Sir Winston Churchill, el rey Jorge V del Reino Unido y los esclavos de la antigua Grecia. ¿Qué tienen en común todos ellos? Que llevan la historia -literalmente- marcada en la piel. Se trata de símbolos, dibujos y, para algunos, “arte” con el que expresan y narran su vida. Se identifican con eso que aparece “bordado” en su piel.
A pesar de que hoy en día hacerse un tatuaje está socialmente normalizado y ya no se necesita una razón profunda para llevar uno, no siempre fue así. En el pasado, quienes tenían marcas de tinta en la piel eran catalogados como esclavos, miembros de tribus o integrantes de grupos sociales excluidos. Y, por supuesto, también existía (y aún persiste en algunos contextos) una connotación negativa del tatuaje: esa que asocia a quienes lo portan con lo peligroso, lo oscuro o lo sospechoso.
Para la profesora Nina Jablonski, jefa del departamento de antropología de la Universidad de Pensilvania y autora de Skin: A Natural History, los tatuajes han sido importantes para la humanidad durante más de 10.000 años.
Según relata la investigadora en su obra, los tatuajes documentados más antiguos pertenecen a Otzi “El Hombre de Hielo”, cuyo cuerpo preservado fue descubierto en 1991 en los Alpes, entre Austria e Italia. Se estima que falleció alrededor del 3300 a. C.; sin embargo, “la práctica de insertar pigmento debajo de la piel se originó mucho antes que Otzi, solo que no existen pruebas físicas como sí ocurre en el caso del hombre de hielo”, dice Jablonski.
Años más adelante y con el surgimiento del cristianismo, el tatuaje se comenzó a asociar con el paganismo y la clase criminal -se cree que las connotaciones negativas de llevarlos en la piel aparecieron de ahí- y hasta se prohibió en Europa bajo el primer emperador romano cristiano, Constantino.
No obstante, al día de hoy, la gente hace uso de los tatuajes para contar sus historias personales. “La permanencia de la tinta en la piel es su atractivo”, destaca Jablonski.
Tinta en la piel: ¿es peligroso para la salud?
A pesar de estar instalados socialmente, gran parte de los tatuajes siguen siendo un misterio: los científicos no están del todo seguros sobre algunos aspectos de estos dibujos. Por ejemplo: qué hace que ciertos tatuajes se desvanezcan rápidamente; por qué algunos pierden el color o se hacen “más débiles en la piel”; cuál es el motivo de que en ciertas personas desatan reacciones alérgicas; por qué algunos no se evaporan cuando se realiza un tratamiento para erradicarlo. Por último, uno de los enigmas más extraños y menos estudiados sobre los tatuajes es cómo sobreviven.
Es sabido que el organismo humano, por naturaleza, lucha contra todo aquello externo que percibe como una “amenaza” y que intenta entrar en él, con el potencial de causar daños.
Específicamente, es el sistema inmunológico el que está constantemente haciendo todo lo posible para destruir agentes externos y la incógnita con este tema es por qué, en la mayoría de los casos, este sistema falla y no puede defenderse de la tinta que ingresa por las micro agujas de las pistolas con las que se tatúa.
“Cuando se estampa un tatuaje en la piel, el cuerpo lo considera una agresión. Esto ocurre porque la piel es la primera barrera del sistema inmunitario y está repleta de células defensivas de acción rápida que pueden entrar en acción cuando algo ingresa en la dermis”, revela Juliet Morrison, viróloga de la Universidad de Riverside a The Atlantic. “La función principal de esas células es detectar cualquier cosa extraña y destruirla para que pueda comenzar el proceso de curación”, destaca.
En algunas personas transcurren los días y su piel no parece haber reaccionado ante la presencia de la tinta; en estos, el dibujo permanece sin inflamar la parte de la piel que lo lleva; sin padecer una reacción alérgica ni tampoco cicatrizar como una herida. No obstante, en otros casos, los tatuajes pueden desencadenar una reacción de hipersensibilidad, que en medicina se califica “de tipo IV o LT dependiente -reacción celular causada por linfocitos T que pueden producir una lesión inmunológica por efecto tóxico directo o a través de la liberación de sustancias solubles- que es similar a las reacciones que se dan en los trasplantes de órganos”, explica el Dr. Gustavo Andrés Marino (M.N. 81461), jefe de Alergología e Inmunología Clínica del Hospital Universitario Austral y presidente de SOS Alergia.
Para el profesional, una vez que el organismo “detecta” una sustancia determinada reacciona en forma tardía -en general entre 48 y 96 horas después del contacto-. “Las manifestaciones más frecuentes que notamos en estos pacientes son: enrojecimiento, edemas e induraciones aunque, algunos pacientes pueden desarrollar síntomas en distintas partes del cuerpo, a esto les decimos reacciones de contacto sistémicas, cuyas manifestaciones pueden ser asma, urticaria e incluso anafilaxia -reacción grave que puede comprometer la vida-”, informa el doctor.
Según coinciden los especialistas, gran parte de estas reacciones defensivas se deben a los productos que se utilizan en las tintas para hacer tatuajes. Elementos como el cobalto, el níquel, el cromo, dióxido de titanio, la colofonia, entre otros, son los componentes que mayor sensibilidad y reacciones adversas pueden provocar al realizarse un tatuaje.
De hecho, un estudio publicado en la revista Dermatology resolvió que un año después de haberles inyectado tinta en la piel a ratones de laboratorio, los pigmentos de colores eran detectados en los macrófagos -tipo de glóbulos blancos que rodean los microorganismos y los destruyen- de sus hígados (el órgano especializado en detoxificar). Como conclusión los investigadores a cargo explicaron que esta observación demostraba que los pigmentos de la tinta empiezan a migrar hacia otras partes del organismo, por ende, no quedarían estáticos en la zona donde fueron aplicados originalmente.
El hábito cotidiano que según los científicos daña el cerebro
En otro orden de cosas, el Dr. Marino explica que una de las precauciones que hay que tener en cuenta antes de realizarse un tatuaje es que en los casos de personas con antecedentes de alergia se debe consultar al tatuador cuáles serán las tinturas que va a utilizar y hacer una lista de todos sus componentes para consultar con un médico alergólogo.
Luego de eso es probable que el profesional pruebe en el paciente una técnica llamada “patch test” que se utiliza para determinar cuán sensible o no es la piel a ciertos elementos. “Si omitís esta evaluación o la consulta médica puede suceder que el tatuaje desencadene una reacción alérgica y que se lo tenga que extirpar dado que la única forma de retirar el material es el de quitar la piel afectada”, destaca el especialista.
Para comprender algunos de los efectos inmunológicos de los tatuajes, Christopher Lynn, un antropólogo de la Universidad de Alabama, estudió a personas tatuadas en diferentes partes del mundo. Él y sus colegas descubrieron en su investigación que las personas que se tatúan con frecuencia desarrollan niveles más altos de ciertas moléculas inmunitarias en la sangre que aquellos que no lo hacen. En el escrito, los estudiosos destacan: “si el cuerpo tolera un tatuaje, significa que el sistema inmunológico se adaptó”.
Por último, para cuidar de un tatuaje los primeros días luego de habérselo hecho e intentar prevenir infecciones, Mayo Clinic recomienda:
- Mantener la piel tatuada limpia. Usar agua y jabón común; mientras uno se ducha, debe evitar los que los chorros de agua caigan directamente sobre la piel recién tatuada. Luego, se debe secar el área con palmaditas, no frotando
- Usar crema hidratante. Aplicar una crema hidratante suave e hipoalergénica en la piel tatuada varias veces al día
- Evitar exponerse al sol. Esto se debe hacer por al menos unas semanas.
- Evita nadar. Mantenerse alejado de piletas, jacuzzis, ríos, lagos y otros cuerpos de agua mientras el tatuaje se está curando.
- Darse hasta 2 semanas para la cicatrización. No tocar ninguna costra que aparezca en esa zona ya que puede aumentar el riesgo de infección y causar cicatrices
