Awesome Hawaiian, el potrillo que fue rescatado, le ganó a la muerte y completó el milagro al llegar a las pistas

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El camino hacia el éxito en el turf podría sospecharse que se escribe a partir de lo que sucede en los campos de cría más prestigiosos, entre manos expertas e ilusiones bien financiadas. Sin embargo, a menudo aparecen caballos de los que rompen con esa idea. Incluso, alguno cuyo destello parece obra de un milagro, como podría ser el caso del potrillo Awesome Hawaiian.

Su historia no se relanza en una caballeriza llena de expectativas, sino en un lugar donde los caballos ya no las tienen: un feedlot, la antesala del matadero. Allí fue dejado junto a otros dos añojos, flacos, sin futuro. Tres potros sin nombre ni proyectos, casi tres vidas destinadas a desaparecer sin dejar rastro. Nadie había dado ni el precio mínimo de 1000 dólares por ellos en las ventas de septiembre de 2024 en Louisiana. En ese contexto, surge un rescate fuera de libreto.

Esa chispa nace a cientos de kilómetros de cualquier hipódromo. Sarah Stewart, directora de marketing de Resolute Racing, descubrió en las redes sociales una foto de los potrillos. No había glamour, ni pedigrees destacado. Siquiera una postura en ellos que invitara a pensar en algún tipo de talento. Sólo se observaba, en cambio, abandono.

El equipo de Resolute Racing, con las remeras con el nombre del caballo recuperado; las ganancias las destinan a sostener la organización para la ayuda de ejemplares en peligro

Movida por un impulso tan simple como poderoso —“esto no puede terminar así”— llamó a su padre, John Stewart, fundador de la compañía. El teléfono sonó una y otra vez, pero papá no apareció del otro lado de la línea. Entonces, junto con su madre, Chelsey Stone, tomaron una decisión inmediata: comprarlos, rescatarlos y darles al menos la oportunidad de seguir viviendo su vida de caballos. Los llamó informalmente Ed, Edd y Eddie, como los tres personajes de una serie de dibujos animados.

Así llegaron a Kentucky, donde la coordinadora de rescate de la empresa, Summer Harris, los recibió con la paciencia propia de quien entiende que sanar no empieza por el cuerpo, sino por la confianza. Eddie era el más retraído de los tres: inquieto, desconfiado, siempre alerta para tomar distancia. Las cicatrices emocionales eran más profundas que cualquier marca física en esa débil estructura necesitada de mucho más que comida.

Los meses siguientes fueron una lección silenciosa de dedicación. Alimentación equilibrada, rutinas aeróbicas y manos tan firmes como sensibles en un ambiente donde el miedo ya no tenía lugar. Poco a poco, el potrillo recuperó masa muscular, brillo, actitud. Y cuando, finalmente, se evaluó su potencial deportivo, surgió la gran sorpresa: detrás de la capa de trauma había un caballo muy competitivo. Eddie se convirtió oficialmente en Awesome Hawaiian.

Awesome Hawaiian en el stud, paseando junto con su peón, tras ser recuperado y llegar al entrenamiento

Una respiración óptima, un instinto intacto, un galope que, con el paso de las semanas, pedía más distancia. El equipo avanzó con prudencia, pero también con fe enlazando otra historia de superación. El cuidador elegido para esa función fue Will Walden. No era un proyecto convencional; era un proyecto cargado de resiliencia. Un caballo rescatado, rehabilitado y, aun así, capaz de seguir un programa serio de entrenamiento a las órdenes de alguien cuya vida fue salvada por… los caballos.

Walden aprendió el oficio en Stable Recovery, un programa de Kentucky fundado por la empresa rematadora Taylor Made, que ayuda a personas con problemas de adicción a reconstruirse mediante el aprendizaje de habilidades esenciales en la industria equina. Cuando Will estuvo listo para graduarse, a él –como a sus compañeros– se les asignaron caballos de corta edad para entrenar como parte de su proceso de recuperación. En 2022 logró su primer éxito en esa profesión y este año ganó su primera carrera de Grupo 1, el nivel internacional más alto en las carreras.

Tercera generación de una familia de jockeys, perdió el rumbo cuando “las drogas y el alcohol se convirtieron en parte de mi vida cotidiana desde los 18 o 19 años, con las típicas fiestas universitarias, y me gustaba llevarlo al límite. Al final, fue una adicción total a la heroína, el crack y la cocaína, sumada a un alcoholismo severo”, confesó años atrás a Thoroughbred Racing. El abuso lo llevó “a terminar no estoy seguro cómo algunas noches en una celda, un hospital o centros de rehabilitación”, señala.

El 23 de noviembre de 2020 aceptó dejar atrás ese destructivo estilo de vida cuando el veterano de las fuerzas armadas Christian Countzler, que trabajaba en un programa de tratamiento de drogas en Lexington, le propuso: “Cuando quieras cambiar, llamame”. Ahí inició sus semanas de desintoxicación bajo un cuidadoso monitoreo, la transferencia a un centro ambulatorio y, asegura, no volvió a beber ni consumir sustancias. Hoy, sobrio y con una vida redireccionada, tiene 34 años. Es el que descubrió cierta capacidad competitiva de Awesome Hawaiian, que el 12 de noviembre pasado hizo su debut en los hipódromos.

Awesome Hawaiian debutó en los hipódromos en Churchill Downs, la mítica sede del comienzo de la Triple Corona norteamericana

“Quiero ser sincero contigo: lo que le falta en talento, le sobra en corazón. En esta carrera no tiene la victoria asegurada. Es sólo una prueba para empezar y nos ayudará a ver qué hacemos después. ¿Me sorprenderá si gana? No, pero nuestros caballos suelen necesitar más de una oportunidad. Le tengo mucho cariño a este potrillo por la actitud que demuestra cada día. Tiene mucha suerte de tenerte, porque sin ti no tendría trabajo y le encanta lo que hace“, le describió Walden a John Stewart.

El resultado estaba lejos de ser lo central en la historia. John ya estaba orgulloso de la decisión impulsiva de su hija y su esposa y en lo que significaba para cada uno. “Awesome Hawaiian representa al luchador que todos llevamos dentro. Estuvo a punto de ser sacrificado. Nunca se rindió. Representa a todos los caballos que se enfrentan a ese destino y a todas las personas que libran sus propias batallas”, describió Stewart en su cuenta de X (ex Twitter).

Aquella tarde, en la arena de Churchill Downs, la sede del célebre Kentucky Derby, el zaino debutó con la chaquetilla de Resolute Racing, el número 3 y en su silla el boricua Irad Ortiz Jr., la estrella de los últimos años. Para muchos, era un debut más en una carrera donde se inscriben caballos sin triunfos que pueden recibir una oferta. Para quienes conocían la historia, era la culminación de un rescate que ya había sido una victoria en sí misma. Pero el caballo tenía otros planes.

Desde la largada, Awesome Hawaiian mostró intenciones de ir para adelante. Tomó la punta con naturalidad, sin forzar, como si hubiera estado esperando ese momento toda su corta vida. Y en la recta final, cuando los rivales buscaban acercarse, simplemente se sostuvo a zancada limpia, de cuerpo firme. No miró hacia atrás. Ganó por dos cuerpos al cabo de 1m11s75/100 para los 1200 metros. Lo imposible, una vez más, no lo fue. En las tribunas, celebraba con lágrimas el equipo de Resolute Racing, cuyos integrantes lucían llamativas remeras con el nombre del potrillo. El éxito era la prueba viviente de que salvar un caballo puede cambiar además otras vidas. Y torcer un destino.

La esencia del sistema de claiming, el tipo de competencias en las que los que participan pueden recibir una oferta de algún interesado por un valor anunciado previo a la partida, le agregó otro capítulo con suspenso a la historia. Tras la confirmación del resultado se conoció que Awesome Hawaiian fue reclamado por un nuevo propietario (Larry Romero) y con destino a otro entrenador (Joe Sharp). Para muchos, una escena amarga. Para los Stewart, un motivo más para seguir: anunciaron que seguirán de cerca sus pasos con la intención de recomprarlo para que vuelva a casa.

Así, la semblanza con ribetes de película de Hollywood no está cerrada. El libreto sigue abierto. Y en esta realidad que supera a la ficción es que el turf, con toda su tradición, sus teorías y sus reglas, descubre en otro caballo que la resiliencia es una respuesta a la forma de no darse por vencido y que la compasión, con convicción, puede fortalecer a ese galope que ya nadie esperaba ver. No es sólo un debut triunfal. Detrás de los números, los pedigrees, las tabuladas y las apuestas hay caballos capaces de renacer cuando se cree en ellos. La verdadera victoria sucedió mucho antes de cruzar el disco. Fue cuando aquellas mujeres y un equipo entero se opusieron a que una vida concluyera sin ser vivida. Ni contada.

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