Tenía 8 años y desapareció en Nochebuena de 2010: “La Justicia dejó de buscarlo, pero una chica actualizó su foto y ahora tengo fe en que lo vamos a encontrar”

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Desde la Noche Buena de 2010, todos los días, Norma mira la foto de su hijo Juan Agustín y reza. Lo ve con su sonrisa de niño de 8 años, el pelo un poco despeinado al costado y dice: “Que Jesús te cubra con tu manto y te cuide donde estés, mi amor”.

Juan Agustín Battaglia tenía esa edad y ese rostro cuando un viernes 24 de diciembre desapareció en Formosa, su provincia natal. Se había ido de compras navideñas con su abuela a Clorinda, cerca del paso fronterizo a Paraguay, cuando en un momento la mujer no lo vio más.

Aquel día, Norma estaba en Buenos Aires porque su hija de 12 años estaba internada por un problema renal en el hospital Garrahan. Apenas supo la noticia, viajó a su provincia y comenzó una búsqueda desesperada con esa foto que besa todos los días. Nunca tuvo noticias de las autoridades sobre qué pudo haber pasado con su hijo.

Hace varios años, a través de un abogado, presentó varios pedidos en la Justicia para que se hiciera la progresión temporal de su foto, es decir una simulación de cómo podría ser el rostro de ese niño después de tantos años. Es una forma de reactivar la búsqueda. Sin embargo, nunca se realizó esa actualización. Al menos hasta hoy.

Una chica que es fotógrafa y no conozco personalmente, me escribió por Facebook y me dijo que había actualizado la foto de Juan Agustín. Ahora lo puedo ver, ya a sus 23 años, y tengo la esperanza de encontrarlo o que él nos encuentre. Esa chica hizo lo que ninguna autoridad hizo. Es nuestro ángel”, dice Norma a LA NACION.

Juan Agustín Bataglia desapareció hace 15 años; una fotógrafa actualizó su imagen para que la familia pudiera continuar con su búsqueda

“Es magia. Ya tengo algunos llamados: hay quienes me dicen que lo vieron en una camioneta negra Montero acá en Clorinda, y otros en Paraguay hace unos años”, dice Norma con ilusión, aunque sabe que tiene que ser cauta en relación a esas pistas. Dice que el niño tenía dos cicatrices, una en la cabeza del lado derecho y otra cerca de la costilla del lado derecho, pero que su imagen actualizada puede ser la mejor pista para que alguien lo reconozca.

Cuando pasan muchos años de la desaparición de un niño o niña, “es imprescindible que se trabaje en la progresión de la imagen del rostro para saber cómo sería en la actualidad”, explica a LA NACION Ana Rosa Llovet, presidenta de Missing Children, la organización que difunde las fotos de niños perdidos en la Argentina y articula con fiscalías y comisarías para enviar las imágenes y toda la información que recibe sobre los posibles paraderos.

“Aunque la actualización no la hayan hecho las autoridades, si está bien hecha, en muchos casos las fotos resultan muy parecidas a las de los familiares adultos”, afirma Llovet.

Hasta unos meses, esa es la foto con la que Norma y su marido pedía ayudapara encontrar a su hijo ya que la Justicia formoseña nunca les realizó la actualización del rostro de Juan Agustín

El rostro de Juan Agustín, a sus 23 años, es “el calco de Luis, su papá a los 25”, dice Norma. Cuando recibió la foto actualizada por parte de esa chica, se puso a llorar sin consuelo. Sentía felicidad y esperanza. “Yo supe que era él. Me puse a buscar la foto de mi marido, las comparé y seguí llorando”.

Cuenta que ya recibió algunos llamados. Por ejemplo, el de una mujer y un hombre que le dijeron que hace unos años lo vieron en Paraguay con una familia. “Siempre supe que alguien me lo llevó. Había gente mala que me decía que me lo mataron, pero no es así, no es así. Una jueza me dijo que a los chicos vendidos nunca los encuentran, a no ser que quienes lo compraron se lo cuenten o fallezcan y ellos busquen sus raíces”, dice la madre.

Nadie lo buscó

Norma cuenta que hubo muchas irregularidades en la búsqueda de su hijo. Explica que todos los días iba al juzgado a preguntar sobre las investigaciones y la mandaban a su casa y que tuvo que pelearse con el juez del momento y ya fallecido porque no quería cambiar la carátula de la causa, que estapa tipificada como “huida del hogar”.

“Yo le decía, si Juan Agustín estaba de la mano de su abuela, no huyó de ninguna parte. Él se enojó, golpeó la mesa y me dijo que él era el juez y que él sabía y yo no sabía nada porque solo era una mamá. Sí, soy una mamá, mi familia es humilde, pero la Justicia no podía mentir así”, recuerda Norma.

Norma dice que tiene fe de encontrar a Juan Agustín con esta nueva foto, también tiene fe de que él la encuentre a ella y vuelva

Norma asegura que las autoridades dejaron de buscarlo a las tres semanas y que tras varios pedidos de actualización de su imagen, nunca obtuvo respuestas. Javier Filipigh fue el abogado que se ofreció de manera gratuita a ayudar a la familia y presentó el año pasado los pedidos de actualización de la imagen de Juan Agustín y de cambio de carátula ante el Juzgado de Instrucción y Correccional N°2 de Clorinda.

“El expediente pasó por muchos cambios de carátula, a pedido de la madre, y ahora está caratulado como ‘autores a determinar, sin sustracción de persona’ porque se sospechaba que la abuela lo vendió. Pero debido a la cercanía con la frontera, lo que pedimos es que se califique el hecho como trata de persona y se investigue”, dice Filipigh a LA NACION.

Uno de los varios pedidos de la familia para que se cambie la carátula y para que Gendarmería actualice la foto del niño

Norma cuenta que se distanció de su madre hace tiempo, que prefiere no apuntar contra ella, pero que desde ese día no confía en ella. También cuenta que en cada votación lo busca en el padrón electoral, pero no sale su DNI: “Él sabía de memoria el número, que termina en 124, porque se lo enseñaban en el jardín y en el colegio. Era muy inteligente, sabe que a seis casas de la parada de colectivo con el que iba al colegio está su casa”.

Juan Agustín es uno de los nueve niños que constan en los registros de búsqueda de personas y cuyos casos LA NACION abordó en un especial que puso la lupa sobre la ineficiencia del Estado para buscarlos.

En ese contexto, en noviembre pasado, se presentó en la Cámara de Diputados un proyecto de ley que busca fortalecer la búsqueda de personas desaparecidas, ya que no existe una legislación específica que establezca protocolos básicos a seguir cuando alguien desaparece. Para ese proyecto se tuvo en cuenta una investigación de LA NACION publicada en marzo de 2023 para elaborar su propuesta legislativa, tal como puede leerse en los fundamentos.

15 años de angustia

Ese 24 de diciembre de 2010, Juan Agustín iba a celebrar la Nochebuena con su papá, su hermano de 13 años y su hermana menor, de 5, en su casa, en Primero de Mayo, un barrio de calles de tierra que queda a 20 cuadras del centro de Clorinda.

Lo iban a hacer en su casa, que hoy continúa teniendo piso de tierra, tiene un árbol de pomelos y limones al fondo. Iba a ser un festejo austero, sin arbolito de Navidad, porque los ingresos de Norma, que trabajaba como empleada en casas de familia, y su marido, herrero, eran suficientes para que sus cuatro hijos fueran a la escuela y comieran.

Juan Agustín Bataglia junto con sus hermanos, un primer día de clases

Antes del festejo, el niño acompañó a su abuela y a su prima de 13 años a hacer unas compras, primero cruzaron hacia Paraguay por el puente fronterizo La Amistad, que algunos Gendarmes solían recorrer, pero sin realizar ningún tipo de control. Luego volvieron a Clorinda, donde mucha gente circulaba por las calles.

Según dijo en su momento su abuela, el niño y su prima le pidieron que les comprara bombitas de agua. La mujer se asomó a uno de los locales, en la intersección de Buenos Aires y San Martín, para consultar el precio. Pasó un segundo y Juan desapareció, le avisó la niña.

A ese día le siguieron 15 años de “una angustia que es permanente”, dice Norma, que junto a su marido y sus hijos nunca dejaron de esperar noticias de Juan Agustín. “Sé que no se perdió porque conocía la zona, iba de compras conmigo, se sabía tomar el colectivo con los hermanos mayores para ir y venir del colegio, así que es imposible”, dice su madre, que emocionada sigue agradeciendo que se haya actualizado la foto del niño y en una fecha tan cercana al aniversario de su desaparición.

Norma continúa hablando de su niño y dice, en presente, que le gusta mucho Diego Torres, que siempre cantaba “Color Esperanza” y repetía el refrán “la unión hace la fuerza, un dicho popular que si nos lo proponemos lo haremos realidad”.

Así se vería hoy, Juan Agustín; su madre dice que se ve igual a su marido cuando tenía 25 o 27 años

Dice que desde que tiene esa foto siente en el corazón que su hijo va a volver. “No duermo, miro para afuera de la casa porque tengo la sensación de que está esperando que yo salga a recibirlo. Y le voy a pedir perdón por no poder haber conseguido un pasaje para llevármelo a Buenos Aires con mi nena”, dice.

Vuelve a repetir que para ella “es un milagro ver su carita de adulto” y ahora espera que se dé el otro milagro. “Tengo mucha fe. Lo extraño muchísimo y cuando lo vea le voy a abrazar tanto para recuperar el tiempo perdido… Si alguien lo ve o sabe dónde está, que me lo diga por favor”. Luego, envía un mensaje con la ilusión de que llegue: “Hijo, te esperamos en casa, donde siempre”.

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