
Las recientes tensiones en los diálogos de paz entre el Gobierno nacional y la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano revelan desacuerdos de fondo que dificultan la continuidad de las negociaciones.
El testimonio en exclusiva del coronel retirado Jaime Ariza a Caracol Radio pone de relieve el trasfondo de su salida del equipo negociador, exponiendo puntos de quiebre que trascienden diferencias personales y afectan los cimientos del proceso de paz.
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El primer momento de ruptura, según explicó Ariza, estuvo marcado por la respuesta del Gobierno ante un incidente en Putumayo.
“La situación que se presentó en Putumayo con la incineración de un oficial y un soldado a finales de agosto, principios de septiembre de este año, fue el punto de partida o el punto de ruptura”.
Para el coronel, la reacción institucional y política ante estos hechos resultó insuficiente, generando serias diferencias con el equipo de negociación.
A esta crisis inicial se sumó el rechazo por parte del equipo negociador a un documento reservado emitido por el grupo de análisis de Acore, que recogía preocupaciones sobre el proceso de paz.
“Eso no fue bien recibido por parte de los otros delegados y del jefe negociador, y eso motivó una ruptura que los llevó a la decisión del jefe negociador… de mi salida de la mesa”, relató Jaime Ariza a Caracol Radio.
El militar retirado detalló que esta serie de desacuerdos lo dejó sin margen de acción dentro de las conversaciones.
La falta de claridad y contundencia en la atribución de responsabilidades por los hechos de Putumayo influyó de manera decisiva en el deterioro de la relación entre Ariza y el resto del equipo.
“Es absolutamente claro que quienes tienen el dominio territorial y social en esa zona, como lo es Putumayo, es comandos de la frontera”, precisó el coronel Jaime Ariza a Caracol Radio.
A su juicio, la negociación pasó por alto este hecho, prolongando el proceso sin enfrentar las consecuencias de la violencia.
La posición vacilante del equipo también se reflejó, según Ariza, en la reacción oficial sobre el pedido de extradición de Joani Rojas, alias Araña, jefe de los comandos de frontera.
“Si hay buena voluntad de paz, si se quiere que no transitar este señor, pues ya queda demostrada de que con una inmovilización irreversible tenía una voluntad definitiva de paz”, manifestó el coronel, destacando que esta visión tampoco fue acogida por los responsables del proceso y derivó en su salida definitiva del equipo.
En las palabras de Ariza se percibe una defensa del compromiso de los militares con la paz, pero también una advertencia clara sobre los límites de la negociación.
“La paz es un bien supremo, pero la paz no lo justifica todo… no se puede justificar negociando, seguir negociando el estado de derecho, seguir negociando impunidad, seguir negociando muchas situaciones para mal para las regiones, para las comunidades”, remarcó Jaime Ariza.
El coronel insistió en que la búsqueda de una resolución negociada debe ser expedita y realista, frente a grupos que han ampliado su influencia en el marco de las conversaciones.
La relevancia de actores como los comandos de la frontera y la necesidad de evitar concesiones excesivas para impedir la proliferación de nuevas disidencias dan cuenta de la complejidad y las presiones que rodean los consensos en torno a la paz en Colombia.
