Trump tiene «la personalidad de un alcohólico», dice la jefa de la Casa Blanca

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“La difusión de los registros que confirmaban la muerte de al menos 90 personas en operaciones antidrogas ordenadas por Washington abrió un espacio crítico para el cuestionamiento de la legitimidad y el fundamento oficial de la estrategia estadounidense en América Latina”. Así lo detalló Vanity Fair en un extenso reportaje sobre las declaraciones de Susie Wiles, jefa de gabinete durante la administración de Donald Trump, cuyas observaciones encendieron una controversial revisión de las políticas exteriores, migratorias y del funcionamiento interno de la Casa Blanca.

Según consignó Vanity Fair, Wiles expresó inquietud por los métodos de intervención empleados por el gobierno estadounidense en Venezuela, señalando la necesidad de implementar auditorías que permitieran evaluar tanto la eficacia como la transparencia de estas operaciones. Sus declaraciones resaltaron la importancia de examinar los efectos directos de las acciones antidrogas sobre las comunidades afectadas, así como el impacto de estas tácticas en la relación bilateral entre Estados Unidos y países latinoamericanos. El medio también reportó que tras conocerse el número de víctimas, aumentó la presión social para exigir mayor supervisión sobre los protocolos operativos del gobierno.

Los planteamientos de Wiles no se limitaron a la política exterior. Vanity Fair consignó intensos debates internos tras el traslado de más de 200 detenidos, entre ellos Kilmar Ábrego García, a una cárcel en El Salvador como parte de la política migratoria. La funcionaria recomendó restringir las deportaciones a individuos con antecedentes penales probados o evidencia clara de delito, subrayando la necesidad de establecer un mecanismo de doble verificación antes de la expulsión. Argumentó que la falta de controles estrictos podía dar lugar a errores, poniendo en entredicho la legitimidad de las decisiones oficiales. Además, recomendó revisar los procedimientos de detención y deportación para evitar confusiones de identidad y sanciones injustificadas, alertando sobre el posible deterioro de la confianza pública en la gestión migratoria federal, según recogió Vanity Fair.

La publicación enfatizó que Wiles impulsó una revisión integral de las políticas centrales dentro del gabinete de Trump, en un contexto de debates y desacuerdos profundos sobre el enfoque y el alcance de las medidas implementadas por la administración. Estas posiciones reflejaron una tendencia más amplia a reconsiderar las decisiones estratégicas y operativas adoptadas en aquel periodo.

En el plano de las relaciones al interior del equipo presidencial, Vanity Fair presentó varios comentarios de Wiles sobre otras figuras clave de la administración. De manera directa, la jefa de gabinete calificó a Donald Trump como alguien que tiene “la personalidad de un alcohólico”, fundamentando su apreciación en la experiencia personal con un familiar que enfrentó adicción al alcohol, lo que, según ella, le permitió identificar rasgos similares en el comportamiento del expresidente. El New York Post también recogió este diagnóstico, describiéndolo como un comentario significativo acerca del perfil personal y de liderazgo de Trump durante su mandato.

Wiles abordó la trayectoria del vicepresidente JD Vance, a quien calificó de “converso por motivos políticos”, argumentando que su adhesión al gobierno respondió a un giro forzado después de expresar reservas previas hacia el presidente. Además, identificó a Russell Vought, exdirector de la Oficina de Administración y Presupuesto, como poseedor de una perspectiva “fanática absoluta de derecha”, lo que habría incidido en la política presupuestaria, según consignó Vanity Fair.

La figura de Elon Musk también fue objeto de consideración por parte de Wiles, quien lo describió como “consumidor declarado de ketamina” y reseñó que pasaba largos lapsos dormido en el Edificio de Oficinas Ejecutivas, hecho que, según sostuvo Vanity Fair, evidenciaba una falta de contacto con otros miembros del equipo, sobre todo a raíz de tensiones con la agencia USAID. Sobre esta agencia, Wiles manifestó: “Ninguna persona racional podría pensar que el proceso de USAID fue bueno”, poniendo en duda los mecanismos de transparencia y eficiencia en su actuación.

Al referirse a la investigación en torno a Jeffrey Epstein, Wiles confirmó la existencia de registros de vuelos en los que Donald Trump figura, aunque remarcó que los acompañantes eran “jóvenes adultos” y negó la existencia de pruebas concluyentes sobre delitos relacionados con su presencia en esos viajes. En cuanto a Bill Clinton, la jefa de gabinete manifestó que no existían evidencias sólidas que lo vincularan con actividades ilegales ligadas a Epstein, sentenciando: “El presidente se equivocó en eso”.

En relación con la gestión de información relativa al caso Epstein, Vanity Fair citó a Wiles responsabilizando a Kash Patel y Dan Bongino, exagentes del FBI, por divulgar expedientes sin cumplir con los estándares mínimos de verificación documental. Sostuvo que esta actuación contribuyó a la percepción pública de falta de rigor y transparencia en el desarrollo de las investigaciones vinculadas al escándalo.

Tras la repercusión mediática de sus declaraciones, Wiles divulgó un mensaje en la red social X en el que criticó abiertamente la cobertura de Vanity Fair. En esa comunicación, denunció que el reportaje era “una pieza engañosamente elaborada que ataca a mí y al mejor presidente, al mejor personal de la Casa Blanca y al mejor gabinete de la historia”. Argumentó que ciertos fragmentos fueron editados o descontextualizados, lo que, según replicó Vanity Fair, alteró el sentido de sus testimonios y no reflejó fielmente su intención original.

Por su parte, el New York Post recuperó la respuesta pública de Donald Trump frente a las calificaciones personales de Wiles, en la que el expresidente manifestó: “Yo no bebo alcohol, pero he dicho a menudo que si lo hiciera, tendría muchas posibilidades de ser alcohólico. Lo he dicho muchas veces sobre mí mismo, lo soy. Es una personalidad muy posesiva”. Analistas citados por ese medio interpretaron esta declaración como una aceptación indirecta del diagnóstico de Wiles, lo que reavivó la discusión sobre la estabilidad emocional y la aptitud para el liderazgo de Trump durante su periodo presidencial.

Finalmente, Vanity Fair concluyó que la revelación de las intervenciones, opiniones y críticas de Wiles proporcionó un acceso sin precedentes a los procesos internos, las disputas por el rumbo administrativo y los perfiles personales de los responsables de la gestión Trump. El medio remarcó que la repercusión pública de estos debates acentuó la percepción de tensiones internas y controversias existentes en la definición de políticas clave en el gobierno, proyectando una nueva luz sobre la gestión ejecutiva y sus dinámicas de poder.

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