
La preocupación por los riesgos de la inteligencia artificial ha alcanzado nuevas alturas con las recientes declaraciones de Dan Houser, guionista principal y cofundador de Rockstar Games, estudio responsable de la serie Grand Theft Auto.
Houser, que se había mantenido alejado del debate público regresó a la actualidad con su novela “A Better Paradise” y con una postura abiertamente crítica sobre el rumbo de la IA en la industria creativa.
Qué dijo el creador de GTA sobre la inteligencia artificial

En entrevistas recientes, el creativo ha alertado que la evolución de los modelos de IA está entrando en un ciclo problemático: “Si los modelos empiezan a entrenarse con contenido creado por ellos mismos, se está alimentando un sistema cerrado donde todo se acaba perdiendo”, sostuvo.
Houser comparó este fenómeno con la enfermedad de las vacas locas, haciendo énfasis en el peligro de que estos sistemas pierdan diversidad y se conviertan en espejos sin innovación real.
Para el creador, la decisión sobre el futuro de la creatividad está quedando en manos de tecnólogos y empresarios que, según sus palabras, “no son necesariamente las personas más humanas ni creativas”.
Cuestionó la narrativa que sitúa a los desarrolladores de IA como árbitros legítimos del valor artístico y cultural, y advirtió que “la humanidad está siendo arrastrada en una dirección por cierto grupo de personas que tal vez no sean seres humanos completamente desarrollados”.
El dilema de la autoría y el contenido artificial

Houser también remarcó que la IA choca de forma directa con los derechos de autor y con la integridad de la producción artística. Empresas como Disney llevan meses litigando para frenar el uso no autorizado de sus personajes e imágenes en modelos generativos, mientras el sector tecnológico avanza sin mayores restricciones.
Para Houser, esta dinámica amenaza años de trabajo humano y riqueza creativa, abriendo la puerta a una automatización acelerada donde, según su advertencia, “las máquinas lo harán mejor y más barato”.
La situación, según el guionista de GTA, no solo afecta a las grandes franquicias. Ve el riesgo de una internet saturada de contenido autogenerado por algoritmos, lo que podría empobrecer tanto la calidad como la credibilidad de los materiales digitales.
Coincidiendo con voces como la de Sam Altman, CEO de OpenAI, Houser señaló que una parte cada vez mayor de los textos, imágenes y videos en internet proviene de sistemas automatizados más que de seres humanos.
“No veo cómo va a mejorar la información. Ya se están quedando sin datos”, apuntó, añadiendo que este exceso de contenido sintético puede desacelerar la capacidad de innovar y distinguir verdad de ficción en el entorno online.
La amenaza a los empleos creativos, una preocupación creciente

Las declaraciones de Houser forman parte de un debate mayor sobre el futuro del empleo en profesiones ligadas a la creatividad, el periodismo, la edición, la animación o la producción audiovisual. Las herramientas de inteligencia artificial, que ya permiten traducir voces, editar video o redactar textos, alimentan el temor de que gran parte del trabajo creativo pueda ser automatizado.
Creadores como el youtuber Rubius han expresado públicamente su inquietud ante la llegada de traducción automática multilingüe, capaz de imitar voces con gran precisión e incluso desplazar a los propios autores en distintos mercados.
Esta preocupación ha escalado más allá del entretenimiento y el contenido digital. Durante la Italian Tech Week 2025, Jeff Bezos —CEO de Amazon— destacó que la velocidad de la automatización hará desaparecer numerosas tareas rutinarias, aunque enfatizó que la creatividad, la invención de conceptos originales y el pensamiento crítico seguirán siendo competencias insustituibles frente a la maquinaria digital.
El temor expresado por Houser encapsula la inquietud de numerosos profesionales y artistas. A medida que se consolida la presencia de la IA en todos los sectores, el reto pasa por reforzar el liderazgo humano en los procesos creativos y valorar la imaginación y el juicio personal, factores que, según voces como la suya, ninguna máquina podrá replicar con autenticidad.