A 90 años del trágico final de Carlos Gardel: las 17 muertes por el choque entre dos aviones y el enigma detrás del accidente

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En relación a la muerte de Carlos Gardel, siempre quedó la duda de la veracidad de la historia oficial: una simple colisión entre dos aviones

Ese 24 de junio de 1935, cuando falleció, Carlos Gardel tenía apenas 44 años de edad y estaba en la cima de su éxito. Por eso, la noticia sobre su muerte tras un accidente aéreo ocurrido en Medellín, Colombia, dio lugar a todo tipo de especulaciones. ¿Accidente, negligencia o atentado? La realidad es que, pese a las pruebas que acreditaban que el final del Zorzal Criollo se había debido a un hecho fortuito, nadie se resignaba a que su voz dejara de cantar. Y esa falta de aceptación frente a su abrupta partida del ídolo, hizo que se tejieran otras teorías conspirativas.

Todo ocurrió en el aeropuerto Olaya Herrera, a las 15:00 horas aproximadamente. El avión Ford Trimotor Matrícula F 31 de la empresa SACO (Servicio Aéreo Colombiano) iba de Bogotá a Cali vía Medellín y, cuando estaba a punto de despegar en esa escala, se desvió y chocó contra otra aeronave de iguales características Matrícula C 31, llamado Manizales, de SCADTA (Sociedad Colombo Alemana de Trasportes Aéreos) que se encontraba detenido. Como consecuencia de la colisión, perdieron la vida 17 personas, entre las que se encontraban el cantor de tango argentino, su letrista Alfredo Le Pera, los guitarristas Guillermo Barbieri y Ángel Riverol, el secretario y técnico de sonido José Corpas Moreno y el agente de prensa Alfredo Azzaff. De la troupe de Gardel, solo sobrevivieron su secretario, José Plaja, y el guitarrista José María Aguilar.

Los aviones se incendiaron de inmediato y, las fotografías de los minutos posteriores, dejaron en claro que los pocos que salvaron sus vidas lo hicieron de milagro. Las dos empresas aéreas involucradas se responsabilizaron mutuamente por la tragedia. La justicia colombiana, en tanto, realizó los peritajes correspondientes para la investigación y llegó a la conclusión de que el siniestro había ocurrido debido a la topografía de la pista, a la que le venían haciendo algunos arreglos, y al viento repentino que se había desatado en ese momento. Por otra parte, siempre se dijo que la nave en la que viajaba el Morocho del Abasto estaba casi al borde de su límite máximo de carga con 6182 kilos, debido a dos enormes valijas que pertenecían al cantor y las cintas de una película que habían sido ubicadas en la parte trasera del compartimiento de pasajeros desbalancenado su centro de gravedad.

Gardel en el avión, minutos antes de la tragedia que le costó la vida

Sin embargo, hasta el día de hoy, se sigue escuchando la teoría de que podría haber habido un disparo dentro del avión de Gardel. De hecho, en la autopsia encontraron una bala alojada junto al pulmón del cantante. Y, dada su fama de mujeriego, hasta se llegó a especular con una posible venganza de alguno de los que se encontraban en la nave, originada en un “problema de polleras”. Pero la realidad es que Carlitos llevaba esa munición en su cuerpo desde los 25 años, más precisamente desde el 16 de diciembre de 1915, cuando en medio de un festejo en el Palace de Glace recibió un tiro por parte de un hombre llamado Roberto Guevara. En ese momento salvó su vida. Y los médicos entendieron que lo más prudente era no intentar extirpar el proyectil.

También se habló de una supuesta competencia entre los pilotos de ambos aviones: Ernesto Samper Mendoza, quien recientemente había traído la nave en la que estaba Gardel de los Estados Unidos, y el alemán Hans Ulrich Thoms, comandante del otro trimotor que estaba esperando su turno para el despegue. Dicen que el primero habría pasado peligrosamente cerca del segundo a modo de provocación y no por las condiciones del suelo. Y que, por alguna extraña razón, después de un primer intento de carretear, cuando el banderillero Antonio Arango le dio la orden de detenerse, aceleró y se desvió hasta embestir de frente contra el otro aeroplano, que habría invadido el campo de despegue. Ninguno de los dos pudo ser imputado por el siniestro, ya que ambos estaban muertos. Así que la causa se cerró sin más.

Muchos años más tarde, sin embargo, una investigación privada publicada por la Fundación Internacional Carlos Gardel (FICG) en el libro Vuelo siniestro, llegó a la conclusión de que Samper Mendoza, quien pertenecía a una familia ilustre y quería llevar personalmente a Gardel, había separado al piloto a cargo del vuelo para ocupar su lugar. Esto a pesar de que, supuestamente, su licencia no lo habilitaba para ese trayecto y venía de un almuerzo en el Club Social de Medellín en el que había bebido mucho alcohol. Fue por eso que, en lugar de ir con el copiloto oficial que se negó a viajar con él, llevaba de acompañante a Willys Beninngton Foster Stuart, un operador de radio y aprendiz de mecánico con escasa experiencia que no habría accionado a tiempo la palanca para levantar la cola del avión.

Una imagen del desastre luego de la tragedia en el aeropuerto de Medellín

No obstante, también se mencionó una posible falla en el motor del avión en el que iba el cantor. El propio manual de este modelo de trimotor hablaba de las fallas que podrían suceder durante el carreteo y señalaban, claramente, que frente a esta situación el piloto debía abortar el despegue. Pero Samper Mendoza era uno de los accionistas de la empresa SACO y se especula con que, quizá, no haya querido dar una mala imagen de su aerolínea teniendo en cuenta que llevaba un pasajero de fama internacional y que los ojos de todo el mundo estaban puestos en ese vuelo. Cabe señalar que, además, había una contienda entre esa compañía, que había sido creada para competir con la alemana SCADTA luego de que ésta no aceptara ser comprada por el gobierno de Colombia. Y había una cuestión de prestigio y confiabilidad en juego.

Así, contiendas personales, encubrimiento político o intereses económicos terminaron condimentando una tragedia, en la que muchas familias terminaron llorando por la pérdida de sus seres queridos. Tal como le ocurrió a Berta Gardés, madre de Carlitos, quien nunca pudo superar el dolor por la prematura partida de su único hijo.“Para mí no ha muerto. Siempre lo espero, como siempre. Y me parece que le voy a llevar su matecito a la cama, como hacía antes, para despertarlo”, decía en una cinta en blanco y negro perteneciente al mediometraje Criollitas y Zorzales, fimado tiempo después del fallecimiento de Gardel.

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