Jodie Foster, una de las intérpretes más respetadas de su generación, volvió a reflexionar públicamente sobre su infancia en la industria del entretenimiento y la dureza de una profesión que, asegura, jamás habría elegido por voluntad propia. Durante su participación en el Festival de Cine de Marruecos, la actriz habló sobre los peligros del trabajo infantil en el medio y cuestionó abiertamente a los padres que impulsan a sus hijos a dedicarse a la actuación.
Foster, quien comenzó a trabajar cuando tenía apenas tres años, sostuvo que su trayectoria se inició sin que ella lo decidiera. “Nunca habría elegido ser actriz; no tengo personalidad. No soy de las que quieren bailar sobre una mesa y cantarle canciones a la gente”, expresó. La ganadora del Óscar afirmó que, en realidad, la actuación constituye para ella “un trabajo cruel que me eligieron cuando era joven y que no recuerdo haber empezado”.
Su debut se produjo en un comercial de la loción solar Coppertone, al que asistió acompañando a su hermano mayor. Contra todo pronóstico, fue ella quien cautivó al equipo de casting. A partir de entonces, llegaron más anuncios y su primera intervención en televisión en 1968, lo que dio paso a una carrera que avanzó de forma vertiginosa antes de que cumpliera los seis años.
Una infancia marcada por sets de rodaje
Los primeros años de Foster estuvieron repletos de apariciones en series, programas y películas familiares como Tom Sawyer (1973). Sin embargo, su interpretación más comentada de aquella etapa llegó en 1976, cuando Martin Scorsese la eligió para interpretar a una niña prostituta en Taxi Driver, un papel que generó controversia y que puso de relieve la crudeza a la que muchos actores infantiles pueden verse expuestos.
Foster recordó en Marruecos que esas vivencias tempranas son una de las razones por las que hoy se siente especialmente interesada en la protección de los menores dentro de la industria. “Me pregunto: ‘¿Dónde están sus padres? ¿Por qué nadie les dice que deberían dejar de hacer tantas películas o que no se emborrachen tanto en la alfombra roja?’”, dijo. Para ella, es crucial que exista un entorno adulto que ponga límites y salvaguarde la estabilidad emocional de los niños.
La actriz señaló que, pese a los avances normativos sobre la participación de menores en producciones audiovisuales, las presiones se mantienen. En su opinión, la exposición temprana a la fama puede generar consecuencias duraderas y, en muchos casos, invisibles para el público. Por ello, aseguró que intenta “cuidar de ellos porque sé lo peligroso que es”.
Reflexiones sobre la profesión y su atractivo actual
Durante su intervención, Foster también se mostró sorprendida de que tantas personas sigan sintiendo atracción por el mundo de la actuación. “No sé por qué alguien querría ser actor ahora, si supiera que para ser excelente tendría que lidiar con el riesgo de perder su vida”, sostuvo. Explicó que su madre fue clave para establecer una frontera estricta entre su vida privada y su vida pública, una distinción que considera esencial para la salud mental de cualquier intérprete.
Sus palabras contrastan con declaraciones ofrecidas en 1987 a la revista Interview, cuando afirmó que había disfrutado su experiencia como actriz infantil. Entonces defendió el trabajo en publicidad y criticó a quienes lo desestimaban: “Trabajé 20 años en eso y creo que es invaluable; me enseñó muchísimo”.
En Marruecos, Foster reconoció que su mirada actual se debe en parte al escepticismo con el que siempre ha asumido su oficio. “Hace que mi trabajo sea un poco diferente, porque no me interesa actuar solo por actuar”, explicó. Aseguró que, incluso si estuviera en una isla desierta, “probablemente lo último que haría sería actuar”, enfatizando la distancia emocional que mantiene respecto a su profesión.
