
Las estrellas que brillan en la oscuridad, presentes en habitaciones infantiles y en diversos productos cotidianos, generan curiosidad sobre el origen de su resplandor y la seguridad de los materiales que lo producen.
Actualmente, los objetos que emiten luz en la oscuridad utilizan compuestos como el sulfuro de zinc tratado con cobre y el aluminato de estroncio con europio. Según Dean Campbell, profesor de química en la Bradley University de Peoria, Illinois, consultado por TIME, estos materiales no representan riesgos significativos para la salud si se emplean de manera adecuada.
Cómo funciona la fosforescencia
La fosforescencia es el fenómeno que permite que ciertos materiales brillen tras exponerse a la luz. Campbell explicó a TIME que, en el caso del sulfuro de zinc tratado con cobre, la luz hace que los electrones se desprendan y se desplacen dentro del material.
Durante este proceso, los electrones quedan atrapados temporalmente por el cobre presente en la estructura. “Cuando [un electrón] regresa a casa, emite un resplandor”, detalló el especialista a TIME. Este ciclo se repite constantemente, aunque el brillo solo es visible en la oscuridad.
Además del sulfuro de zinc, el aluminato de estroncio tratado con europio, un metal de tierras raras, es otro compuesto común en productos fosforescentes actuales. El efecto luminoso desaparece una vez que la energía absorbida se disipa.
El legado de los materiales peligrosos

El uso de materiales que brillan en la oscuridad no siempre fue seguro. En 1902, el ingeniero William J. Hammer descubrió que al mezclar minerales fosforescentes con una fuente de energía continua, como el radio, era posible obtener un brillo permanente.
Esta combinación, junto con barniz, permitió crear pinturas que resplandecían de manera constante y se aplicaron en interruptores, juguetes y, especialmente, en los números de los relojes. A partir de 1917, la Radium Dial Company, en Ottawa, Illinois, empleó a jóvenes para pintar estos números.
Convencidas de que la pintura era inofensiva, las trabajadoras, conocidas como “radium girls”, solían lamer los pinceles para afilarlos, lo que provocó la ingestión de radio. Como resultado, muchas sufrieron graves daños en la mandíbula y el rostro, y fallecieron a causa de cáncer inducido por la radiación.
Campbell relató a TIME que en Ottawa existe un monumento en honor a estas mujeres: “Es una estatua de bronce de una joven. Está de pie sobre la esfera de un reloj, sostiene una flor marchita en una mano y pinceles en la otra”. Actualmente, este tipo de pinturas ya no se utiliza en relojes ni en otros productos de consumo.
Diferencias entre los materiales antiguos y los actuales
La preocupación por la seguridad de los objetos que brillan en la oscuridad tiene su origen en estos episodios históricos. Sin embargo, los compuestos empleados hoy en día, como el sulfuro de zinc y el aluminato de estroncio, no presentan los mismos riesgos que el radio.

Campbell subrayó a TIME que estos materiales modernos no son más peligrosos que muchas otras sustancias presentes en la vida diaria, siempre que no se ingieran ni se utilicen de manera inadecuada.
Recomendaciones para el uso seguro
Aunque los productos fosforescentes actuales no representan un peligro significativo, la recomendación principal es evitar su ingestión. No se aconseja lamer las estrellas adhesivas ni consumir pinturas que brillan en la oscuridad, del mismo modo que no se deben ingerir objetos no alimenticios. La mejor práctica consiste en utilizarlos únicamente como elementos decorativos o lúdicos, colocándolos en superficies como el techo.
De este modo, los objetos que brillan en la oscuridad pueden seguir formando parte de la vida cotidiana, siempre que se usen de manera responsable y se evite el contacto con la boca.
