NUEVA YORK.- Pasó un año desde que un pistolero solitario disparó contra Donald Trump durante un mitin de campaña en un tranquilo suburbio de Pittsburgh. La bala podría haber sido letal si hubiera estado un centímetro más cerca. Le rozó la oreja. Un asistente al mitin murió y otros dos resultaron heridos.
El intento de asesinato del 13 de julio de 2024 en Butler, Pensilvania, conmocionó al mundo. Y echó por la borda 43 años desde que un presidente, ya sea actual o anterior, resultó herido en un atentado contra su vida.
El Servicio Secreto recibió duras críticas, y el episodio se percibió como uno de los peores fracasos en la historia de la agencia. La Cámara de Representantes y el Senado formaron comités para analizar las fallas. Y el Departamento de Seguridad Nacional, la agencia matriz del Servicio Secreto, ordenó una evaluación independiente.
“El Servicio Secreto debe ser la principal organización gubernamental de protección del mundo”, afirmaba la evaluación. “Los sucesos en Butler el 13 de julio demuestran que, actualmente, no lo es”.
Además, la agencia dedicó meses a realizar análisis internos. A medida que se iban conociendo los hallazgos, se hizo evidente que el Servicio Secreto tenía problemas sistémicos que se remontaban a años atrás.
Entre ellos, se encontraban profundas dificultades para reclutar y retener agentes experimentados; el agotamiento era un problema constante. También se cometieron errores humanos básicos: mala comunicación en la planificación, especialmente para eventos al aire libre; fatiga por las largas jornadas; la escasez de personal durante una temporada de campaña agotadora, y complacencia por la larga racha de aparente éxito.
Esto es lo que sabemos ahora sobre lo que sucedió y lo que ha cambiado:
Un joven tirador evadió a la policía
En una noche sofocante, en las afueras del recinto ferial, fortificado por las fuerzas del orden, un hombre tranquilo y modesto de 20 años se subió a un tejado con un rifle y disparó ocho balas contra Trump. Segundos después, un francotirador del Servicio Secreto mató al aspirante a asesino de un solo tiro.
Más de una hora antes, un agente local había tomado fotos de alguien con un comportamiento sospechoso y las había compartido en un chat grupal con sus colegas. Durante los siguientes 40 minutos, las fotos y los mensajes con diversos detalles sobre el hombre circularon por diferentes chats grupales de las fuerzas del orden, pero de forma aislada, en lugar de llegar simultáneamente a todos los involucrados.
El puesto de mando del Servicio Secreto se enteró 25 minutos antes del tiroteo de que había una persona sospechosa en la zona. Para entonces, las autoridades locales intentaban encontrar a un hombre que habían visto con un telémetro. A pesar de sus esfuerzos, el sospechoso, Thomas Crooks, logró evadir la búsqueda descoordinada y trepó al tejado de un edificio cercano.
“¡Está en el tejado! ¡Tiene una pistola!”, gritó un espectador segundos antes de que Crooks disparara los tres primeros tiros contra Trump, quien se dirigía a sus partidarios. Luego se desató el caos, con gritos de “¡Agáchate!” antes de que el candidato fuera puesto a salvo.
Fallas en las comunicaciones y la tecnología
Las múltiples revisiones del intento de asesinato coincidieron en gran medida: el Servicio Secreto y sus socios policiales locales no se prepararon adecuadamente.
“Esto fue un fracaso de imaginación”, declaró Ronald L. Rowe, director interino de la agencia, a los legisladores dos semanas después del tiroteo. “Fue un fracaso de imaginar que realmente vivimos en un mundo muy peligroso donde la gente realmente quiere hacerle daño a quienes protegemos”.
La agencia y sus socios no desarrollaron sus planes en conjunto, lo que dejó en la incertidumbre sobre quién era responsable de garantizar que nadie estuviera en el tejado donde Crooks finalmente se parapetó. Cuando los encargados de proteger al presidente recorrieron el sitio de Butler en los días previos al evento, no lo hicieron en grupo y sus instrucciones resultaron contradictorias y confusas. Además, el Servicio Secreto no contaba con un alto responsable de la operación de seguridad, lo que posteriormente dio lugar a acusaciones.
El día del evento de campaña, los representantes de varias agencias policiales no estaban juntos en el mismo lugar para poder compartir la información proveniente de sus equipos individuales. Las radios de algunos agentes del Servicio Secreto no funcionaban.
La agencia ha realizado cambios, pero se necesita más trabajo
Las fallas de seguridad expuestas en las múltiples revisiones generaron una avalancha de recomendaciones de cambio. El Servicio Secreto afirmó haberlas estado analizando y, de las 46 sugerencias del Congreso, ha completado casi la mitad. Entre ellas se encuentra la actualización de las políticas para asignar a una persona a cargo durante las operaciones de protección: el agente principal del equipo de protección personal. Si ese hubiera sido el caso hace un año, habría significado que Sean M. Curran, quien se lanzó a proteger a Trump en Butler, era el principal responsable de la seguridad en el recinto ferial.
Aún así, un nuevo informe de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno, solicitado por el senador Charles E. Grassley, republicano de Iowa, encontró que si bien la agencia agregó detalles a sus políticas para que los agentes tuvieran más claridad, no existe un sitio interno central donde los agentes tengan acceso a ellas.
Además, el informe concluyó que el Servicio Secreto no tiene forma de compartir información clasificada sobre amenazas con sus aliados en las fuerzas del orden. En el caso de Butler, la agencia no compartió información sobre un complot iraní para asesinar a Trump con algunos de sus propios agentes encargados de desarrollar el plan de seguridad.
“Es vital para el Servicio Secreto compartir de manera proactiva información sobre amenazas internamente y con sus socios policiales locales, incluidas las posibles tendencias y tácticas que los adversarios pueden utilizar”, señala el informe.
El nivel de amenaza sigue siendo alto
Un año después, la agencia cuenta con un nuevo elenco de líderes. Curran, quien era el agente principal del equipo de seguridad personal de, es ahora el director de la agencia.
La jefa del Servicio Secreto en el momento del tiroteo, Kimberly A. Cheatle, renunció en las semanas posteriores al tiroteo, tras una desastrosa comparecencia ante un comité del Congreso.
Sin embargo, nadie ha sido despedido como consecuencia de las fallas en Butler. Seis de los agentes que participaron en la seguridad del sitio enfrentan suspensiones sin goce de sueldo de entre 10 y 42 días, según reveló la agencia la semana pasada. Un agente joven e inexperto, que en ese momento formaba parte del equipo de Trump, recibió la suspensión más larga.
El reclutamiento ha aumentado un 250%, según la agencia. Al comparar las solicitudes para puestos policiales entre enero y mayo de 2024 y entre enero y mayo de este año, las cifras aumentaron en 21.000. En uno de sus primeros proyectos como director, Curran contrató al director de películas de acción Michael Bay, amigo personal, para realizar un impactante video de reclutamiento que se emitiría en el Super Bowl.
No está claro si la agencia está preparada para evitar otro intento de asesinato.
Hace un año, algunos ex agentes del Servicio Secreto dijeron que los más de 40 años sin un intento de asesinato que hiriera a un presidente actual o anterior probablemente tenían más que ver con la suerte que con las capacidades de la agencia.
El panorama de amenazas para Trump sigue siendo alto, dijo recientemente la agencia, añadiendo que investiga todas las amenazas contra él.