Cayó Cachorra, la “viuda negra” que mató al hombre que se había enamorado de ella

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“Al piso, al piso”, gritaron los detectives de la Policía de la provincia de Buenos Aires apenas la vieron. La joven, conocida por el apodo de Cachorra, fue prontamente reducida. El muchacho que la acompañaba intentó explicar que era su novia y que vivía con él, pero fue invitado a quedarse callado. Mientras era esposada y ante la pregunta de cómo se llamaba dijo: “Micaela Vargas”.

Vargas, de 29 años, tenía un pedido de captura firmado por el juez nacional en lo criminal Martín Yadarola. Está acusada de haber participado del homicidio de José S., de 61 años. El crimen ocurrió el 5 de junio del año pasado en el departamento de Constitución donde vivía la víctima.

Como informó LA NACION, José S. estaba convencido de que Vargas, a la que llamaba cariñosamente Cachorra, era su novia. Pero ella, en realidad, era una“viuda negra”y estaba en pareja con otro hombre, Leonardo Díaz, de 35 años y, juntos, habían planeado robar en la casa de la víctima.

Pero cuando Vargas y Díaz decidieron concretar el plan criminal, todo terminó de la peor manera. El 5 de junio del año pasado, José S. fue asesinado de siete puñaladas en el cuello en el baño de su departamento, situado en la avenida San Juan al 1300, en Constitución.

Para la Justicia, los autores del crimen fueron Cachorra y su pareja. Así se desprende de una resolución del juez Yadarola firmada el 14 de noviembre pasado, donde procesó con prisión preventiva a Díaz por el delito de homicidio agravado por haber sido cometido con ensañamiento, alevosía y para facilitar y consumar otro delito, a la que tuvo acceso LA NACION.

Cayó Cachorra, la

Díaz fue detenido por la División Homicidios de la Policía de la Ciudad en Chaco el 1° del mes pasado. Vargas, la sindicada “viuda negra”, estuvo prófuga hasta hoy, cuando fue detenida por la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) Quilmes de la policía bonaerense en Lanús.

“Se comprobó luego con la investigación, que el 5 de junio del año pasado, José S., había pactado un encuentro en su domicilio con Vargas, quien él creía era su pareja desde hace un tiempo. Ahora bien, a dicho encuentro Vargas se presentó con Díaz -quien sí resultaba ser realmente su pareja-, y si bien se desconoce con qué excusa o cómo lo presentó, lo cierto es que, aprovechándose de la confianza que había ganado con el damnificado al aparentar ser su novia, la víctima le permitió el ingreso del sospechoso a su departamento”, explicó el magistrado en la citada resolución.

Leonardo Díaz fue procesado con prisión preventiva

Según se sostuvo en el expediente, los sospechosos mataron a la víctima a traición. Vargas y Díaz se llevaron como botín el teléfono celular de José S., su billetera y $165.000 que tenía para pagarle al mecánico que le había arreglado el auto.

El homicidio fue descubierto al día siguiente, cuando los vecinos de José S. advirtieron una “pérdida de agua que registraba la vivienda desde la tarde noche anterior”. Con las llaves aportadas por un amigo de la víctima abrieron la puerta del departamento, pero no pudieron ingresar en el baño porque el cuerpo lo impedía.

En la escena del crimen se halló un cuchillo de mango negro de unos 34 centímetros de largo, con rastros de sangre.

“Llegado el punto de resolver, he de afirmar que los elementos probatorios reunidos hasta aquí, permiten a este juzgador tener por acreditada la materialidad de los hechos delictivos traídos a análisis, y por demostrada la vinculación de Díaz, con el grado de certeza que este estadio procesal requiere”, afirmó el juez Yadarola.

Cuando declaró como testigo, la encargada del edificio donde vivía José S. sostuvo que el día del crimen “escuchó lo que pareció ser un grito o un quejido y que luego de eso, no se escuchó más nada, solo el ladrido de perros del tercer piso, por lo que continuó con sus tareas”.

Micalela Vargas, la detenida

Un amigo de la víctima, a la que conocía desde hacía 30 años, aportó detalles de los momentos previos al crimen y detalles de la vida de José S., que fueron de suma importancia para los detectives judiciales y policiales.

El día del crimen, el testigo y la víctima almorzaron en un restaurante de Monserrat. Durante la comida, José S. recibió varios mensajes de WhatsApp, según recordó su amigo.

“Antes de despedirse, mientras charlaban en la esquina de la avenida Independencia y San José, José S. le dijo a su amigo: ‘me pega’. Frase a la que el testigo le restó importancia. Si bien no sabe a qué había hecho referencia la víctima, el testigo estima que hablaba de una pareja y que se trataba de una persona joven, quien de manera reiterada, por dichos de su amigo, le pedía regalos. Dijo que José S. la apodaba la cachorra”, según el expediente judicial.

También declaró como testigo la empleada doméstica de la víctima y dijo: “José S. le habría referido a su hija en medio de una charla que se encontraba en pareja con una chica menor que él, de unos 21 años, pero que no contaba mucho sobre la situación, ya que no quería que se sepa que salía con una persona menor que él”.

Cuando la víctima ya estaba muerta, su teléfono celular se activó, primero en Caballito y en Bajo Flores y después en La Matanza.

“Ello haría válidamente presumir que quienes tomaron intervención en el hecho se habrían descartado de tal aparato móvil, quedando a disposición de terceros”, explicó el magistrado en la citada resolución.

Pero, los investigadores pudieron reconstruir que el día del crimen la víctima había recibido una llamada desde una línea telefónica a nombre de Vargas. Se determinó que el domicilio de Cachorra estaba a 24 cuadras de la casa de su “enamorado”, la escena del crimen.

Al repasar la activación de la línea telefónica de Cachorra se determinó que después de la llamada con José S. su teléfono celular tuvo movimientos en las cercanías del departamento de la víctima, cerca de la hora estimada del homicidio. Además, se comunicó con el número de móvil utilizado por Díaz.

“El análisis practicado permitió establecer entonces que, de acuerdo al impacto de antenas registrados con relación al teléfono de Silva a las 16.44:25 horas, y el de Vargas a las 16.45, ambos se encontraban en el mismo lugar. Y volvieron a coincidir en la antena que se encuentra en la calle Valle 553 [mismo lugar de activación del móvil de la víctima cuando ya estaba muerta], a las 16:58, el perteneciente a Silva y a las 17.01 el de Vargas, lo que hace presumir que ambos aparatos móviles eran trasladados por quien o quienes habrían tomado intervención en el hecho que terminó con la vida de José S.”, dijo Yadarola al explicar las pruebas contras los sospechosos.

Tras el homicidio, Díaz y la sindicada “viuda negra” desaparecieron. Vargas habría viajado a Chaco, de donde es oriunda. Tiempo después lo hizo su pareja. Estuvieron prófugos hasta que fueron detenidos, cada uno a su momento.

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