Ricky Martin grabó su hit, hizo jingles populares, pero la partida de seres queridos lo dejaron sin voz: “No podía terminar un show”

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En buena parte del mundo se cantan sus canciones. Ricky Martin incluyó en su repertorio acaso su hit más famoso, ese que toda la Argentina hizo suyo durante la década del ochenta. Alguna vez, su garganta sonorizó una publicidad muy instalada; algunos de los noticieros televisivos más vistos contaron, y cuentan, con una cortina musical -leitmotiv- de su autoría. Y, sobre todo, fue, es, el hombre sensible que acarició encuentros y desencuentros de tanta gente.

Así como Eugène Delacroix apeló a sus lienzos para tamizar su mirada romántica de la realidad del mundo, Eddie Sierra les compuso a los vínculos, a los amores oficiales y a los prohibidos, a los eternos y a los que se truncan, a los que se transforman en idílicos y los que se subliman. Siempre con elegancia. Metaforizando el sexo con poesía. Un caballero que también le “prestó” su arte a figuras como Valeria Lynch, Sergio Denis, Los Nocheros, Dulce, María Rosa Yorio, Shakira y Thalía, entre otras celebridades.

Pero -el que esté libre que tire su primera piedra- hubo un tiempo en el que su vida se nubló. Una jugarreta del destino se ensañó con él donde más le dolió, dejándolo sin voz. Y aquí no hay poesía ni simbolismo. Eddie Sierra enmudeció.

El hombre que le cantaba a multitudes, abandonó los escenarios, se apartó de la televisión y, desde ya, grabar un disco se convirtió en su quimera imposible. Lo que sigue es de imaginar. Depresión, dolor, llanto, impotencia. Y apelar a todo para entender y subsanar. Le llevó décadas que sus cuerdas vocales respondieran.

Está de vuelta. Acaba de editar As de corazones, un nuevo álbum en veinticinco años, ya disponible en todas las plataformas que contiene once tracks inéditos. Desgranando la letra del primer corte, que lleva el mismo nombre del material, se podría pensar que fue escrita por un filósofo.

“La vida es un aprendizaje, vinimos a aprender”, sostiene Eddie Sierra, encontrándole un balance a favor a las adversidades más desafiantes. Sabe sobre qué habla.

“En el gran juego de la vida hay que jugar, todas las cartas del destino vas a ligar, después de una mala vienen siempre buenas, es una de cal y una de arena, no te rindas nunca”, sentencia con optimismo “As de corazones”, el tema que bautizó a su nuevo disco. Claramente, la poesía explica explícitamente el calvario por el que transitó su autor.

“Cuando llegás a una determinada edad, se supone que los golpes te han madurado un poco. Es el tiempo de mirar para atrás y decir ´mirá todo lo que caminé y todo lo que aprendí´. Fui muy feliz en esta vida, para mí fue una fiesta vivir, pero he tenido golpes muy duros”. Habla en pasado, como balanceando lo que fue. Sin embargo, editar un nuevo disco habla de su deseo de mirar hacia adelante, a pesar de todo.

-¿Qué peso es el que balancea los platillos a favor?

-Pienso en mi carrera, siempre viví de mi vocación, y no puedo dejar de lado a la hermosa familia que construí ni a mis amigos.

-¿Cuál fue la inspiración puntual de “As de corazones”?

-”Shape Of My Heart”, un tema de Sting, de resonancias más políticas, donde habla de los naipes y dice “esa no es la forma de mi corazón”, por cómo es presentado en las cartas, desde ahí se disparó mi tema.

La producción también es parte de su tarea; Eddie Sierra jamás se alejó de su estudio, lugar elegido por artistas de renombre para registrar sus materiales

-”As de corazones” habla del destino, del azar y de los golpes de timón que, a veces, hay que ejecutar.

-Creo que todos tenemos un camino definido, venimos a cumplir con algo. Esto tiene que ver con mi posición espiritual, es algo que aprendí bastante tarde. En ese camino aparecen cosas que no son fortuitas. Por eso, digo que “las cartas del destino las vas a ligar”.

-El desafío es qué se hace con el naipe que toca.

-Por eso mi mensaje es “no te rindas nunca”. También detrás de la letra de la canción se intuye algo sobre el desapego. Si el mazo te ofrece el as de corazones, hay que mirar al que está al lado y la está pasando mal. Ese es el propósito de la canción.

-¿De dónde nace tu fe?

-De la antroposofía que es profundamente cristiana, aunque no es católica, no adhiere a ningún dogma religioso. Cuando pude entender a Rudolf Steiner, filósofo y matemático, encontré un mundo maravilloso, una especie de verdad revelada. El libro más importante de Steiner es Filosofía de la libertad.

-¿Cómo llegó a vos la obra de este pensador?

-El dolor. Siempre es el dolor el que te abre los caminos de este tipo de cosas.

-En tu experiencia personal, ¿qué tipo de padecimiento?

Hace un par de décadas atrás, o quizás un poco más, empecé a perder la voz; justo en el momento del gran despegue de mi cabeza, con el comercial de cigarrillos que llevaba mi música, Ricky Martin grabando mi tema “El amor de mi vida” y lo convierte en una canción internacional.

-¿Fue repentino?

-La voz se fue degradando. Imaginate lo que eso significó para una persona que cantaba desde los cinco años, que hacía coros, escribía e interpretaba jingles en Argentina y en Estados Unidos. Era y me sentía un profesional de la voz, no solo un tipo que cantaba sus canciones, pero, de pronto, la voz comenzó a perderse.

-Nada menos que tu herramienta.

-Uno de mis dos instrumentos. El otro fue estudiar música y así poder comenzar a dirigir orquestas, hacer arreglos. Eso me ayudó a defenderme cuando “esta” se pinchó (se señala la garganta).

-¿Le encontraste alguna causa puntual a esa somatización?

-Nunca lo entendí. Fui a los mejores médicos, los otorrinos me decían “tus cuerdas están perfectas, andá a cantar”.

-Pero no podías.

-Los médicos me mandaban al psicólogo o al psiquiatra, porque no veían nada anómalo en mis cuerdas vocales. De todos modos, como tenía un prestigio ganado, decidí bajarme de los escenarios cuando me di cuenta que no podía terminar un show.

-¿Podés atribuir la reacción física a algún hecho puntual?

En ese tiempo, falleció mi papá y luego mi hermano, que tenía 46 años. Unos años después murió mi mamá y, en el medio, me divorcié. Me tocaron todas las cartas juntas. Son cosas que el destino tiene preparadas para vos y que van a suceder. Es lo que mucha gente llama Karma, no sabe de dónde viene y se pregunta “¿por qué me pasa todo esto?”.

-Allí aparece tu creencia en la antroposofía.

-Exacto.

-¿Creés en el karma, tal como lo entiende el budismo?

-Sí, claro. La ley del karma es infalible.

-¿Se revierte el karma?

-Por supuesto, aunque son pequeñas condenas. Todo esto, que tiene una raíz espiritual, tiene su correlativo científico. Hay una explicación desde la ciencia. Esa explicación científica me llegó hace cinco años.

-¿Cómo sucedió?

-Por otras razones, visité a un médico odontólogo y fue él quién descubrió dónde residía la raíz del problema físico, más allá de lo emocional. De no poder ni decir el “feliz cumpleaños” en una fiesta, pude volver a cantar.

Un tratamiento odontológico realizado décadas atrás, dejó en su boca un material residual que le provocó una alergia -desconocida por el músico- que fue diezmando su capacidad vocal. Hace cuatro años, comenzó a revertir la anomalía conjugada en causales físicas y emocionales.

“De a poco fui recuperando mi capacidad para cantar, primero agarraba la viola y me animaba en el patio de mi casa y dos años después me fui soltando y comencé a armar los temas”. Canciones cajoneadas tenía de sobra. “Me había pasado cerca de veinticinco años componiendo sin poder cantar”.

De a poco, fue recuperando la confianza en sí mismo y en su capacidad natural para el canto. Comenzó a pasar cada vez más tiempo en su estudio grabando. Ensayo y error. “Fue paulatino, como un deportista que vuelve a la cancha luego de muchos años de no pisar el césped”.

El piano de su estudio, un aliado de su composición y un refugio cuando la voz, su instrumento, no emergía de su garganta

-¿Cómo estás hoy?

-Recuperado en un ochenta por ciento.

-En esos más de veinte años sin cantar, ¿podías hablar normalmente?

-Sí, al hablar no se percibía ningún problema.

-Imagino el padecimiento anímico durante todo ese lapso sin voz para interpretar.

-No te podés imaginar el dolor que significa para un cantante no poder expresarse con su arte. No soy el único caso, hay muchos.

-Le sucedió a Sergio Denis cuando atravesó un problema financiero.

-A él también le llegaron esas cartas del destino. Julie Andrews, Celine Dion atravesaron lo mismo.

-No existe una única salida.

-Cuando la medicina no le da respuestas a ese dolor, empezás a buscar por otro lado. Vas de acá para allá y nadie te ayuda, hasta que, de golpe, vas encontrando cosas que no tienen nada que ver con lo más previsible.

-¿Llegaste a consultar o probar con tratamientos exóticos o recurrir a disciplinas por fuera de la medicina?

Consulté a curanderos, chamanes, tarotistas, lo mío era una desesperación por poder volver a cantar. He visto de todo. Incluso, vi fenómenos sobrenaturales que no tienen explicación científica, cosas que nadie me contó, que las vi de primera mano, pero que no me sirvieron para nada, salvo para creer que hay un mundo espiritual muy fuerte, con lo bueno y lo malo.

Ofrece café en su precioso y espacioso estudio ubicado en el barrio de Chacarita. Y aclara que prefiere no ahondar en esas experiencias por fuera de la razón de las que fue testigo en esos años donde consultó a decenas de profesionales de las más diversas áreas tratando de entender por qué su garganta le negaba el derecho a ejecutar su don.

Recuperar la sonrisa; un gesto que resume su estado actual

-Durante el tiempo en el que no pudiste cantar, no dejaste de componer. ¿El trauma es más inspirador que la calma?

-No siempre. En general, cuando le escribo al amor, lo hago desde la nostalgia, uno ha vivido mucho, desde amores verdaderos a los que no lo fueron. Pero siempre tengo una mirada positiva, los amores me han dejado algo.

-¿Te enamoraste mucho?

-Unas cuantas veces.

Hoy vive en pareja en una bella casa en el Conurbano norte. Tiene dos hijas y tres nietos. El universo que lo contiene en esta etapa de la vida: “Pasé la barrera de los setenta, por suerte”.

-¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?

-Me amigué, te vas acostumbrando. Es más, no cambio por nada esta etapa de mi vida. El shock sucedió cuando cumplí los cincuenta. Fue un golpe. Los sentía un montón.

-¿Qué reivindicás de este tiempo de tu vida?

-Sé tantas cosas que antes no sabía. Es una etapa que tiene una riqueza emocionante.

-Pero hay que ejercer la inteligencia emocional para capitalizar eso, no se aprende por el mejor hecho de cumplir años.

-La vida te va enseñando a escuchar, a no ser compulsivo, a callarse la boca. Es un ejercicio. Además, uno puede anticiparse a algunos hechos, te equivocás menos. Aparece un saber, aunque, como decía Ringo Bonavena, “la sabiduría es un peine que te dan cuando te quedás pelado”.

Aquel hit

“La gente necesita ponerte en un estante”, define, pensando en torno a “El amor de mi vida”, aquel hit que dio la vuelta a buena parte del mundo y que fue un suceso en nuestro país, brindándole visibilidad y fama. “Me definieron como baladista, pero mi influencia va de Led Zeppelin a Astor Piazzolla y de Quincy Jones a Horacio Salgán”.

-¿Te molesta el encasillamiento en un género?

-No responde a la realidad. A todos los músicos nos gusta hacer un poco de todo, pero el público te pone un límite, “te quiero para tal cosa, no salgas de ahí”. Hacés un rock and roll en el escenario y te dicen “no me gusta”. Van a los shows a escuchar “El amor de mi vida”. Desde ya, esa no es la actitud de todo el mundo. Los americanos lo llaman “pocket”, bolsillo. Muy pocas grandes figuras pueden hacer los que se les da la gana. Por eso siempre admiré a determinados artistas argentinos que se cagar… en todo. El “Flaco” Luis Alberto Spinetta hizo “Muchacha ojos de papel” o un rock, y no le importaba si vendía discos o no; Charly García, León Gieco también hicieron lo suyo.

-En tu caso, tampoco la paleta de colores es tan escueta.

-Es cierto, pero me tuve que someter a ciertas presiones.

-¿De la industria?

-Sí, aunque todo lo que hice lo hice con dignidad, no me “aberreté”. Mi disco actual lo hice sin ninguna presión, tiene las canciones que quise componer e incluir, totalmente libre. Y les puse mucha atención a la poesía, a las letras de las canciones.

-En tu método, ¿qué va primero, la letra o la música?

-En general, la música; aunque, alguna vez, ha llegado todo junto o primero un estribillo. La inspiración no tiene explicación, te baja. También me ha pasado de hacer trabajos por encargo y tener que entregar contrarreloj una banda de sonido sin demasiado margen para que la musa baje o no baje.

-Ricky Martin te grabó “Lo mejor de mi vida”. ¿Tuviste trato con él?

-No se dio, no nos conocimos. Cuando vino a hacer su primer recital en Buenos Aires, en el teatro Opera, yo estaba de gira en Tucumán. Me invitaron a su concierto, pero no pude ir.

-¿Es cierto que Sergio Denis fue quien te dio la noticia que la canción era famosa en Latinoamérica?

-Sí, había regresado de un viaje y me llamó para contarme que el tema estaba primero en los rankings de Puerto Rico, gracias a Ricky Martin.

-¿Cómo viviste el final de Sergio Denis?

-Trabajamos juntos, antes que me fuera a vivir en Estados Unidos. Le compuse y le arreglé un disco. Cuando no podía cantar, él me llevó a tocar la viola en su banda. Hicimos kilómetros y kilómetros de gira, charlamos mucho.

-¿Qué recordás de esas conversaciones?

-Me contaba que era tremendamente distraído, por eso siento que, cuando cayó en el foso del teatro, se puede haber olvidado de la existencia de ese hueco. Además, estoy seguro que las luces lo encandilaron, perdió el eje.

Sus otros hits

-¿Qué publicidades que llevaron tu música recordás especialmente?

-La gente me ubica entre los jingleros, pero, en Argentina, solo hice las dos publicidades de los cigarrillos. No soy jinglero.

Su voz se identifica con esos avisos donde, era otra sociedad, el consumo del tabaco era un aspiracional, otorgaba un status.

Eddie Sierra también compuso las cortinas musicales de los noticieros Telenoche y En síntesis (eltrece) y el leitmotiv de la señal Todo Noticias. “Fue un muy lindo desafío, son acordes que todos tienen muy incorporados”.

No se lleva bien con las redes sociales y agradece a su fiel club de fans que jamás lo abandonó, ni siquiera durante los veinticinco años en los que no cantó: “Me han sostenido en todos estos años, son muy fieles, no me han abandonado nunca”.

En su anhelo está la posibilidad de volver a girar con sus conciertos, pero, conocedor del paño, también reconoce que debe sonar en los medios, una tarea titánica para todos los músicos ya que la televisión es un engranaje que se ha olvidado de la música, salvo contadas excepciones como el ciclo La peña de morfi (Telefe) o algunos programas de la Televisión Pública. “Me hubiera gustado producir un programa como el de Juan Alberto Badía (Badía y compañía) para dar a conocer a muchos talentos ocultos. Cuando lo hablé en algún canal me respondieron ‘la música no es negocio, no mide’”.

-Si bien la mística y fidelidad del vinilo es valiosa, tu nuevo álbum ya suena en todas las plataformas, lo cual implica una internacionalidad, ausencia de fronteras y “democratización” del consumo.

-Es muy interesante estar en las plataformas, el desafío es que te descubran entre tanto material existente. Este sistema tiene la ventaja de llegar al mundo y la desventaja es que podés perderte entre toda la oferta. Pero, como siempre sucedió, el que decide es el público, el soberano.

Un piano de cola se luce en el estudio y Eddie Sierra no se hace rogar. Escucharlo ejecutar el teclado es una delicia. Más allá, una consola enorme hace pensar en la cantidad de artistas que han pasado por su estudio y en las miles de horas de grabación allí almacenadas. “Hay un Martín Fierro grabado por Los Carabajal, con todos los géneros folklóricos, que es una joya, se me llenaban los ojos de lágrimas en esa grabación”.

Antes de la despedida, el cantautor recuerda su trabajo junto a Gloria Gaynor, nada menos: “Me habían contratado para acompañarla, ayudarla en la traducción. Después de varios días, ya en confianza, me preguntó por mi profesión de traductor y se sorprendió mucho cuando le confesé que era músico. Así que le hice escuchar mi música y me pidió que, de componer algo nuevo y en sintonía con su estilo, se lo mandara. Al poco tiempo, le envié cuatro temas”.

-¿Qué repercusión hubo?

-Me mandó a llamar para trabajar en su editorial, ya que mis canciones le habían encantado. Fue una experiencia muy buena de cuatro años en los Estados Unidos.

Si de mapeos y movimientos migratorios se trata, sus abuelos llegaron de Gales directo a la Patagonia. Lo hicieron en el famoso barco “Mimosa” que trajo a la primera camada de inmigrantes con esa procedencia. “Cuando una helada lo llevó a perder todo, mi abuelo, sin saber dónde quedaba Buenos Aires, se compró un terreno en Turdera y allí se instaló”.

Eddie Sierra se crio en el Conurbano sur, allí jugó al rugby, estudió y desenfundó su vocación por la música: “Jamás dudé sobre lo que quería hacer”. Eso está más que claro. De allí emergió el artista que nunca dejó de dedicarse a su metier, aún cuando el destino le hizo una jugarreta cruel. Ese dolor que lo marcó y quedó en el pasado: “Esta es la mejor etapa de mi vida”, remarca, antes del abrazo final.

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