
Aquel 2003 en que la serie Aquí no hay quien viva se estrenó en televisión, sus creadores difícilmente habrían anticipado una pugna judicial, dos décadas después, sobre los caminos de su éxito comercial. Según publica Dircomfidencial, los guionistas Alberto y Laura Caballero, junto a Iñaki Ariztimuño, han conseguido que el Juzgado de lo Mercantil nº 18 de Madrid admita diligencias preliminares contra el grupo Atresmedia por la supuesta “explotación indebida, no consentida y excesiva” de la recordada ficción.
El conflicto surge en torno a los contratos originales que los autores firmaron con la productora Miramón Mendi, extinguida en 2009, y al alcance real de los derechos de explotación cedidos entonces. De acuerdo con Yotele y Dircomfidencial, los guionistas consideran que Atresmedia superó los límites de ese acuerdo al comercializar la serie sin su consentimiento en múltiples formatos y plataformas, aumentando extensamente la vida comercial de la obra.
La decisión adoptada por el juzgado permite a los demandantes exigir a Atresmedia detalles exhaustivos sobre todas las vías de explotación de la serie desde 2003, año de estreno, hasta la actualidad. Entre la documentación solicitada figuran los canales comerciales empleados, los ingresos generados año a año, información sobre remuneraciones recibidas y la identidad de terceros a quienes se hayan cedido derechos de emisión o distribución. El auto se apoyó en la reclamación de los hermanos Caballero y Ariztimuño, una solicitud que Atresmedia ya había intentado frenar el verano pasado oponiéndose sin éxito a la medida.
En su defensa, Atresmedia sostiene que los solicitantes carecen de “interés legítimo” al tratarse de una obra colectiva, cuyos derechos de explotación pertenecerían a la cadena conforme a los contratos y la normativa vigente en aquellos años. Según el grupo audiovisual, la cesión pactada con Miramón Mendi no fijaba límites temporales ni de formato, y la obligación actual de rendir cuentas sobre la explotación de derechos no sería retroactiva ni aplicable a casos como el presente. Fuentes del proceso afirman que Atresmedia llegó a calificar la petición de información como “excesiva y desproporcionada”, sugiriendo incluso elevar la caución exigida para acceder a los datos hasta superar los 290.000 euros.

La ley los ampara
Del lado de los guionistas, la posición es tajante: la ley nacional, reforzada en años recientes, obliga a los titulares de derechos a informar anualmente a los creadores sobre el uso de sus obras. Además, aseguran que los documentos hasta ahora remitidos por Atresmedia son parciales o incompletos, mientras que el debate sobre prescripción o justa causa, señalado por la compañía, solo podrá resolverse en un proceso de fondo posterior y no en este momento preparatorio. “Cuando firmamos esos contratos, nadie contemplaba la existencia de plataformas de streaming o nuevas modalidades que hoy son esenciales”, esgrimen los autores en voz de sus representantes, quienes insisten en que el marco legal debe adaptarse a la realidad actual de la industria audiovisual.
El enfrentamiento judicial se enmarca en un contexto de evolución acelerada del sector. Si en el contrato original se pactaba la cesión de derechos para cadenas generalistas nacionales, la distribución de series en plataformas sobre demanda o en el extranjero, prácticas comunes hoy, ni siquiera eran imaginables hace veinte años. Los demandantes consideran que este cambio justifica la apertura de un debate legal y la revisión de modelos contractuales que afectan tanto a su remuneración como a la proyección futura de sus creaciones.
Mientras la serie continúa sumando espectadores por diversas vías, la resolución del Juzgado de lo Mercantil 18 marca solo el inicio del proceso judicial. La entrega de documentación por parte de Atresmedia podría abrir otras fases y, eventualmente, sentar precedente sobre los derechos de los creadores frente a la explotación posterior de sus obras en la televisión y en el entorno digital, según Dircomfidencial y Yotele.
