Durante más de un mes, la familia de Rosa Lidia Castro Ventura se aferró a una esperanza que se desvanecía con el pasar de los días. La enfermera pediátrica, de 38 años, ingresó a la clínica Sanna de San Borja para someterse a una operación programada. Nada hacía presagiar lo que ocurriría después de recibir un suero fisiológico contaminado, elaborado por el laboratorio Medifarma y observado por el Ministerio de Salud. El jueves 17 de abril, luego de permanecer en coma desde el día de su intervención, Rosa murió.
Su historia no es un caso aislado. Otras seis personas fueron víctimas del mismo lote de suero. Aunque las primeras alertas sobre posibles irregularidades surgieron apenas horas después de las intervenciones quirúrgicas, ni la clínica ni las autoridades reaccionaron con la celeridad necesaria. La información fue escasa y, en algunos casos, deliberadamente omitida. En ese silencio institucional, las familias afectadas enfrentaron solas el peso de la incertidumbre.
“Queremos justicia para mi hermana. Ha sido una pesadilla todo esto. Un mes luchó”, afirmó Karla Castro en conversación con el Rotafono de RPP. Su voz refleja la mezcla de dolor e impotencia que embarga a los allegados de las víctimas. Otra familiar sostuvo: “Ojalá que en esta semana llegue a la mente de todos los peruanos para que al menos cambie para bien. No sabemos dónde la vamos a velar”.
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