
La idea de que “lo indígena no existe” no es solo un discurso aislado: expresa, de manera cruda, una realidad cotidiana marcada por el racismo. Así lo revela un reciente informe del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH) y el Grupo de Trabajo sobre Pueblos Indígenas que muestra que para millones de peruanos esta frase encubre prácticas discriminatorias, negación de identidades y experiencias directas de exclusión que se viven en las calles, en los medios y en las redes sociales.
Según el estudio, el 50% de la población peruana se reconoce como miembro o descendiente de un pueblo indígena, una identificación que es más fuerte en zonas rurales, en personas mayores de 50 años y en los niveles socioeconómicos D/E. En cambio, la no autoidentificación predomina en Lima Metropolitana, en sectores A/B y en personas con educación superior.
Esta autopercepción revela una identidad profundamente enraizada, aunque no siempre reconocida en los espacios de poder o en los discursos oficiales.

¿Por qué algunos dicen que “lo indígena no existe”?
El informe señala que el 35% de la población atribuye esta afirmación a la discriminación, siendo un porcentaje más alto entre jóvenes con educación superior y sectores medios. Asimismo, el 30% considera que esta negación se debe al desconocimiento, especialmente en zonas del centro del país y en sectores socioeconómicos altos.
Esta división evidencia una tensión: mientras una parte importante del país reconoce el aporte cultural e histórico de los pueblos originarios, otra se aferra a narrativas que invisibilizan y borran identidades.
El aporte indígena: cultura, historia y valores
El estudio también muestra que el 44% de la población destaca el aporte cultural y de conocimientos de los pueblos indígenas, seguido por un 34% que resalta su contribución histórica y un 18% que menciona sus valores. Estas percepciones son más notorias en jóvenes, en sectores socioeconómicos medios y altos, y en la macrozona sur.
Este reconocimiento, sin embargo, convive con prácticas sociales que reproducen estereotipos y exclusiones.

Discriminación en medios y redes
El informe evidencia que el 43% de la población ha visto siempre o varias veces contenidos discriminatorios en medios o redes sociales, dirigidos hacia personas de origen andino, amazónico o afroperuano. Lima Metropolitana y los sectores con educación superior concentran los mayores niveles de exposición.
Estos contenidos —muchas veces normalizados como humor— refuerzan estigmas y legitiman expresiones racistas que luego se trasladan al espacio público.
Experiencias directas
Más allá de la percepción, el 38% de los encuestados afirma haber sufrido o presenciado discriminación o racismo hacia personas indígenas alguna vez, con mayor presencia en zonas urbanas, entre jóvenes de 18 a 29 años y en los niveles socioeconómicos A/B y C. Un 24% señala haber vivido estas experiencias varias veces y un 11% asegura que ocurren siempre, especialmente en sectores rurales y en los niveles D/E.
Estas cifras muestran que el racismo no es un episodio aislado, sino un patrón que atraviesa generaciones y territorios.
No es desconocimiento, es una estructura
Los resultados del IEP confirman que la frase “lo indígena no existe” no es inocente: es parte de una estructura social donde la discriminación opera como mecanismo de borrado, negación y violencia simbólica.
Mientras la mitad del país se reconoce como indígena o descendiente de pueblos originarios, persisten discursos que buscan reducir esa identidad a mitos o a pasados que algunos prefieren no ver.
