Caninoterapia en CABA: perros entrenados visitan a los adultos mayores en las residencias o se quedan a vivir con ellos

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El golden es un perro ideal para acompañamiento terapéutico

Perros, en especial de raza golden y labradores, son entrenados para participar de intervenciones terapéuticas que mejoran la salud física, mental y emocional, reducen el estrés y favorecen la socialización de los residentes alojados en hogares de larga estadía.

“En Argentina está muy verde todavía la caninoterapia pero por suerte en Capital no tanto”, dice Natalia Godoy, gerontóloga que trabaja en el Edificio Manantial, una de las residencias que ha adoptado esta práctica que, cabe esperar, se extienda a los 400 establecimientos que albergan a adultos mayores en la Ciudad de Buenos Aires.

Gracias al programa IACA, las intervenciones asistidas con perros ocupan un lugar cada vez más relevante en tratamientos de cuidado gerontológico en las residencias.

Pero además, en la Ciudad de Buenos Aires, la sanción de la Ley 6.645/23, que regula el funcionamiento de estos establecimientos, representó una gran avance para la caninoterapia al habilitar a las residencias de larga estadía para personas mayores a mantener vínculo con animales domésticos, ya sea mediante adopción, visitas o actividades terapéuticas.

Además, desde 2022, el programa IACA, surgido de una propuesta del Sindicato de Trabajadores Caninos, creó dispositivos y equipos de trabajo con perros de terapia en centros asistenciales de la Red de Servicios del Ministerio de Salud porteño.

Matías Tomsich, secretario general del Sindicato de Trabajadores Caninos, explicó que los perros son óptimos para realizar intervenciones asistidas con animales, y contó que los primeros pasos se dieron en las residencias geriátricas propias del Gobierno porteño. “Impulsamos la iniciativa a través de un proyecto de ley que pedía regular el acceso de mascotas a residencias y geriátricos”.

Los perros son animales óptimos para las intervenciones terapéuticas asistidas

Uno de los primeros sitios de la ciudad en el que se comenzó a trabajar y a utilizar mascotas es Edificio Manantial. Natalia Godoy, que es su directora institucional, explicó el impacto de la presencia de los perros: “Cuando ingresan a la residencia, el clima cambia y de inmediato aparecen sonrisas, miradas atentas, manos que se extienden para acariciar, conversaciones espontáneas y recuerdos que se activan; personas que habitualmente se muestran retraídas se acercan, participan y se emocionan”.

Los animales funcionan como facilitadores del vínculo, dijo Godoy: “Operan como un lubricante social porque favorecen la interacción entre pares, reducen la sensación de aislamiento y fortalecen el sentimiento de comunidad. Donde -a veces- la palabra no alcanza, el vínculo con un perro abre un canal de comunicación simple, directo y profundamente humano”.

La palabra de los adiestradores

Dan Uriel Cuello es educador canino y es el secretario de Formación del Sindicato de Trabajadores Caninos. En charla con Infobae, explicó cómo se prepara a estos perros según la función que van a cumplir.

— ¿Cuál es tu rol en el sindicato y en el programa IACA?

— Mi función principal en el sindicato es generar nuevos profesionales, para adiestramiento, paseos y el resto de actividades relacionadas con la educación de los perros. Por otro lado, para IACA, el programa de intervenciones asistidas con animales, nosotros actuamos con la ong Bocalán Argentina, que es la que se encarga de preparar perros certificados para la realización de estas actividades.

— ¿Qué actividad desarrollan estos perros?

— Están calificados para cumplir distintas funciones de acuerdo a los requerimientos de las personas a las que va destinado el programa. Pueden ser adultos mayores con o sin problemas cognitivos, con o sin problemas físicos, pueden ser jóvenes o adultos con problemas de drogas, o chicos de una escuela. Se interviene, se hace una actividad puntual, que puede repetirse, y así poder comparar la reacción y los resultados que se obtuvieron desde la primera. Si se trata por ejemplo de adultos mayores con problemas cognitivos, se hacen actividades para estimular a los pacientes a partir de la interacción con el perro. En cambio, si son personas que tienen dificultades de motricidad, se proponen actividades para estimular el desarrollo físico. En todos los casos, la parte emocional y cognitiva se ve siempre reflejada, porque interactuar con perros despierta naturalmente en el humano patrones de comportamiento y emocionales. Las intervenciones las hacen profesionales capacitados, certificados.

Uno de los perritos entrenados para acudir a las residencias

— ¿Los perros pueden también permanecer en las residencias?

— Sí, el Sindicato de Trabajadores Caninos surge proponiendo la ley de perros en residencias geriátricas, esto permite la regulación de la permanencia y adopción de perros, en estas instituciones, es decir habilita tanto las intervenciones -el perro va y realiza la actividad- o que el perro conviva con los residentes.

— ¿Trabajan solamente con labradores?

— Dentro del proyecto Perros en Residencias, el perro no necesariamente tiene que ser de raza ni cumplir una función específica en el lugar. Lo más importante es que el perro pueda convivir de manera permanente y definitiva con el grupo social de una residencia geriátrica. En nuestro grupo, es Mariana Solessi quien se encarga de la ejecución de las intervenciones asistidas dentro de las residencias, como es el caso de Manantial, en Belgrano. Junto con Mariana preparamos las actividades dentro de las residencias geriátricas, seleccionando, educando, adaptando a perros que son de refugio para incorporarlos en forma definitiva en las residencias. Un caso de éxito es el de la residencia geriátrica Nuestra Señora de Lourdes en Colegiales.

— ¿Cómo hace la institución o residencia o el particular que necesita un perro para estas intervenciones terapéuticas?

— Lo que debe hacer es comunicarse al Sindicato de Trabajadores Caninos o ingresar a www.proyectoperrosenresidencias.com y ahí van a poder acceder a mayor información. El perro que es para intervenciones, normalmente se lo compra, se lo trabaja, se lo selecciona y educa, en la organización que se dedica a esta actividad, como es el caso de Bocalan, con quienes trabajamos. Ahora, en el caso de que quieran adoptar un perro en una residencia, nos contactan y nosotros nos comunicamos con los refugios y hacemos una selección de los perros más aptos para este tipo de programas.

— ¿En qué consiste la preparación del animal?

— Hacemos el entrenamiento del perro y su adaptación a las residencias geriátricas. Les informamos de cómo va a ser todo el proceso y capacitamos no solo a los residentes, sino también a los profesionales y al personal que atiende a los residentes y, sobre todo, a los directivos. Además, nos ocupamos de todo lo que hace a la seguridad: que los perros no puedan escaparse, ni lastimarse en el intento. Explicamos qué comidas pueden comer y cuáles no y en qué horarios. De los controles veterinarios nos encargamos nosotros. La idea es que la residencia disfrute más de los beneficios que de estar pendiente y ocupándose. Ellos nos comunican cualquier inconveniente y nosotros gestionamos todas las soluciones necesarias. Proveemos el alimento y nos encargamos de los paseos diarios, las rutinas de baño, básicamente de todo. Y los residentes obtienen los beneficios de convivir con un animal de compañía. Se encargan también de que tengan agua, de darles de comer, siempre respetando los horarios, de cepillarlos. A veces, según la dinámica de cada institución, el perro sale a pasear con algún residente. En ese caso, está entrenado para pasear a una determinada velocidad, de una determinada forma.

La caninoterapia está todavía poco desarrollada en la Argentina

— ¿Hay aceptación por parte de los residentes?

— Muchos quizás nunca tuvieron un perro y se les da esta oportunidad en el último tirón de vida. Y los que han tenido perro y quizás no pueden llevárselo a la residencia, tienen la posibilidad de seguir en contacto con animales, lo que es muy importante desde el punto de vista mental y emocional. Pero ninguno de los residentes es obligado a interactuar con los perros. Sin embargo, la realidad demuestra que a medida que empiezan a convivir, quienes en un primer momento quizás preferían no interactuar, terminan generando dinámicas sociales y afectivas con los perritos.

— ¿Cómo seleccionan al perro para intervenciones terapéuticas y qué entrenamiento le dan?

— En general los perros se compran en criaderos del exterior, y son ejemplares de una línea genética de trabajo. Hay gente que se dedica a la crianza específica de ejemplares para este tipo de actividades. Y dentro de eso, se selecciona al más apropiado para ser entrenado. Entrenarlo lleva dos años más o menos. La primera etapa es de sociabilización, de estimulación temprana. Lo que se busca es que el cachorro sea sociable, se deje tocar, acariciar, cepillar. Que no sea un perro mordedor, sino de actitud positiva, predispuesto a las actividades que se proponen. Después de la etapa de obediencia básica y avanzada, se les enseñan trucos, como por ejemplo, hacer un rol en el suelo, apoyar la cabeza sobre el regazo de las personas, agarrar algo, sostenerlo, llevárselo a alguien.

— Imagino que el perro que es para adopción por la residencia no requiere tanto entrenamiento.

— En el caso del proyecto Perros en Residencias Geriátricas, se busca que sean de similar carácter. Pero es cierto que no necesitan tener tanta formación específica. Se hace un proceso de educación básica, que responda a las órdenes de sentado, echado, de permanencia (aquí), venir, traer, responder a su nombre, no morder cosas que no corresponde, caminar más despacio; esta última es una característica bastante puntual y específica para esta actividad. Dentro de la convivencia del día a día, una característica puntual es el que el perro apoye la cabeza en el regazo de la paciente o del residente. Se busca en los perros que son incorporados de manera permanente a una residencia que sean dóciles, estables y alegres, propensos a jugar, pero manteniendo una dinámica más bien pasiva.

— ¿Cuánto dura el entrenamiento?

— El entrenamiento de los perros para residencia permanente es más corto, entre ocho meses y un año, pero desde los seis meses empezamos a hacer interacciones directamente en la residencia para ir adaptándolo y generar un reconocimiento de todos y cada uno de los residentes. El objetivo es que los perros puedan vincularse con todos, aunque como dije no es una imposición. Esto no solo promueve el bienestar dentro de la comunidad de la residencia, sino también con los directivos y los profesionales e incluso con los familiares de los residentes.

Los perros son seleccionados por su carácter, luego entrenados y, si van a permanecer en la residencia, se hace una adaptación

La experiencia del Edificio Manantial

La ya mencionada Natalia Godoy trabaja en ese establecimiento que contrató privadamente adiestradores para esa tarea que, explica, “realizan con los profesionales de la institución como mediadores”.

Godoy también es vicepresidente de la Unión Argentina de Prestadores de Servicios de Gerontología que reúne a unas 220 instituciones. “El gobierno participó muy activamente cuando se estaba tratando la ley pero todavía no se la reglamentó -dice la gerontóloga-. De todas maneras muchas instituciones ya la están aplicando.”

“Cada terapia asistida con animales se adapta al grupo al que está destinada. Tenemos diferentes grupos según los estímulos que necesitan, pero para todos los residentes hay una terapia aunque con diferentes modalidades”, detalla Godoy.

En cuanto a los resultados, dice: “Sienten menos soledad, menos aislamiento, estimula la memoria. Si la persona tiene dificultades en el habla, la mascota actúa como un mediador emocional, lo ayuda a comunicarse. Si tiene dificultad motriz, el perro puede ser un estímulo para moverse”.

En Manantial no hay “mascotas fijas”, aclara. “Contratamos adiestradores que vienen con sus animales. Pero esto no un tema solo recreativo; favorece la expresión, la afectividad, los animales brindan calma”.

Estas terapias tienen lugar dos veces por semana. “Empezamos hace dos meses y ya notamos adelantos”.

En la institución, las actividades asistidas con perros forman parte de una propuesta planificada y coordinada por un equipo interdisciplinario conformado por gente de la institución y del Sindicato, que aporta sus entrenadores.

“No son encuentros improvisados, sino intervenciones pensadas para estimular funciones cognitivas, motoras y emocionales, integradas a la vida cotidiana en la residencia y acompañadas por protocolos de cuidado y seguridad”, afirmó Godoy. Y agregó: “La evidencia científica respalda lo que observamos a diario como mejoras en el estado de ánimo de las personas, disminución del estrés y la ansiedad, mayor motivación y participación social. Pero más allá de los indicadores, hay algo central que se pone en juego: el sentido, la pertenencia y la dignidad”.

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