El gobierno nacional estaría analizando nuevos recortes a efectivizarse antes de fin de año en la frondosa planta estatal. En septiembre pasado se desvinculó a unas 58.000 personas. El Indec contabiliza 285.570 empleados en la administración pública nacional, incluyendo el personal de empresas y sociedades estatales y ahora se verían afectados unos 28.0000 más, esto es un 10% de la planta, principalmente de organismos descentralizados como el propio Indec, la ARCA, la Anses, el Conicet, el Enargas, el INTA, el INTI, el Enacom y la Oficina Anticorrupción entre otros. Cabe señalar que, en muchos casos, se trata de contratos que se vencen y que simplemente no serán renovados.
Hacia fines del año pasado, el violento secretario general de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), Rodolfo Aguiar, había exigido que se garantizara la continuidad laboral de los más de 57.000 contratos que vencían al 31 de diciembre 2024, al tiempo que reclamó que los nuevos vínculos se formalizaran por el plazo mínimo de un año. Aguiar exigió también entonces que se incorporaran a la planta permanente todos aquellos trabajadores que habían rendido su evaluación pública. No solo eso, amenazó también en sus redes con la siguiente consigna: “En 2025 les vamos a robar la motosierra y le vamos a cortar la cabeza a ellos. No vamos a tolerar más despidos en el Estado”.
Con el mismo y remanido discurso, ante los nuevos anuncios, Aguiar adelantó: “No vamos a tolerar ningún despido y exigimos la renovación automática de la totalidad de los vínculos que vencen el 31 de diciembre”. Y advirtió sobre protestas sorpresivas junto con un paro nacional inicialmente previsto para el día que se aborde la reforma laboral en las próximas sesiones extraordinarias del Congreso, pero que evalúan ahora adelantar. Sus cuestionamientos fueron precisamente al Consejo de Mayo donde se debatió dicho proyecto de reformas.
A falta de otras razones, haciendo gala de violencia verbal, el tan arrebatado como polémico sindicalista atacó con duras expresiones al ministro de Desregulación y Transformación del Estado de la Nación, Federico Sturzenegger, de quien dijo: “[Es] un ser siniestro que viene por nosotros, pero tiene que saber que los estatales también vamos por él. El sector público no resiste más ajustes”. Sus furibundas criticas incluyeron atribuir la reducción del Estado a razones ideológicas, no presupuestarias, afirmación esta en la que no se equivocaría, toda vez que el gobierno de Milei plantea moldear un Estado notablemente distinto al que recibió y del que se vienen alimentando los jeques gremiales.
Es bien conocido el carácter desestabilizador y confrontativo que ATE, al igual que otras agrupaciones sindicales, exhiben con demasiada frecuencia. Imponer el miedo y promover la violencia ha sido la forma de sostener sus reclamos, con procederes mafiosos que, en el pasado, incluyeron adueñarse de las calles. Su comportamiento es el esperable, pues, lejos de adaptarse a los nuevos tiempos y buscar el beneficio de sus afiliados, solo se preocupan por conservar sus viejas quintas. Algo está cambiando. Los dinosaurios también desaparecieron.
