Actualizó su cabaña de Bariloche construida en los 80 para disfrutarla todo el año

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De inspiración californiana y en suelo patagónico: ese fue el espíritu inicial de esta casa de montaña cuando se construyó en 1982. En aquel momento, los arquitectos Teresa Pérez Quesada, Matías Roldán, Marita Vidal y José Vincent la proyectaron como parte de un desarrollo comercial.

Sumergida en una hondonada, la casa se entrevera con la vegetación, cubriéndose de la mirada exterior y armando su propio entorno natural.

Después de diferentes etapas, en el 92 fue adquirida por su actual dueña, que la fue renovando a lo largo de los años. Con una familia numerosa, el objetivo siempre fue tener un hogar donde reunirse y compartir momentos, originalmente durante la temporada de esquí en Bariloche, y hoy a lo largo de todo el año.

“En la actualidad, paso unos seis meses del año acá, en diferentes estaciones. No la pienso como mi segundo lugar, sino como mi casa”, nos cuenta su dueña.

El techo a dos aguas que cubre la puerta principal fue una mejora que llegó con los años; de esa manera, se encuentra más rápido el reparo de la lluvia y la nieve.

“Vi esta combinación de naranja vibrante con tonos oscuros en una revista, y la quise para mi casa: le da vida y la hace especial”.

Área social integrada, con desniveles

La cocina, uno de los espacios más convocantes, se enmarca desde el living gracias a un mueble celeste con una barra, una dupla cromática que se repite en su interior.

Todo el mobiliario celeste fue hecho a medida por el carpintero barilochense Carlos Nordenström y luego laqueado con pintura para auto.

Es una casa a la vez moderna en cuanto a equipamiento, y tradicional con relación al estilo; una combinación que me gusta mucho y que la hace sumamente acogedora”, explica su propietaria.

Cubrieron el extractor con una campana de hierro.Los estantes, repletos de vajilla colorida, utensilios y condimentos, son reflejo de la pasión por la cocina de la dueña de casa.

La inspiración original

El arquitecto estadounidense Charles Willard Moore (en su vertiente residencial, particularmente la de Sea Ranch) resultó una gran inspiración para esta casa: sus ambientes amplios y, sobre todo, altos, fueron una propuesta diferente de lo que se estilaba en aquel momento en Bariloche.

Se fueron enganchando las astas para lograr esta lámpara que ilumina tranquilamente la mesa para ocho.

En el interior, el aroma a madera es omnipresente, algo que también sucede a nivel visual: pisos, paredes, techos y muebles en ese material le dan a la casa su sello distintivo, complementado con destellos de color que la anima.

El kilim proyectó su paleta de colores en este sector.

Cambios voluntarios y accidentales

Al principio, la zona estaba repleta de ñires autóctonos, pero fueron avanzando los pinos, que son especies foráneas. Hoy, están en la misión de reemplazarlos con árboles nativos.

Las cubiertas, originalmente de tejuelas de alerce, fueron reemplazadas por chapa, material más seguro ante posibles incendios forestales.

Entre los cambios accidentales, hay uno que es directamente inolvidable: hace unos 15 años, una motoniveladora que trabajaba en el jardín arrasó con el cuarto principal. “Después del shock inicial, lo tomamos como la oportunidad para hacerlo a nuevo, esta vez en la planta alta”.

El techo más bajo en el dormitorio acentúa su calidez y cobijo.

Para la nueva master suite, siguieron la fórmula general que aplicaron en las grandes superficies: ciprés a la vista y techo a dos aguas. Pero en lugar de agregar destellos de color, se inclinaron por textiles en una paleta de tonos claros y neutros.

En el baño, se hizo un mueble que toma el largo de la pared para apoyar la bacha y tener lugar de guardado. Lo acompaña un espejo de medidas similares.Postigos, vigas y aberturas lucen un anaranjado que resalta sobre la madera oscurecida.

Playroom multifunción

La obra con flores, como la mayoría de los cuadros de la casa, es de Isabel Pérez Quesada.

El playroom es otro ambiente favorito y uno de los más nuevos; allí, disfrutan desde libros y series hasta trabajo remoto y clases de yoga.

Vistas del jardín muy bien cuidado, con gruesos escalones de madera para sortear cómodamente la pendiente.

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