica a lo mismo que yo; ahora está en la segunda temporada de Margarita y estuvo también en Casi normales el año pasado. Nos entendimos mucho porque fue un año muy similar para los dos: él viajando a Uruguay a grabar y yo con funciones. Nos conocimos estudiando en el IAM y estamos juntos hace un año, pero hace cuatro que somos amigos.
