Un día después del violento robo sufrido en su departamento de Belgrano, donde una banda de ladrones se apoderó de una mira telescópica láser, una escopeta superpuesta calibre 12, un iPhone y 1300 dólares, Rubén Norberto G. R. encontró un teléfono celular negro mientras ordenaba la ropa en una de las habitaciones. No era de nadie de su familia: se lo había olvidado allí uno de los delincuentes. Ese móvil terminó siendo una pieza clave para identificar a la gavilla que protagonizó el golpe.
El robo ocurrió hace casi cinco años, el 21 de diciembre de 2020, en un edificio situado en Moldes al 2600. Aquel teléfono celular fue olvidado por Eduardo Ajalla Cabrera, apodado Calabaza, según se desprende del expediente judicial, al que tuvo acceso LA NACION.
Once meses después de eso, según la acusación de la Justicia, Ajalla Cabrera participó del homicidio del financista Carlos Walter Molina, a quien mataron de un balazo en el pecho en un departamento de Almagro durante una trampa montada para robarle dinero en una falsa compraventa de dólares que había sido pactada por una mujer que se hizo pasar por clienta.
Por ese crimen Calabaza estuvo prófugo dos años. Fue detenido hace dos semanas, en Villa Celina, La Matanza, después de un tiroteo con personal de la Policía de la Ciudad. Cuando fue indagado por el asesinato del financista, se negó a declarar ante el juez nacional en lo criminal y correccional Fernando Caunedo y el fiscal Marcelo Munilla Lacasa. En los próximos días se definirá su situación procesal.

“Se sospecha que Ajalla Cabrera fue quien utilizó el teléfono celular olvidado en el domicilio asaltado. Mantuvo conversaciones momentos antes del hecho”, sostuvo el juez Caunedo en una resolución donde rechazó el pedido de sobreseimiento presentado por la defensa de Calabaza en la causa por el robo del departamento de Belgrano. Y, además, dispuso la clausura de la instrucción y la elevación a juicio del expediente.
Para ingresar en el departamento donde se perpetró el asalto, la banda utilizó una escalera para subir por el balcón que daba a la calle Moldes. La secuencia quedó registrada en una filmación de una cámara de seguridad.
Unas horas antes del robo, según consta en el expediente judicial, desde el teléfono olvidado por Calabaza hubo una comunicación donde al contacto agendado como Gallet se le preguntó si tenía una escalera, elemento utilizado finalmente para ejecutar el plan criminal
“Luego del secuestro del teléfono celular, legítimo e incuestionable, se ordenaron diligencias periciales que fueron realizadas por la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (Datip) y la Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja (Ufecri) [dependencias de la Procuración General de la Nación, a cargo de Romina del Buono y José María Campagnoli, respectivamente], con el relevamiento de cámaras, y permitieron individualizar la conducta y los roles de cada uno de los imputados y su identificación», sostuvo el fiscal Munilla Lacasa.

Como se dijo, Calabaza estuvo prógufo casi dos años. Había sido atrapado en Palermo la víspera de la Navidad de 2023, cuando, se supone, estaba a punto de viajar a la Costa atlántica antes de huir hacia Brasil. En febrero pasado, antes de ser juzgado, y en una insólita fuga, se escapó en taxi de una comisaría de la Policía de la Ciudad.
Volvió a ser detenido el 17 del mes pasado: fue uno de los tres delincuentes capturados tras un tiroteo y persecución que comenzó en la colectora de la General Paz, del lado de Capital, y terminó en Villa Celina, La Matanza, con un espectacular choque y un ladrón muerto.
En su momento, el gobierno nacional había ofrecido una recompensa de 1.500.000 pesos para quien aportara datos que permitieran ubicar a Ajalla Cabrera.
La suerte de Calabaza para quedar fuera del radar policial terminó cuando personal de la División Anillo Digital de la Policía de la Ciudad observó en una estación de servicio situada en la colectora de la avenida General Paz y Coronel Martiniano Chilavert, en el barrio porteño de Villa Riachuelo, un Toyota Etios con cuatro ocupantes.
“Al chequear los datos del vehículo se determinó que tenía pedido de secuestro por robo. Uno de los oficiales se paró frente al auto y les solicitó a los cuatro ocupantes que descendieran. Pero el conductor puso primera y arrancó”, dijeron fuentes de la Policía de la Ciudad.
En la huida, el auto golpeó al oficial que les había ordenado a los cuatro sospechosos que descendieran. “En ese momento hubo un intercambio de disparos”, agregaron las fuentes consultadas.
A toda velocidad, el conductor del Toyota Etios cruzó la avenida General Paz sentido a la provincia de Buenos Aires. Pero tras un frenético raid de un centenar de metros, y ya en Villa Celina, el auto chocó contra una camioneta utilitaria.
“Tres de los sospechosos fueron detenidos cuando intentaron escapar corriendo, entre ellos, Calabaza. Un cuarto sospechoso falleció”, dijeron fuentes del caso.
Los otros dos detenidos junto con Calabaza, identificados por fuentes de la Policía de la Ciudad como Julio Gabriel Dimaso y Diego Mehauod, tienen antecedentes penales. Según la información oficial, Dimaso tuvo dos causas en 2021, una por falsificación de documento y otra por fabricación y emisión ilegal de moneda o título, y Mehauod, en septiembre de 2023, fue imputado por robo agravado.
“En el auto en el que circulaban se encontró una pistola calibre nueve milímetros”, dijeron fuentes policiales.
Calabaza está acusado de haber sido quien terminó con la vida de Molina, de 34 años, de un tiro en el pecho. El 19 de noviembre de 2021 a la tarde había ido a un departamento de Almagro convencido de que se iba a encontrar con Camila, una clienta, para concretar una operación de compraventa de dólares. Pero la cita era una trampa para robarle. Él se resistió. Lo golpearon y lo mataron.
El crimen fue investigado por el fiscal Munilla Lacasa, con la colaboración de detectives de la División Homicidios de la Policía de la Ciudad. En septiembre de 2023 fueron condenadas dos sospechosas: Julieta Lacivitta y Estefanía Romero.
Lacivitta, la falsa Camila, fue condenada a 14 años de prisión. Para el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) porteño N°12 fue ”autora material de homicidio en ocasión de robo agravado por el uso de arma de fuego”. Romero, pareja de Calabaza, recibió una pena de cinco años de cárcel como “cómplice primaria” del asesinato.
A Molina, según la investigación del fiscal Munilla Lacasa, lo asesinaron de un tiro en el pecho entre las 18 y las 18.08. Poco después de ser golpeado, en cuanto entró en el 10° C de Díaz Vélez 3758, y tras una breve pelea donde intentó defenderse y resistirse al robo, recibió el disparo mortal.
El representante del Ministerio Público dio por probadas las dos operaciones de compraventa de dólares que había admitido Lacivitta, a la que la víctima había conocido como “Camila”, una supuesta cliente. “Con las primeras transacciones se pretendió generar una confianza con Molina”, sostuvo, durante la instrucción de la causa, el juez Fernando Caunedo.
El 7 de junio de 2022, un día antes de que Caunedo elevara parte de la causa a juicio, Lacivitta pidió ampliar su declaración indagatoria y “aceptó haber intervenido en el cambio de divisas con el fallecido Molina en las dos primeras oportunidades, pero negó su presencia en el departamento el 19 de noviembre de 2021″, según el expediente judicial, al que tuvo acceso LA NACION.
La línea telefónica utilizada por los delincuentes para comunicarse con la víctima fue activada el 10 de noviembre de 2021 y se utilizó por última vez nueve días después, el día del crimen.
Tras la activación de la citada línea telefónica, Molina recibió un mensaje de una persona que se presentó como Camila y lo consultó sobre cómo se manejaba para la operación de compra y venta de dólares. El financista daba cuenta de su actividad en las redes sociales.
“Se determinó que Camila fue personificada por Lacivitta. Se constató que los audios eran enviados por ella, y que mantuvo diversas conversaciones por WhatsApp con Molina, donde pedía cotizaciones para cambiar dólares por pesos”, según el expediente judicial.
Para el fiscal Munilla Lacasa y los detectives de la Policía de la Ciudad, no siempre fue Lacivitta quien se comunicó con el financista. Cuando los mensajes eran escritos, existe la posibilidad de que Calabaza o su mujer hayan utilizado la línea telefónica.
“Ese teléfono activó la celda que se encuentra frente al domicilio que comparte la pareja y pudimos constatar un patrón de movimiento coincidente entre ese abonado y el automóvil que se usó como medio de transporte u apoyo durante el homicidio”, se afirmó en la causa judicial.
El auto en cuestión, un Peugeot 208 blanco, está a nombre de la mujer de Ajalla Cabrera y el ahora detenido tenía autorización para conducirlo. Coincidentemente, el vehículo, durante los tres encuentros de Molina con la falsa Camila, estuvo estacionado cerca del edificio de avenida Díaz Vélez 3758.
En las comunicaciones previas al homicidio, Camila le anticipó al cambista que quería vender 15.000 dólares. Pero Molina prefirió hacer la operación en dos veces.
Los delincuentes “pactaron un último encuentro, en donde ya sabían que lo iban a desapoderar de la suma de dinero que llevara Molina y, por algún motivo, los que participaron de ese encuentro lo mataron. Luego descartaron el teléfono y la línea telefónica”, según consta en la causa judicial.
De Caballito a Lanús
Calabaza estuvo prófugo hasta su detención, el 24 de diciembre de 2023. Como se dijo, fue atrapado por detectives de la Policía de la Ciudad cuando estaba arriba de una camioneta Dodge Ram.
Tras su captura fue indagado y procesado por el homicidio de Molina. Debía ser juzgado. Pero en febrero pasado se escapó, junto con otros cinco presos, de la Alcaidía 6A de la Policía de la Ciudad, situada en Caballito.
Calabaza y otros tres delincuentes, a los pocos metros, se subieron en un taxi y viajaron hasta Lanús. Nada más se supo de él hasta que fue detenido de forma fortuita.
