Este 19 de septiembre se abrirá una misteriosa cápsula del tiempo que permaneció sellada durante 88 años. Se trata de una carta que contiene las últimas palabras de Tomáš Garrigue Masaryk, el primer presidente de Checoslovaquia, y su contenido fue objeto de una intensa especulación. Este sobre, que viajó por gran parte de Europa, finalmente revelará su mensaje al mundo para calmar la curiosidad de historiadores y el público en general.
Masaryk fue una figura fundamental en la historia checoslovaca. Lideró la nación tras su independencia del Imperio Austrohúngaro en 1918 y ocupó la presidencia hasta 1935.
Su visión y liderazgo fueron cruciales en la formación y estabilización de la joven nación en un período convulso de la historia europea. Falleció en 1937, a los 87 años, en un momento de creciente tensión global, apenas un año antes de que su país fuera desmembrado por la ocupación nazi, un evento que marcó el preludio de la devastadora Segunda Guerra Mundial y que él, como visionario, pudo haber presentido.
En su lecho de muerte, Masaryk dictó esta carta a su hijo, Jan Masaryk. Desde ese momento, las palabras del estadista quedaron ocultas, transformándose en un enigmático legado que desafió el paso del tiempo y los avatares de la historia europea. La misiva se convirtió en una verdadera cápsula del tiempo, portadora de un mensaje póstumo cuyo significado permaneció en secreto durante casi nueve décadas.
La historia de la carta convertida en “cápsula del tiempo”
La odisea de la carta comenzó con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Jan Masaryk, quien había servido como embajador checoslovaco en el Reino Unido durante la década de 1930 y luego como ministro de Asuntos Exteriores del gobierno en el exilio, llevó consigo el preciado documento. Así, la cápsula del tiempo viajó por Londres y Escocia, luego a Francia, y finalmente regresó a Checoslovaquia junto a su custodio.
Sin embargo, el final de la guerra no trajo paz duradera para Jan Masaryk. Fue hallado muerto en 1948, pocos días después del golpe comunista que sumió a Checoslovaquia en la órbita soviética. La versión oficial de su deceso fue un suicidio, aunque las circunstancias siempre estuvieron rodeadas de misterio. Su trágico final añadió otra capa de dramatismo a la historia de la carta.
Tras la trágica muerte de Jan, la carta pasó a manos de su secretario, Antonín Sum. Con gran riesgo personal, Sum logró sacar clandestinamente el documento del país, una acción providencial dado que poco después fue encarcelado por cargos de traición por el nuevo régimen comunista. Su valentía aseguró la supervivencia de la misiva, manteniéndola a salvo de las purgas políticas.
Afortunadamente, Antonín Sum sobrevivió a su encarcelamiento y, tras la caída del comunismo, recuperó la carta en 1989. Vivió hasta 2006 y, un año antes de su fallecimiento, en 2005, donó el histórico documento al Archivo Nacional Checo. La donación vino acompañada de una condición explícita: la carta no debía ser abierta por otros 20 años, estableciendo así la fecha de apertura para este 19 de septiembre.
La pregunta que resuena con fuerza entre los historiadores es qué revelarán estas palabras. Nadie conoce su contenido exacto, lo que ha alimentado todo tipo de especulaciones y conjeturas a lo largo de las décadas. Algunos profesionales sostienen que contendrá alguna advertencia profética de gran alcance, mientras que otros analistas sugieren que la carta podría ofrecer una sabiduría intergeneracional, un legado de principios y visiones capaces de trascender las décadas y ofrecer guía para las generaciones futuras.
Otros, sin embargo, plantean la posibilidad de que el contenido sea mucho más simple y, quizás, decepcionante, alejado de las grandes revelaciones o profecías. La carga dramática que solemos atribuir a los últimos mensajes de figuras históricas podría no corresponderse con la realidad de un hombre en sus últimos suspiros.