Los aranceles de Trump dañarán el libre comercio, pero la herida puede no ser mortal

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LONDRES.- El autoproclamado “Día de la Liberación” del presidente Donald Trump, cuando anunció aranceles generalizados para las importaciones provenientes de los socios comerciales de Estados Unidos, tiene reminiscencias de otro momento en el que una economía de Occidente decidió rodearse de una muralla.

Al igual que el Brexit, la crucial votación de los británicos que hace casi nueve años decidieron abandonar la Unión Europea (UE), los aranceles de Trump son un mazazo al orden establecido. El retiro de Estados Unidos de la economía global no es diferente del retiro de Gran Bretaña del bloque comercial de Europa, y para los británicos partidarios del Brexit, fue un acto comparable de liberación.

El shock de las medidas de Trump está generando una onda expansiva aún más grande, dado el tamaño de la economía norteamericana y su lugar como eje del comercio global. Sin embargo, al igual que con el Brexit, su efectivo impacto final es incierto: si los mercados lo castigan con un desplome o los acuerdos “uno a uno” lo calman, por ejemplo, Trump aún podría recular.

Como ocurrió con la salida británica de la UE, los aranceles de Trump apelan a una retórica de “liberación” nacionalista, pero podrían desembocar en caos económico global

Más importante todavía, según los economistas, es que el auge del libre comercio puede resultar ser irreversible incluso sin su jugador principal, ya que sus beneficios son tan grandes que el resto del mundo encontrará la forma de mantener el sistema funcionando. Porque más allá de todos los obstáculos a la liberalización del comercio y de la ofuscación que expresan las medidas de Trump, lo cierto es que las barreras comerciales fueron cayendo una tras otra.

Los optimistas señalan que la UE no se cayó a pedazos tras la salida de Gran Bretaña. De hecho, hoy la discusión política en Londres gira en torno a la manera en que Gran Bretaña podría volver a acercarse a sus vecinos europeos continentales. De todos modos, esa visión esperanzada recién alumbró después de años de turbulencias para los británicos. Para los economistas, como resultado de la teatral salida de Trump, el sistema de comercio internacional sufrirá un caos similar.

“No será el fin del libre comercio, pero ciertamente es un retroceso del libre comercio sin restricciones, que es el camino que parecía haber tomado el mundo”, dice Eswar S. Prasad, profesor de comercio internacional de la Universidad Cornell. “La lógica indica que en este momento los demás países deberían agruparse para comerciar libremente entre ellos, pero la realidad es otra: ahora cada país está por su cuenta”.

Las ondas de choque recorrieron los mercados de Estados Unidos, Europa y Asia después del bombazo arancelario de Trump, mientras que los líderes extranjeros señalaron su disposición a negociar pero también amenazaron con contraaranceles

Los economistas señalan que la singular posición de Estados Unidos como mayor motor del crecimiento mundial —con su insaciable apetito de automóviles fabricados en Alemania y de iPhones ensamblados en China—, hace difícil que los países puedan reorientar sus relaciones comerciales alrededor de un mercado norteamericano menos acogedor.

Eso permite entrever que muchos países terminarán intentando llegar a acuerdos uno-a-uno con Trump, como anunció la semana pasada el primer ministro británico, Keir Starmer, después de que Estados Unidos impusiera a Gran Bretaña un arancel general del 10%. Otros, para intentar mejorar su posición a la hora de negociar, le impondrán a Estados Unidos aranceles de represalia.

China no perdió el tiempo y el viernes atacó con aranceles de represalia del 34%, tras especulaciones sobre una posible respuesta coordinada con sus vecinos Japón y Corea del Sur. Y a los países que por sus precios quedaron excluidos del mercado norteamericano, la UE ya les advirtió que no empiecen a inundar su mercado con exportaciones de chucherías.

Europa, China y los socios del Pacífico ya mueven fichas para reconfigurar pactos sin Washington en el centro

“Mucho dependerá de cómo Europa decida abordar la situación”, asegura Simon Johnson, profesor de la Escuela de Administración Sloan School del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y execonomista en jefe del FMI. “Los europeos podrían acercarse a China y compensar en gran medida con Vietnam”.

“Eso crearía un inmenso bloque comercial sin Estados Unidos, pero no creo que a los europeos les guste mucho la llegada de todas esas exportaciones chinas que llegan a Europa”, resalta Johnson. ¿Adónde va a ir a parar ese excedente de exportaciones?”

La probable resistencia de Europa a absorber más importaciones chinas será un desafío complicado para el gobierno de Pekín. Para China, una opción sería tomar medidas para depender menos de las exportaciones, fogoneando la demanda interna, algo que ya intentaron hacer en el pasado y con resultados dispares. O puede buscar un acuerdo con Trump, algo que no lograron durante su primer mandato, a pesar de haber llegado a la firma de un acuerdo preliminar.

Con aranceles generalizados, Trump busca frenar a China y proteger la industria local, mientras economistas advierten por una fragmentación del comercio mundial

Más allá de todas las críticas a los métodos de fuerza bruta de Trump, los economistas afirman que el presidente norteamericano está respondiendo a un problema real: el auge de China como potencia comercial hipercompetitiva, cuyo Estado subsidia sustancialmente a sus propias empresas. En opinión de Trump, eso socavó al sector industrial de Estados Unidos, y los aranceles harán que se recupere.

Cuando asumió como presidente, Barack Obama preguntó si uno de sus predecesores demócratas, Bill Clinton, no había concedido demasiado al permitir que China se uniera a la Organización Mundial del Comercio (OMC). Entre 2009 y 2012, Obama le impuso a China un arancel del 35% por hacer dumping con los neumáticos que introducía al mercado norteamericano. Y Joe Biden heredó los aranceles que Trump le impuso a China durante su primer mandato y los mantuvo vigentes.

“El sistema del comercio global está bajo presión desde hace tiempo, y el auge de China es el símbolo máximo de esa presión”, apunta Johnson. “El ascenso de China es más perjudicial y disruptivo que el de Japón”.

La OMC calculó que a lo largo de 2025 las medidas de Trump y los aranceles previamente anunciados reducirán el volumen del comercio mundial de mercancías en un 1%, una revisión a la baja de casi 4 puntos porcentuales con respecto a su pronóstico anterior. Si se desata una guerra comercial a gran escala, el perjuicio sería aún mayor.

Trump vuelve a dinamitar el orden económico internacional con una ola de aranceles que recuerda al Brexit

De todos modos, algunos optimistas predicen que los aranceles de Trump acelerarán la integración de otros países, ya sea mediante acuerdos comerciales bilaterales o pactos comerciales regionales. Y recuerdan que Estados Unidos es el único país que se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), que posteriormente se renegoció sin él y que derivó en un pacto comercial entre las demás grandes economías de la cuenca del Pacífico.

Ni siquiera el Brexit, aunque inspirado en las mismas quejas antiglobalización del movimiento MAGA de Trump, fue presentado como un proyecto proteccionista. Lo que argumentaban los partidarios del Brexit es que cuando Gran Bretaña se liberara de las ataduras de la UE podría negociar mejores acuerdos comerciales por su cuenta. De hecho, la semana pasada los británicos atribuyeron al Brexit que el arancel que les impuso Trump sea del 10%, la mitad del de la UE.

“Los países seguirán firmando cada vez más acuerdos de libre comercio, y sin Estados Unidos”, dice Jason Furman, profesor de política económica en la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard y presidente del Consejo de Asesores Económicos durante el gobierno de Obama. “Esto es un punto de inflexión para Estados Unidos en cuanto a su lugar como centro del sistema comercial global, pero no para la forma en que el mundo concibe desde hace tiempo el libre comercio”.

Traducción de Jaime Arrambide

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