Guillermo Pfening (46) compartió la dolorosa historia de su madre, Alicia Caloso, quien alrededor de veinte años atrás decidió quitarse la vida por las consecuencias de su adicción a los tratamientos estéticos que ella misma se realizaba como médica dermatóloga.
“Tengo la idea de hacer una película. Hice un teaser protagonizado por Ceci Roth y reflexiona sobre la adicción a las cirugías y a los tratamientos estéticos, que por un lado sufrió mi mamá pero también siento que está muy instalado en la sociedad que las mujeres están presionadas a cumplir con cierto patrón de belleza estética y no pueden envejecer”, explicó el actor de Espartanos (Disney+) en una entrevista radial con Julia Mengolini (Mirá quién vino, Futurock).
“Mi vieja no era una mina súper modelo pero era bonita, atractiva, muy carismática. Empezó a realizarse con algunas amigas aplicaciones en la cara que en ese momento no era bótox porque no existía, estamos hablando del 2001, 2002. Se ponían biopolímeros, como una silicona líquida que puede migrar, o sea, es como un aceite”, detalló Pfening.
Según relató el actor, su madre empezó con retoques más o menos graduales “hasta que un día se le fue la mano”. “Un día llegué a casa y mi vieja era otra. Mucho pómulo, mucho labio, demasiado. Sabía que era mi mamá pero ese rostro no lo reconocía”, se sinceró, y apuntó que todo eso estaba acompañado por un trastorno bipolar, trastornos de ansiedad, depresión y automedicación.
“Fue un derrotero de cuatro, cinco años. El diagnóstico al que llegamos es un trastorno dismórfico de la imagen. Son personas que se ven bien, pero esa visión que tienen de sí mismos está alterada, como puede pasar, por ejemplo, con una persona anoréxica, que no nota que está realmente en mal estado”, contó Pfening, que en ese momento estaba intentando construir su carrera como actor mientras se estabilizaba en Buenos Aires (es oriundo de Marcos Juárez, en Córdoba) económicamente y emocionalmente. “Fue un momento bastante difícil”, aseguró.
“¿Ella estaba con la cara ya bastante monstruosa y se veía bien?”, le preguntó Mengolini. “Sí, estaba contenta, pero notaba ciertas miradas y ciertas cosas que le decían. Me ha llegado a plantear a mí: ‘¿Por qué me dicen esto?’“, recordó Pfening. ”Hablamos todo, peléabamos mucho. Fueron momentos dificilísimos. Hay cosas que se las pude decir, otras que no, y ahora tengo una manera de contarlo bastante liviana porque ya lo atravesé“.
Según detalló, por los biopolímeros que se había inyectado su madre se le empezaron a formar granulomas en el rostro que luego se transformaron en úlceras. Para tratar esa situación le tuvieron que practicar una toilette quirúrgica.
“Fue un proceso muy doloroso y medio desastroso que la terminó alienando. Se dio cuenta del quilombo en el que se había metido y eso terminó con ella decidiendo quitarse la vida”, remarcó Pfening.
Al respecto, reflexionó que el de su madre “es un caso extremo, medio paradigmático”, pero que es un reflejo de la sociedad y los estándares inalcanzables de belleza. “La película va un poco de eso y creo que es completamente necesaria pero nos está costando muchísimo pararla, más ahora sin el INCAA. Es una película dura y parece que no muchos se atreven a contar esta historia o a apostar por ahora”, concluyó Guillermo Pfening.
